Una buena película, ¡éxito! Hacen la segunda, que no es tan buena como la primera, pero no está mal. Van a la tercera, que ya flojea bastante y pierde el encanto de las dos anteriores. ¿Fue buena idea hacer una cuarta? Definitivamente no. La saga REC en España comenzó siendo un boom y ahora solo se quieren recordar las dos primeras películas.
La saga se sitúa en una realidad apocalíptica donde un extraño virus aparece en Barcelona. La primera y segunda película ocurren en un edificio de vecinos al que la protagonista, Ángela Vidal (Manuela Velasco), consigue entrar bajo el pretexto de realizar un programa especial televisivo sobre los bomberos. En principio a lo que comúnmente se llama zombies, en realidad son ‘infectados’. Mero concepto que usan los directores para intentar alejarse del género zombie.
Jaume Balagueró y Paco Plaza lanzaron en 2007, REC. Al principio tuvo una gran acogida, sobre todo por el formato utilizado y nunca visto antes en el cine español: el falso documental y el found footage, o metraje encontrado en español, técnica narrativa utilizada en el cine de terror para aparentar que lo ilustrado en la película ha sido encontrado grabado en una cámara.
Un miembro del equipo de producción entró directamente en la película y actuó como Pablo (Pablo Rosso), llevando la cámara todo el tiempo. Por esta razón, vemos lo que ocurre desde la perspectiva de los protagonistas. Este formato ya había sido usado con anterioridad en La Bruja de Blair (1999), película mítica del cine de terror y la primera, no en usarlo, pero si en popularizar el formato documental. Lo increíble de esta primera entrega es la sensación asfixiante que transmite.
El espectador apenas tiene tiempo para respirar una vez empieza la acción, algo mareante, aunque hay ciertos momentos más “cómicos” o relajados, donde cada vecino del bloque hace desfile de su personalidad distintiva, algo que parece un guiño a la típica representación de la comunidad española. Sin embargo, los directores recurren a un personaje femenino, débil y asustado como protagonista, un cliché bastante recurrente en este tipo de películas que no llega a agradar del todo. Esto, unido a unos actores que no llegan a destacar, hace que la película no termine de explotar todo su potencial, aunque es una buena película dentro de lo que cabe.
Con el éxito de la primera vino su secuela, REC2, estrenada en 2009. Mismo sitio, distintos personajes y mismo acontecimiento. Como es normal debido al decorado, es complicado evitar la redundancia de planos similares.
Esta trama sucede quince minutos después de la primera película, introduciendo a cuatro policías con cámaras en el edificio. Aunque vuelven a recurrir al formato documental, lo original es la introducción de la multipantalla, mostrando al espectador dos puntos de vista simultáneos. Una apuesta original que mejora lo anterior, ya que nos permite ver qué pasa con el resto de personajes a la vez. Si querían alejarse del género zombie, elegir un método como este que recuerda un poco a los típicos videojuegos del género no es la mejor opción.
Viendo que los escenarios eran los mismos, hay planos muy repetitivos entre ambas películas y no llegan a causar el mismo efecto en el espectador. Aunque en la primera entrega no se termina de entender qué es lo que está pasando, en esta los directores decidieron unirlo con las posesiones demoníacas. Una solución arriesgada, pero que casa a la perfección con el concepto original haitiano de los zombies: personas muertas resucitadas mediante vudú.
Ambas películas están bien conectadas, aunque la segunda rompe y desquebraja la trama de la primera. Sin embargo, tenemos de nuevo a un grupo de actores en el que no destaca nadie y un cambio de rol del personaje de Manuela Velasco que tampoco convence, teniendo en cuenta que entre las historias de ambas cintas transcurren quince minutos. ¿Tanto cambia alguien en menos de media hora?
En 2012 se estrena REC3: Génesis, pero esta vez dirigida únicamente por Paco Plaza. Esta se puede considerar un punto y aparte de la trama, dado que no sigue la historia del edificio, sino que es algo paralelo y que aporta información sobre el origen del brote. Esta se sitúa en una boda donde uno de los invitados resulta estar infectado.
La franquicia se olvida del formato documental que se había visto hasta ahora, aunque si le hace alusión con pequeños guiños al principio de la película. De hecho, es una película que puede verse sin haber visto las anteriores, porque se desprende de todo ello. Sí que recupera un tono más humorístico, parecido al de la primera película con personajes más cercanos. Pero tanto humor termina por romper el ritmo de la acción. Y también la tensión.
Esta entrega recuerda más al género gore que las dos primeras, con guiños a obras maestras como El Resplandor o Kill Bill. Al compararlas, lo más llamativo es la banda sonora de la que prescinden sus antecesoras a pesar de ser algo distintivo del cine de terror, pues sabemos que en estas películas les encanta aumentar la música o quitarla en el momento en el que va a venir un susto. En esta saga no estaba siendo necesario, ¿por qué se añade entonces en la tercera? Parece una copia barata de las películas americanas de zombies, sin más. Lo bueno es que, como es independiente de la trama original, se puede hacer borrón y cuenta nueva como si nada hubiera pasado.
Por último, en 2014, se estrena REC4: Apocalipsis, dirigida por Jaume Balagueró. Ya el título parece una entrega más de la saga Resident Evil, con la que los fans han hecho muchas comparaciones, sobre todo al tratarse el escenario de la película de un barco, al igual que el Arcadia en la saga de videojuegos.
Esta ocurre tras la segunda entrega, cuando Ángela es rescatada por los Geos y terminan siendo aislados en un barco en cuarentena. El director olvida del todo el formato documental y vuelve a los planos cinematográficos convencionales. Aunque es innegablemente mejor que las demás a efectos de producción y planos técnicos, su trama argumental no solo cojea, sino que cae al suelo del todo.
En esta se abandona el tono humorístico para dar paso a una acción frenética que lleva a la confusión, más que a la tensión o al miedo. Es cierto que a veces se respira terror, pero es únicamente cuando el director decide dejar los planos largos, sobre todo en las secuencias en los pasillos del barco, que dan cierto recuerdo de la saga Alien, además del monstruo final que, además de recordar a los jefes de videojuegos, es un punto en común con dicha saga. El personaje de Ángela se vuelve inverosímil con el paso de las películas. Ahora ya no es una chica asustadiza, sino la próxima Alice Abernathy (protagonista de las películas de Resident Evil). En cuanto a guión, demasiado predecible, con personajes tópicos del mundillo zombie.
Sí, da cierre a la saga, y menos mal. Pero deja en el aire muchas preguntas de las cuales aún no hay respuestas. ¿Al final son zombies o demonios? Lo que sí está claro es que los directores dejaron la saga cerrada para ya nunca más volver a tocarla.
Ahora es mucho mejor recordar la maravillosa primera entrega y su secuela, floja, pero que se mantiene bien, más que hablar de las desastrosas películas en solitario de cada director.
Valoración
En sí las dos primeras películas no están mal, claramente la primera mejor que cualquiera. Pero mirando con lupa a las cuatro en total, la saga no merece mayor puntuación.
Es cierto que incorporó en el cine español elementos nunca vistos y que le dio un giro al género zombie interesante. Sin embargo, los argumentos y personajes son flojos, típicos y con un humor que no llega a casar del todo bien con el terror que presentan las películas.