Andalucía conmemora cada año su reconocimiento como autonomía dentro del mapa de España. El camino hasta el 28 de febrero de 1980 es una historia de tragedia y orgullo que jamás caerá en el olvido
El mes de febrero cuela en las aulas de toda Andalucía el pan con aceite, las pajitas con la verde y blanca, el himno de Blas Infante y, sobre todo, orgullo. Orgullo porque hoy en día, se saca la bandera gracias a la lucha de los más mayores hace más de 40 años. Los andaluces marcan en rojo el día 28 de febrero como el día grande de su tierra. Tal día de celebración perdura a través de las generaciones, pero es importante saber la raíz de lo conmemorado. ¿Por qué el 28-F? ¿Qué ocurrió aquel dia para que en la actualidad sigamos recordándolo? Responder a estas cuestiones nos lleva hasta el 1977. Damos un repaso al antes y al después del 28 de febrero de 1980.
La Andalucía preautonómica
Toda historia tiene un comienzo. La de la autonomía andaluza lo tuvo el 4 de diciembre de 1977, un día que permanece en la memoría de muchos andaluces. Tras una larga dictadura, Andalucía quería «volver a ser lo que fue». En plena Transición, miles de personas se echaron a las calles con la bandera verde y blanca para reclamar su reconocimiento como autonomía. Se estima que alrededor de un millón y medio de personas acudieron a la llamada de la Asamblea de Parlamentarios en las capitales de las provincias. La manifestación era pacífica hasta que en Málaga, un disparo de la policía acabó con la vida de un joven de 16 años. Su nombre, Manuel José García Caparrós. Hoy, es símbolo de aquella lucha. El 28-F no se entendería sin aquel fatídico, pero fundamental día para el devenir de Andalucía.
Apenas un mes después, el 7 de enero de 1978, la Asamblea de Parlamentarios andaluces aprueba un proyecto de Decreto para regular el régimen preautonómico. El 27 de abril, el Real Decreto Ley 11/1978 concede la preautonomía a Andalucía. Un mes más tarde, Plácido Fernández Viagas es investido presidente de la Junta preautonómica. Ya en 1979, los resultados de las elecciones generales hacen posible la constitución de la Junta de Andalucía, con Rafael Escuredo elegido presidente. La nueva Junta decide acogerse a la vía del artículo 151 de la Constitución Española para lograr la autonomía. Más del 95% de los ayuntamientos y las diputaciones provinciales respaldaron la iniciativa. Una comisión de nueve representantes de los partidos parlamentarios aprobaron un anteproyecto de Estatuto en Carmona.
El 28-F y el Estatuto de Autonomía
El día clave, ese que celebramos cada año, fue el 28 de febrero de 1980. El pueblo se pronunció sobre el proyecto de autonomía y un futuro Estatuto. El gran apoyo obtenido generó un extenso debate en las Cortes Generales pese a que en Almería no se alcanzó el techo legal. Se modificó la Ley de Referéndum para que la provincia almeriense también formase parte del proceso. Otra modificación, la de la Ley Orgánica de modalidades de referéndum, desbloqueó el paso de Andalucía a autonomía, incluyendo a Almería, cuya no ratificación fuese sustituida por las Cortes previa petición de los diputados y senadores de la provincia.
Un año después del referéndum, la Asamblea de parlamentarios aprueba el proyecto del «Estatuto de Carmona», tomando como referencia el borrador de 1979. En octubre, se sometió a referéndum y encontró el apoyo de la ciudadanía. Solo quedaba su ratificación por parte del Congreso, el Senado y, por último, del rey Juan Carlos I.
Las primeras elecciones parlamentarias
El 23 de mayo de 1982 se celebraron, al fin, los primeros comicios al Parlamento andaluz. Con un 60,42% de participación, el PSOE logró la mayoría absoluta, quedando proclamado presidente electo Rafael Escuredo. El 21 de junio, se constituye por primera vez el Parlamento en el Real Alcázar de Sevilla. Aquellos 109 diputados fueron los encargados durante los siguientes dos años de la transferencia de competencias que en la actualidad posee la Junta. Quedó así culminado el largo camino para ser una autonomía reconocida. Debates, referéndum, gritos en las calles e incluso una vida inocente fue el coste de hacerse un hueco en el mapa de España. Así se forjó la autonomía que conocemos hoy, y por todas esas personas, cada 28 de febrero se saca la bandera blanca y verde.