Fragmentos de una mujer, una caída repentina y “sin epidural” desde el más puro éxtasis

Fragmentos de una mujer se convierte en el primer gran estreno de Netflix tras el éxito que tuvo esta cinta en el Festival de Venecia, llevándose Vanessa Kirby el premio a Mejor Actriz. Esta producción canadiense llegó a la plataforma el 7 de enero, cinco meses después de su paso por el festival

La película cuenta la historia de Martha y Sean, un matrimonio de Boston que espera ansiosa e ilusionadamente el nacimiento de su hija, pero un contratiempo en el parto en casa debido a una negligencia de la comadrona provoca la pérdida de la recién nacida momentos después de dar a luz.

Tras este suceso, sus vidas cambian, sobre todo para Martha, quien además de lidiar con el dolor que supone la pérdida, deberá afrontar otros problemas familiares con su marido y su madre, una mujer difícil de llevar.

El director húngaro Kornél Mundruczó (Jupiter’s Moon) nos trae a “la gran pantalla” esta adaptación del libreto de Kata Wéber, presentado en su primera media hora con un impresionante plano secuencia de unos 25 minutos: una coreografía que trata de contar a tiempo real el frenetismo del parto.

En este primer acto vemos la desgarradora y potentísima actuación de Vanessa Kirby (Martha), llamada a la nominación del Oscar y a un buen Shia LaBeouf (Sean), causantes en gran parte de que este plano secuencia funcione tan bien, llegando a una placentera satisfacción que gira con brusquedad hacia una situación dramática que te destruye.

Una vez finalizado este acto, la película cambia por completo. Después del clímax inicial, comenzamos a ver la vida de los protagonistas tras el trágico embarazo, para lo que el ritmo desciende en gran medida llegando incluso a desconectar constantemente a los espectadores.

Fuente: Benjamin Loeb / Netflix

Lo que puede parecer a priori una narrativa bastante interesante, parece que no lleva a ningún lado —incluso, Martha comienza a pasar desapercibida. Se reduce el interés de profundizar sobre este personaje únicamente cuestionándonos sobre ella el por qué de su obsesión compulsiva con los brotes de manzano —alerta spoiler— que al final se explica como una especie de fetiche que atribuía el olor de la manzana al único recuerdo que poseía de la brevísima existencia de su hija: su intención era plantarlos para llevarla a toda costa a la vida.

Fotograma de la película. Fuente: Espinof

Por otro lado, el guión comienza a focalizar nuestra atención en Sean, tras un enfado con Martha, por no ponerse de acuerdo en darle sepultura al cuerpo de su hija, situación que provoca que recaiga en las drogas y le sea infiel con su prima, quien a su vez le está llevando el caso judicial que enfrenta a la protagonista con la matrona. Otra trama que eclipsa la presencia de Martha es la recaída de salud de su madre y la relación que tiene con ella misma: una relación bastante golpeada y afectada por su incompatible personalidad.

 Martha (Vanessa Kirby) y su madre (Ellen Burstyn). Foto: Benjamin Loeb / Netflix

No obstante, a pesar de que el tratamiento central de la película es bastante plano, realiza una cocción a fuego lento del clímax final, cuando la película consigue remontar volviendo a conectar con el espectador. Este clímax final es reconciliador —alerta spoiler— no solo hacia la comadrona a quien Martha decide indultar si no también para su ex marido Sean, quien está presente aunque fuera de forma simbólica en la despedida definitiva de su hija y, por supuesto, con el público, volviendo a llegar emocionalmente y recuperando esa espectacular actuación de Vanessa Kirby.

En definitiva, el resultado de esta película (a excepción del magistral plano secuencia inicial), queda como un producto poco atractivo, lento y con personajes que aportan narrativamente poco eclipsando la figura de la protagonista, quien debería de acaparar la mayor atención. Independientemente de ello, merece la pena realizar estas dos horas y poco de visionado, apreciar la actuación de Vanessa Kirby y dejarte llevar a dónde te lleva emocionalmente.

Valoración

Puntuación: 2.5 de 5.

Por mi parte, se lleva un 3’5 sobre 5. Poco atractivo, no arriesga desaprovechando una increíble actuación, pero muy potente emotivamente.

Publicado por

Rodri Gallego

Estudio comunicación audiovisual en la US. Soy de Guadalcanal, un pueblo de la sierra de Sevilla. De pequeño, cuando me mandaban callar en clase, yo les decía que me quería dedicar a la comunicación, ahora, me gusta crear y contar historias.

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