Andalucismo político

Hablar de andalucismo es abordar un tema con muchos matices, todo ello relacionado con el sentimiento de amor hacia lo que tiene que ver con Andalucía. En política, esto se corresponde con los movimientos y corrientes que reivindican la necesidad de que el pueblo andaluz llegue al autogobierno

La bandera blanca y verde vuelve tras siglos de guerra. Así comienza el himno de una comunidad autónoma con mucha historia y con una identidad propia. Pensar en Andalucía lleva a imaginar fiesta, gente en la calle y felicidad irradiada por los cuatro costados. Sin embargo, la «cara B» de este jolgorio con acento trae consigo crisis y reivindicaciones que tienen lugar en una región que siempre ha estado muy castigada.

El andalucismo como movimiento nacionalista nace durante las tres primeras décadas del siglo XX, bebiendo del regionalismo andaluz de finales del siglo XIX. La fusión del federalismo derivado de las ideas de la efímera I República, las reivindicaciones contra el centralismo y la romántica idea del sentimiento andaluz sirvieron de ingredientes para desatar una ideología que poco a poco iba asentándose desde los movimientos cantonalistas.

La figura de Blas Infante en el andalucismo

Con Alfonso XIII en el trono a principios del siglo pasado se produjeron algunas de las primeras muestras significativas de regionalismo andaluz. Prueba de ello es la publicación del Ideal Andaluz de Blas Infante, en el que se proponía la creación de una Mancomunidad andaluza para la gestión provincial administrativa, así como los problemas que debía de afrontar Andalucía para su renacimiento, ya que con él vendría la regeneración de España .

Placa de Blas Infante
Fuente: Wikipedia

«Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano. Creo que, por el nacimiento, la naturaleza señala a los soldados de la Vida el lugar en donde han de luchar por ella. Yo quiero trabajar por la Causa del espíritu en Andalucía porque en ella nací».


En 1918 en la celebración de la Asamblea de Ronda se establecen los que serían la bandera y el escudo de la comunidad, las «insignias de Andalucía» como un paso más para acercarse a la deseada autonomía. Sin embargo, esta tardaría algunos años más en llegar, a pesar de que ya en 1933 se aprobaba en la Asamblea de Córdoba el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Autonomía de Andalucía. En este mismo año se establece el tercer símbolo por excelencia de Andalucía: el himno.

El año 1936 es un año de cambios para España, no iba a ser menos para el considerado «Padre de la patria andaluza». Tras el golpe militar del 18 de julio, Blas Infante fue detenido y fusilado en la carretera de Sevilla a Carmona junto a otros cinco hombres.

La muerte de Blas Infante no supuso el fin del movimiento andalucista, aunque su actividad se vio mermada a causa de la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista. A raíz de los movimientos migratorios de andaluces fuera de la región estos empezaron a cuestionarse los problemas económicos que esta sufría y la identidad cultural que defendían allá donde fuesen.

Retos del andalucismo del siglo XXI

Andalucía es consciente de su empobrecimiento económico. Una comunidad con un gran potencial en diferentes ámbitos, pero que en realidad tiene unos índices de pobreza y subdesarrollo por encima de la media. Entonces, ¿lamentarse eternamente es lo único que puede hacer el andalucismo? Ni mucho menos.

El movimiento andalucista tiene por objetivo forjar una identidad andaluza a través del desarrollo de la comunidad autónoma. No se ha de limitar el andalucismo a la defensa de la cultura andalusí. Aunque sea Al-Ándalus el origen de la actual Andalucía, muchos otros pueblos, razas y civilizaciones son los que han aportado y hecho de lo andaluz lo que es hoy en día.

Pintada reivindicativa Fuente: Pinterest

El andalucismo ha de saber mirar por la región y por la amplia gama de posibilidades que esta tiene. La solución no está en evitar los problemas y continuar emigrando fuera para conseguir un futuro laboral y prosperidad, sino que hay que encontrar la solución para que el bienestar del pueblo andaluz sea la principal prioridad. Resurgir como un ave fénix para «volver a ser lo que fuimos».

La cuestión no es generar un enfrentamiento entre las diferentes provincias, los diferentes movimientos o partidos que luchan por el andalucismo, sino generar un ambiente de unión y cohesión para la defensa colectiva de las diferentes demandas de la población. Repitiendo las palabras de Blas Infante, «nuestro nacionalismo, antes que andaluz, es humano».

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