Saga REC: ensayo y error

Una buena película, ¡éxito! Hacen la segunda, que no es tan buena como la primera, pero no está mal. Van a la tercera, que ya flojea bastante y pierde el encanto de las dos anteriores. ¿Fue buena idea hacer una cuarta? Definitivamente no. La saga REC en España comenzó siendo un boom y ahora solo se quieren recordar las dos primeras películas.

La saga se sitúa en una realidad apocalíptica donde un extraño virus aparece en Barcelona. La primera y segunda película ocurren en un edificio de vecinos al que la protagonista, Ángela Vidal (Manuela Velasco), consigue entrar bajo el pretexto de realizar un programa especial televisivo sobre los bomberos. En principio a lo que comúnmente se llama zombies, en realidad son ‘infectados’. Mero concepto que usan los directores para intentar alejarse del género zombie.

Fotograma del inicio de REC. Fuente: Pelishouse

Jaume Balagueró y Paco Plaza lanzaron en 2007, REC. Al principio tuvo una gran acogida, sobre todo por el formato utilizado y nunca visto antes en el cine español: el falso documental y el found footage, o metraje encontrado en español, técnica narrativa utilizada en el cine de terror para aparentar que lo ilustrado en la película ha sido encontrado grabado en una cámara.

Un miembro del equipo de producción entró directamente en la película y actuó como Pablo (Pablo Rosso), llevando la cámara todo el tiempo. Por esta razón, vemos lo que ocurre desde la perspectiva de los protagonistas. Este formato ya había sido usado con anterioridad en La Bruja de Blair (1999), película mítica del cine de terror y la primera, no en usarlo, pero si en popularizar el formato documental. Lo increíble de esta primera entrega es la sensación asfixiante que transmite.

El espectador apenas tiene tiempo para respirar una vez empieza la acción, algo mareante, aunque hay ciertos momentos más “cómicos” o relajados, donde cada vecino del bloque hace desfile de su personalidad distintiva, algo que parece un guiño a la típica representación de la comunidad española. Sin embargo, los directores recurren a un personaje femenino, débil y asustado como protagonista, un cliché bastante recurrente en este tipo de películas que no llega a agradar del todo. Esto, unido a unos actores que no llegan a destacar, hace que la película no termine de explotar todo su potencial, aunque es una buena película dentro de lo que cabe.

Con el éxito de la primera vino su secuela, REC2, estrenada en 2009. Mismo sitio, distintos personajes y mismo acontecimiento. Como es normal debido al decorado, es complicado evitar la redundancia de planos similares.

Formato multipantalla de Rec 2. Fotograma de la película

Esta trama sucede quince minutos después de la primera película, introduciendo a cuatro policías con cámaras en el edificio. Aunque vuelven a recurrir al formato documental, lo original es la introducción de la multipantalla, mostrando al espectador dos puntos de vista simultáneos. Una apuesta original que mejora lo anterior, ya que nos permite ver qué pasa con el resto de personajes a la vez. Si querían alejarse del género zombie, elegir un método como este que recuerda un poco a los típicos videojuegos del género no es la mejor opción.

Viendo que los escenarios eran los mismos, hay planos muy repetitivos entre ambas películas y no llegan a causar el mismo efecto en el espectador. Aunque en la primera entrega no se termina de entender qué es lo que está pasando, en esta los directores decidieron unirlo con las posesiones demoníacas. Una solución arriesgada, pero que casa a la perfección con el concepto original haitiano de los zombies: personas muertas resucitadas mediante vudú.

Fotograma de Owen el cura en Rec 2.

Ambas películas están bien conectadas, aunque la segunda rompe y desquebraja la trama de la primera. Sin embargo, tenemos de nuevo a un grupo de actores en el que no destaca nadie y un cambio de rol del personaje de Manuela Velasco que tampoco convence, teniendo en cuenta que entre las historias de ambas cintas transcurren quince minutos. ¿Tanto cambia alguien en menos de media hora?

En 2012 se estrena REC3: Génesis, pero esta vez dirigida únicamente por Paco Plaza. Esta se puede considerar un punto y aparte de la trama, dado que no sigue la historia del edificio, sino que es algo paralelo y que aporta información sobre el origen del brote. Esta se sitúa en una boda donde uno de los invitados resulta estar infectado.

La franquicia se olvida del formato documental que se había visto hasta ahora, aunque si le hace alusión con pequeños guiños al principio de la película. De hecho, es una película que puede verse sin haber visto las anteriores, porque se desprende de todo ello. Sí que recupera un tono más humorístico, parecido al de la primera película con personajes más cercanos. Pero tanto humor termina por romper el ritmo de la acción. Y también la tensión.

Leticia Dolera como Clara en REC 3.

Esta entrega recuerda más al género gore que las dos primeras, con guiños a obras maestras como El Resplandor o Kill Bill. Al compararlas, lo más llamativo es la banda sonora de la que prescinden sus antecesoras a pesar de ser algo distintivo del cine de terror, pues sabemos que en estas películas les encanta aumentar la música o quitarla en el momento en el que va a venir un susto. En esta saga no estaba siendo necesario, ¿por qué se añade entonces en la tercera? Parece una copia barata de las películas americanas de zombies, sin más. Lo bueno es que, como es independiente de la trama original, se puede hacer borrón y cuenta nueva como si nada hubiera pasado.

Por último, en 2014, se estrena REC4: Apocalipsis, dirigida por Jaume Balagueró. Ya el título parece una entrega más de la saga Resident Evil, con la que los fans han hecho muchas comparaciones, sobre todo al tratarse el escenario de la película de un barco, al igual que el Arcadia en la saga de videojuegos.  

Esta ocurre tras la segunda entrega, cuando Ángela es rescatada por los Geos y terminan siendo aislados en un barco en cuarentena. El director olvida del todo el formato documental y vuelve a los planos cinematográficos convencionales. Aunque es innegablemente mejor que las demás a efectos de producción y planos técnicos, su trama argumental no solo cojea, sino que cae al suelo del todo.

En esta se abandona el tono humorístico para dar paso a una acción frenética que lleva a la confusión, más que a la tensión o al miedo. Es cierto que a veces se respira terror, pero es únicamente cuando el director decide dejar los planos largos, sobre todo en las secuencias en los pasillos del barco, que dan cierto recuerdo de la saga Alien, además del monstruo final que, además de recordar a los jefes de videojuegos, es un punto en común con dicha saga. El personaje de Ángela se vuelve inverosímil con el paso de las películas. Ahora ya no es una chica asustadiza, sino la próxima Alice Abernathy (protagonista de las películas de Resident Evil). En cuanto a guión, demasiado predecible, con personajes tópicos del mundillo zombie.

Sí, da cierre a la saga, y menos mal. Pero deja en el aire muchas preguntas de las cuales aún no hay respuestas. ¿Al final son zombies o demonios? Lo que sí está claro es que los directores dejaron la saga cerrada para ya nunca más volver a tocarla.

Ahora es mucho mejor recordar la maravillosa primera entrega y su secuela, floja, pero que se mantiene bien, más que hablar de las desastrosas películas en solitario de cada director.

Valoración

Puntuación: 1.5 de 5.

En sí las dos primeras películas no están mal, claramente la primera mejor que cualquiera. Pero mirando con lupa a las cuatro en total, la saga no merece mayor puntuación.

Es cierto que incorporó en el cine español elementos nunca vistos y que le dio un giro al género zombie interesante. Sin embargo, los argumentos y personajes son flojos, típicos y con un humor que no llega a casar del todo bien con el terror que presentan las películas.

Juande Mellado: ‘Canal Sur entrará en este año, 2021, en la carrera por los nuevos hábitos de consumo tanto de televisión como de la radio’

Juan de Dios Mellado fue elegido Director General de RTVA en 2019. Desde entonces ha impulsado la modernización de Canal Sur para poder competir en el ámbito digital con otros medios de comunicación. Hablamos con él sobre su opinión del periodismo actual y el futuro de la cadena autonómica más reconocida en España

En primer lugar y para conocerle un poco mejor, ¿qué le llevó a estudiar Ciencias de la Información?

En mi casa es por tradición familiar. Tanto mi abuelo como mi padre y algunos de mis tíos son periodistas. Desde pequeño he vivido el periodismo en casa y, de hecho, mi padre era redactor jefe del Sol de España, un periódico legendario de la provincia de Málaga. Los fines de semana, en vez de irme a jugar al fútbol, iba con mi padre y me tiraba allí todo el día jugando en la rotativa, en los cuartos oscuros que había antes de fotografía, con los teletipos… Me he criado desde pequeño en una redacción, lo tenía tanto por herencia familiar como en la sangre. Desde pequeño tenía claro que quería estudiar periodismo.

Fue enviado especial al llamado Genocidio de Ruanda, la guerra civil que hubo en 1994. ¿Qué puede contar de su experiencia allí?

Pues es de las experiencias profesionales más gratificantes sin duda, pero también muy dura. En toda España, y concretamente en Málaga, hubo un movimiento de recogida de fondos para enviar ayuda tanto médica como alimentaria por parte de varias ONG’s como Médicos del Mundo, Cáritas o UNICEF. Por ello se decidió enviar a una serie de periodistas que contaran cómo llegaba la ayuda humanitaria. Entonces me presenté voluntario en el periódico y estuve catorce días en la ciudad de Goma, al lado del Lago Kivu, cubriendo el mayor desastre humanitario que ha habido en los últimos años en el mundo.

Me enseñó la parte mala del ser humano, pero también su bondad. Muchas personas desinteresadas dejaron de lado su comunidad para ayudar a un país que estaba en Guerra Civil y en descomposición. Como periodista fue apasionante el poder mandar crónicas de lo que estaba pasando allí y contárselo a Europa. Encontrar los medios para transmitirlo era complicado —estoy hablando de un año donde no había móviles ni casi Internet—, tenías que buscarte la vida.

Genocidio de Ruanda. Fuente: EcoRed
Apostó por la renovación digital cuando dirigió La Opinión de Málaga, ¿por qué es importante para el periodismo adaptarse a la era digital?

Yo me incorporé en 1999 como uno de los fundadores del periódico del grupo Prensa Ibérica. En aquella época las páginas web de los periódicos estaban en periodo de efervescencia, pero aún no se veía la potencia de hoy en día. En 2013 decidimos hacer la transformación digital del periódico porque vimos que las formas de consumo estaban cambiando y que la venta de los periódicos en kioscos bajaba.

Hicimos un plan para integrar la redacción digital, que estaba apartada en una esquina de la redacción, y ya empezamos a trabajar para volcar la información en Internet. Fue una experiencia muy interesante, porque veníamos de la prensa escrita tradicional de toda la vida, con unos ritmos y una forma de trabajar diferente. Se cambió la forma de trabajar del periodista, sobre todo por la inmediatez. Con eso aprendimos que el futuro del periodismo estaba también en la web.

Existe la opinión de que el periodismo de papel está muriendo, ¿cómo cree que se adaptarán los medios cuando esto ocurra?

Hubo tres factores que caracterizaron la entrada de los periódicos tradicionales en la web. En primer lugar, la carrera para ver quién difundía mayor contenido y de forma gratuita, con el afán de ganar muchos usuarios. En segundo lugar, se cambiaron los titulares a unos más frívolos, es decir, nada periodísticos para captar a la audiencia. Y en tercer lugar, teníamos pocos conocimientos del tema, a diferencia de los periódicos nativos nacidos en Internet. Hubo una carrera desquiciada para tener presencia en Internet, aunque se hizo sin tener una estrategia clara de cómo comercializar esa información.

Estadísticas de ventas de ejemplares en papel. Fuente: El Español

Nunca ha habido en nuestro sector un acuerdo entre las editoriales —si uno pone un muro de pago y el otro no, la audiencia se va al que no—. Ahora se ha revertido y ya se están instalando muros de pago o suscripciones con ciertas ventajas que establecen un modelo de negocio. Esto permitirá que el periodismo digital deje un poco esa frivolidad para ganar audiencia.

En cuanto al papel, aquel que siga haciendo productos de calidad no va a desaparecer porque va a ser un periodismo más analítico, sosegado y reflexivo. Hay muchos que hacen versiones digitales semanales potentes y los fines de semana dan una oferta buena en papel. Por tanto seguirá, pero ya no como lo concebimos: se buscará el por qué y no el qué.

Como profesional de la comunicación, ¿qué opina acerca del desprestigio que tiene en España esta profesión?

El periodismo en España es fruto de la sociedad que tenemos. Actualmente hay una polarización entre la izquierda y la derecha, y los periodistas se han situado en una u otra trinchera. Esto hace que se pierda la esencia del periodismo de ver, oír y contar y no posicionarse en lo que está pasando. Esta polarización, que cada vez es más agresiva, se ha llevado también al periodismo y esto pasa factura.

La sociedad hoy es más madura y, afortunadamente, los ciudadanos se dan cuenta de cuándo una información está caducada, les intentan mentir o manipular. Es muy difícil que el periodista pueda engañar al ciudadano. Pero aun así creo que el periodismo goza de buena salud, porque con los nuevos medios y soportes, se puede tener buena información.

¿Cree que esas críticas hacia la profesión son acertadas?

Hay que distinguir entre la buena y la mala praxis periodística. En las redes sociales abundan las fake news y muchos periódicos tienden a captar al lector con titulares cebo. Pero no todo vale. El buen periodismo es reconocido por la gente y tiene su recorrido. La pregunta que yo me hago es quién dejó antes a quién, ¿el periodismo a la ciudadanía o la ciudadanía al periodismo? Los periodistas tenemos que reivindicar nuestro papel como prescriptores de noticias verdaderas porque si no, los ciudadanos no nos verán como útiles y se informarán donde circulan bulos. Ahora prima la inmediatez, cuando es mejor dar una noticia bien contrastada y con cantidad de información. También la ciudadanía tiene que aprender a profundizar en la información y no leer solo los titulares porque, al final, tendrá un conocimiento fragmentado de la realidad.

Estadísticas de fake news. Fuente: SciELO
¿Qué cambios ha introducido en RTVA?

Ahora tengo el reto de transformar digitalmente RTVA para que pueda ser competitiva en el futuro. Estamos creando nuevos soportes como una plataforma de consumo bajo demanda, que estará operando en octubre o noviembre. En ella se van a introducir algunos contenidos históricos más los que estamos haciendo ahora expresamente, que permitirá que los contenidos de Canal Sur no se vean solo en Andalucía. Gracias a esta plataforma, va a haber una labor de difusión del patrimonio cultural de Andalucía. En radio también hemos creado una plataforma de podcasts que ya está en marcha. Estamos intentando que RTVA alcance también los nuevos hábitos de consumo y es un reto apasionante.

Plataforma de podcasts de Canal Sur. Fuente: Canal Sur

Después renovar e impulsar la empresa, queremos reafirmar que pretendemos seguir siendo RTVA con todos esos cambios. Canal Sur entrará en este año, 2021, en la carrera por los nuevos hábitos de consumo tanto de televisión como de la radio.

Canal Sur está siempre muy analizada por otros medios, ¿cómo gestiona esa presión que existe sobre la empresa?

Al ser una empresa pública financiada con dinero público es normal que se nos pidan explicaciones sobre qué hacemos con ese dinero. Ahí no hay problema. Lo que sí veo es que hay un excesivo foco sobre cualquier cosa que hace Canal Sur, tanto por parte de otros periódicos como de las clases políticas. Creo que habría que dejar trabajar a los profesionales de Canal Sur —no solo a la dirección general— porque están cuestionando todos los días lo que se hace aquí.

Si bien es cierto que a pesar de ser contenidos trabajados con mucha profesionalidad, hay información malintencionada que le hace daño a la reputación de Canal Sur. Cuando llegué a este puesto dije que me gustaría que Canal Sur dejara de ser noticia para empezar a dar las noticias. Pero me he dado cuenta con el tiempo de que seguirá siendo objeto de noticia porque hay mucha gente pendiente de lo que pasa aquí. Esto no se va a cambiar. Respeto las opiniones de todo el mundo, no comparto algunas, intento aislarme de ellas y seguir con la hoja ruta que nos hemos marcado para intentar avanzar en la gestión de RTVA.

Teniendo en cuenta la situación política actual y la continua amenaza de la disminución de recortes, ¿cree que Canal Sur podría lidiar con un menor presupuesto que el actual?

Todas las televisiones públicas están mal financiadas. Si un gobierno autonómico, nacional, en Europa, quiere tener un servicio público, eso significa un coste. Ahora, se puede tener con poco presupuesto o con uno que permita cumplir con el servicio público. Lo veo como una doble inversión: cada euro que destina el gobierno de turno a cualquier televisión consigue, por un lado, cumplir con el servicio público que tiene encomendado y, por el otro, desarrollar toda la industria audiovisual.

Canal Sur —como cualquier otra cadena— cuando hace un programa, o lo hace con recursos propios, o recurre al mercado o hace una producción mixta. Por tanto contrata a una productora, con sus debidos empleados, que lo mismo contrata a otra empresa para poner la seguridad en su programa, por ejemplo. Hay un empleo directo e indirecto que ya cumplía con un objetivo, que era el del servicio público y, a la vez, desarrolla la industria audiovisual. Canal Sur es uno de los máximos artífices para que el cine andaluz pueda ser competitivo y que los directores puedan rodar películas gracias a su aportación.

Huelga de Canal Sur en Huelva por los recortes. Fuente: elDiario.es

Por tanto, están mal financiadas y encima se nos exige competir con las televisiones privadas en cuestiones de audiencias, con la limitación que tenemos respecto a cierto tipo de publicidad, como el de loterías y juegos de azar que no admitimos aquí, o respecto a los recursos para nuestros programas, que son menos espectaculares. Las televisiones públicas estamos en un momento difícil. Si el gobierno quiere tener una televisión pública, la tiene que financiar.

Saga Winx: ¿animación o live action?

Las hadas llegaron a Netflix con Destino: La Saga Winx el 2 de enero de este mismo año. Serie en la que Bloom (Abigail Cowen) llega al Otro Mundo para formarse como hada de fuego en la prestigiosa escuela de Alfea, donde terminará por descubrir los secretos de su pasado y el de su familia. Así, junto al resto de sus amigas tendrán que enfrentarse a Rosalind (Lesley Sharp) y a la amenaza más allá de la barrera: los Quemados.

“Si lo quieres, tú lo serás, una del club”, dice la canción principal de la serie de dibujos animados, Winx Club. Era el sueño de muchos niños y niñas nacidos en el 2000, agolpados todos los días de emisión frente al televisor… Ser parte de ese fantástico mundo mágico. Sin embargo, esos niños han crecido y las Winx han querido marcar lo que ahora puede ser el fin de su etapa adolescente o el principio de su etapa adulta.

En esta nueva serie fantástica de la plataforma americana, los dibujos han pasado a ser personas de carne y hueso. Entonces, ¿están todas los protagonistas originales? Bloom, Stella, Flora, Tecna, Musa, Layla… Desgraciadamente, no. Tampoco están todos los especialistas que acompañaban a las hadas o, al menos, de momento.

Reparto del live action en comparación con la serie animada. Fuente: Pinterest
Atención: contiene spoilers

En principio, la premisa de esta adaptación parece ser mucho más oscura y adulta de lo que era la serie original. Desde el capítulo uno se presentan unas criaturas llamadas “Quemados” que viven más allá de la barrera que protege a la escuela Alfea. Estos seres son invención propia de la productora, pues son las Trix las «malas» de la serie original. Sin embargo, parece ser que Beatrix (Sadie Soverall) tiene algo que ver, pues “revive” a los «quemados» con su poder de tormenta. ¿Acaso es un guiño a las Trix? Su nombre sí parece serlo y su poder recuerda a Stormy.

Respecto a los personajes secundarios, hay algunos de los especialistas de la serie original entre los que se encuentran Sky (Danny Griffin) y Raven (Freddie Thorp). Los especialistas son un grupo de estudiantes formados para ser guerreros hábiles en batalla. Aunque en los dibujos tenían armas mágicas, aquí no parece haber justificación al por qué hay personas sin poderes como ellos en el «Otro Mundo».

Aunque una parte de la serie permanezca siendo fiel, a los fans todavía les duele la pérdida de Tecna, hada de la tecnología, y Flora, hada de la naturaleza. También el cambio en el nombre de Layla, ahora llamada Aisha (Precious Mustapha), hada del agua. E incluso los nuevos poderes de Musa (Elisha Applebaum) quien pasa de hada de la música a la de la empatía.

En la nueva adaptación es Terra (Eliot Salt) quien tiene los poderes de Flora e incluso se la llega a nombrar cuando dice que es su prima. ¿Eso significa que va a aparecer? La posibilidad está ahí, y son muchos los que lo están pidiendo a gritos. Las preguntas sobre si más adelante aparecerá Tecna e, incluso, el resto de especialistas como Brandon o Helia está en el aire. Porque, tal y como pasaba en la original, cada hada tenía a su especialista predilecto.

Pero parece que Netflix optó por cambiar las relaciones amorosas. Y lo que antes era una relación de amistad entre Stella, el hada de la luz (Hannah van der Westhuysen) y Sky, ha evolucionado hasta ser una relación de pareja. Aunque esto no impide que Bloom vaya a permanecer muy distanciada de su especialista favorito.

Fotograma de la serie entre Stella y Sky. Fuente: Elite Daily

Es la trama de Beatrix la que se presenta más o menos fiel a los dibujos: infiltrarse en la escuela, “hipnotizar” (en este caso, seducir) a Raven y Dane, y conseguir información secreta que la directora de la escuela, Farah Cowling (Eve Best), mantiene en su despacho. Todo esto con un propósito: despertar a Rosalind. Esto mismo podría sonar a algunos pues en Élite, ya aparece un trío peculiar parecido al de la serie en la primera temporada.

Es obvio que los cambios son buenos y a esta serie le venían bien si es que quería ser independiente de las referencias con Winx Club. Pretende que las protagonistas sean el prototipo adolescente más común: drogas, fiesta, alcohol y sexo. Aunque como punto a favor, han conseguido que temas como traumas familiares (la muerte de la madre de Musa o el descubrimiento de Bloom de que es una “intercambiada”) pasen a hablarse de forma abierta y sin prejuicios. Y, para variar, se han adaptado a esa lucha contra los cuerpos ideales. Si bien las Winx originales eran personajes con un cuerpo extremadamente delgado y curvas perfectas, las nuevas Winx han introducido cuerpos realistas y diversos.

Lo que sí parece ser una crítica de los fans son las tramas de Terra y Dane (Theo Graham). En primer lugar, la línea argumental de Terra desde un principio es el desplazamiento que los estudiantes le hacen por ser aburrida o pesada, además de reflejar las inseguridades del personaje con el tamaño de su cuerpo. ¿Su único problema? Ser gorda. Lo mismo pasa con Dane, un especialista que parece ser homosexual. ¿Su trama? Ser parte del colectivo. Y ahí Netflix vuelve a estropearlo. Se necesitan personajes LGTB cuyo hilo argumental no sea exclusivamente ser del colectivo: son personas cualquiera con muchos más problemas. Ni que decir tiene que el personaje de Musa solo se centra en Sam (Jacob Dudman), hermano de Terra, pues parece que sin él, Musa se queda apartada en el rincón de “no relevante”.

Fotograma de la serie con Terra, Musa, Dane y Sam, de izquierda a derecha. Fuente: Fangirlish

Lo que sí ha quedado claro es que los argumentos van cayendo conforme la historia avanza. Hay demasiados agujeros de guión, con multitud de tramas abiertas que se quedan sin resolver, todo aventurado y abierto a una segunda temporada. De hecho, Netflix ya ha avanzado que tienen todo planeado para unas cuatro temporadas ya que es un mundo con muchas posibilidades.

Pero esto mismo puede hacerles perder en la balanza contra los espectadores. Es cierto que el estreno de la serie ha causado furor y que dentro de lo que cabe, entretiene y tiene una buena premisa. Pero esta misma se va desmoronando en tan solo seis capítulos.

Ni que decir tiene lo que a Netflix le gustan los guiños a lo oscuro. No solo le valía con rescatar a una actriz de Las escalofriantes aventuras de Sabrina, sino que además ha querido copiar los carteles promocionales de la serie Witch.

Al final las opiniones se dividen. ¿Seguirá cayendo la trama en la segunda temporada? Muchos esperan que no, pues al final este nuevo mundo de hadas ofrece un abrazo a todos aquellos fans que llevan en su corazón la serie de dibujos animados. Los cambios son buenos, pero también hay que saber adaptarlos, claro está.

Valoración

Puntuación: 3 de 5.

El mundo es amplio, con muchas posibilidades de argumentos y personajes interesantes. La ambientación está bien y la trama de la protagonista sin duda es la mejor llevada. Pero el resto de personajes carecen de una historia individual que les haga destacar, por no decir que Netflix no se ha librado de las comparaciones con la serie original.

El intento ha estado bien, pero se necesitan pulir aún muchos detalles para que las nuevas Winx brillen por sí solas sin recurrir a la vieja gloria que es la serie animada.

En esta primera temporada no se ha cerrado ningún hilo argumental, por lo que todas las soluciones tendrán que esperar a una segunda parte que, esperemos, esté mejor construida que la primera.

La apuesta cinematográfica: cómicos villanos

Con el reciente estreno de la nueva película de DC, Wonder Woman 1984, ha habido serias dudas de parte de los entusiastas del cine. En concreto, debido a la elección de la directora Patricia Lea «Patty» Jenkins de Kristen Wiig como la villana. La pregunta que ha estado circulando por las redes era si una cómica podría llegar a interpretar de forma correcta a una villana.

A pesar de que la elección pueda parecer inadecuada, ha habido muchos cómicos en la historia del cine que han interpretado a villanos. Como por ejemplo, Jamie Foxx en The Amazing Spider-Man 2: Rise of Electro (2014).

Jamie Foxx

Este reconocido actor, que ha trabajado en películas como Django desencadenado (2012) o Cómo acabar con tu jefe (2011), ha tenido un pasado cómico junto a Jim Carrey en In Living Color, un programa de los 90 con secciones cómicas.

Jamie Foxx como Electro en The Amazing Spiderman 2. Fuente: Twitter.

Sin embargo, su actuación como Electro fue aplaudida por los críticos. De hecho, está siendo recordada desde hace unos meses, pues se ha confirmado su vuelta como villano para Spiderman 3, protagonizada por Tom Holland.

Jim Carrey

En la línea de películas de superhéroes, Jim Carrey sorprende interpretando al villano Acertijo de Batman Forever en 1995.

Jim Carrey como Acertijo en Batman Forever. Fuente: IGN España

A pesar de ser un actor cómico reconocido, con experiencia siendo malvado en películas como La Máscara (1994) o el entrañable El Grinch (2000), su papel en Batman ocasionó divisiones en la crítica. Por un lado, se considera que en una historia tan oscura como la de Batman eran necesarios personajes dinámicos y enérgicos como el de Carrey. Por el otro, hay quien cree que su personaje era demasiado infantil y que la película, en general, deja atrás todo el trabajo que Tim Burton había realizado en las dos anteriores entregas.

Danny DeVito

La segunda entrega de la trilogía de Batman de los 90, Batman Returns (1992), no se podía dejar atrás. De la mano de Tim Burton, el personaje de DeVito pudo salir intacto de las críticas. Al menos de las de los aficionados.

Danny DeVito como el Pingüino en Batman Returns. Fuente: WebAdictos

Por mucho que la elección de Burton para el villano agradara, a Warner no le gustó tanto que se le diera una vuelta, volviéndolo más oscuro que en los propios cómics. La caracterización de su personaje llevaba tanto tiempo que DeVito no salía del papel ni detrás de cámaras. Al parecer, sus compañeros de reparto no tuvieron mucho tiempo para conocer al actor, pues solo se presentaba como El Pingüino. Sin duda, Burton eligió de forma sabia al villano.

Bette Midler

Bette Midler ya había participado en películas de comedia como Eternamente amigas (1988), El club de las primeras esposas (1996) y Familia en apuros (2012), así que su actuación en El retorno de las Brujas (1993) no pilló a nadie desprevenido.

Bette Midler como Winifred Sanderson en El retorno de las Brujas. Fuente: CinemaBlend

La película de Disney sigue siendo reconocida por muchos en la actualidad, pues es un clásico para ver en Halloween. Por ello mismo, la productora está planeando su secuela con los actores originales. Y sí, aunque Winifred es un personaje puramente cómico, también es una villana. Es por ello que a Midler su experiencia como comediante le vino como anillo al dedo para el papel.

Steve Carell

El protagonista por excelencia de la famosa serie The Office (2005), tiene un pasado claro en el género cómico. Además de la serie ya nombrada, aparece en Virgen a los 40 (2005) o Crazy, Stupid, Love (2011).

Steve Carell en Foxcatcher. Fuente: The Playlist

Sin embargo, este pasado no le ha hecho temblar a la hora de actuar en papeles más serios. Como con su personaje John Du Pont, el excéntrico millonario de Foxcatcher (2014), acompañado de Channing Tatum y Mark Ruffalo. Una gran película nominada a cinco premios Oscars.

Robin Williams

No se puede dejar atrás al gran Robin Williams en el papel de Seymor Parrish en One Hour Photo (2012). A pesar de ser un actor conocido por sus sonrisas y su capacidad dramática, como en las películas Patch Addams (1998) y Noche en el Museo (2006), Williams es capaz de sacar su lado más sombrío con este acosador obsesivo.

Robin Williams en One Hour Photo. Fuente: The Artifice

Hay multitud de actores capaces de acoplarse al personaje y sorprender al público. Y este a veces tiene la manía de subestimarlos. Uno puede dedicarse a algo concreto (siendo bueno en ello) y poder brillar en otra multitud de aspectos. Por tanto, antes de poner en duda la decisión de los directores, es mejor juzgar primero el trabajo hecho. Una oportunidad más para ir al cine a ver a Kristen Wiig en Wonder Woman 1984.

El presente de «Regreso al futuro»

En los años 80, Steven Spielberg, de la mano del productor Robert Zemeckis, trajo la historia de Marty McFly (Michael J. Fox) y su amigo Doc (Christopher Lloyd): Doc, un científico loco, construye una máquina para viajar en el tiempo pero, un error fortuito, hará que McFly termine en 1995 con la misión de que sus padres se conozcan para que él pueda existir.

La película estuvo nominada en los premios BAFTA y en cuatro categorías de los Oscar de 1986, donde se llevó el premio a “Mejor mezcla de sonido”. Y, para ambientar un poco la lectura de este artículo, aquí está la banda sonora para escucharla de fondo:

Pinchar en la imágen para escuchar la banda sonora. Fuente: La Frikileria

Su fama dio para poder hacer hasta dos entregas más que continuaban las alocadas aventuras de los dos protagonistas. Sin duda, es un largometraje de culto con míticas escenas como cuando Doc consigue poner en marcha la máquina: «La pregunta apropiada es ¡¿cuándo demonios están?!»

Michael J. Fox y Christopher Lloyd en Regreso al futuro. Fuente: Youtube

Una película que, hoy en día se sigue recordando, pero… ¿qué ha sido de sus actores?

Michael J. Fox
Michael J. Fox antes y después de Regreso al futuro. Fuente: ecartelera.com

El actor canadiense-estadounidense que interpretó a Marty McFly con 24 años alcanzó gran fama tras su papel. Gracias a ello, continuó haciendo trabajos para la gran pantalla. Entre ellos El secreto de mi éxito (1987)Corazones de hierro (1989), Un viaje increíble (1983) o Greedy (1984).

Cinco años más tarde le diagnosticaron parkinson por lo que Fox entró en una profunda depresión y recurrió al alcohol. Esto hizo que su carrera cinematográfica decayera notablemente. Sin embargo, pudo recuperarse años más tarde y fundó una organización para apoyar los proyectos investigación de su enfermedad (actualmente segundo mayor donante después del gobierno en Estados Unidos, en relación con el párkinson). También escribió un libro, Lucky Man, relatando su lucha contra esta enfermedad.

Gracias a esto ha sido partícipe en las películas de Stuart Little, al que pone voz, o la serie The Good Wife. Su trabajo más actual es en la película de Netflix, See you yesterday, donde interpreta a un profesor de ciencias.

Christopher Lloyd
Christopher Lloyd antes y después de Regreso al futuro. Fuente: recreoviral.com

Recordado por su papel de científico loco más que por su interpretación en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), Christopher Lloyd ha seguido recopilando grandes papeles desde entonces como el Tío Fétido en La Familia Addams (1991), el Juez Doom en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1998) o el Profesor Plum en la película Cluedo (1985).

A partir de los 90, decidió permanecer como papel secundario en series de televisión como Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto o Taxi, con la que ha ganado dos premios Emmy a mejor actor de reparto. Se le considera un actor capaz de adaptarse a cualquier ámbito, prueba está en su interpretación en el musical de Broadway, Sueño de una noche de verano.

Recientemente, se le ha podido ver en la serie NCIS y 12 Monkeys. Además, se encarga de poner voz al Maestro Xehanort, personaje del videojuego Kingdom Hearts III Re:Mind.

Fotograma del Maestro Xehanort, interpretado por Christopher Lloyd. Fuente: Vandal
Lea Thompson
Lea Thompson antes y después de Regreso al futuro. Fuente: tucucu.com

Lea Thompson interpretó a Lorraine McFly, madre del protagonista. Personaje con el que vivió la época dorada de su carrera, añadiendo las dos secuelas de la película. De su repertorio destaca una icónica película: El pato Howard (1986).

Protagonizó una sitcom en el año 1995, Los líos de Caroline, con la que tuvo un éxito razonable, y otra en 2005, Jane Doe, donde interpreta a una antigua agente secreta que ayuda al gobierno mientras vive como ama de casa. Desde entonces ha estado manteniendo un perfil bajo haciendo efímeras apariciones en Ley y Orden y Padre de familia.

Por otro lado, ha dirigido algunos episodios de la serie en la que trabajó desde 2011 hasta 2017: Cambiadas al nacer. Lo último que se sabe de ella es que ha estado planeando un reboot de Howard, que Marvel de momento ha rechazado, pero no es definitivo.

Claudia Wells
Claudia Wells antes y después de Regreso al futuro. Fuente: 20minutos

Nacida en Kuala Lumpur, interpretó a Jennifer Parker con 18 años, aunque solo estuvo presente en la primera película. Esto se debe a que su madre contrajo cáncer, y la actriz dejó el rodaje para dedicarse a ella por lo que fue sustituida por Elisabeth Shue (Karate Kid).

Esta actriz se ha ido alejando de la pantalla con papeles pequeños en las películas de Alien (2011) y en la serie Fast Time, adaptación de la película Aquel excitante curso de 1982.

Thomas F. Wilson
Thomas F. Wilson antes y después de Regreso al futuro. Fuente: cinescopia.com

Hizo del antagonista Biff Tannen en las tres entregas de la saga y, desde entonces, ha actuado con pequeñas papeles en un gran número de series y películas. Ejemplo de estas son Sabrina, bruja adolescente (1996), Men in White (1998), ¡El soplón! (2009) o Escuela de Rock (2016).

Como dato curioso, hace del entrenador Phelps en la primera temporada de Zoey 101. Entre sus últimos trabajos está Leyendas del mañana (2018) donde hace del padre de Nate Heywood, y Trollhunters, serie en la que trabajó en 2016.

Lo que la historia ha omitido

Actualmente existe un intenso debate sobre la sexualidad que ha provocado la aparición de nuevas investigaciones junto a conceptos o clasificaciones diferentes que están comenzando a emerger contra los estereotipos sociales. Antes de meternos de lleno en ello, mejor empezar desde una definición: la sexualidad va orientada a dos ámbitos; sexual e identidad. Según la RAE, la sexualidad es el «conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo, o apetito sexual».

Identidad sexual. Fuente: Diario Sur

Todas las personas tenemos un género, un sexo y una orientación que, si bien se relacionan entre sí, son diferentes. Por ejemplo, existen dos tipos de identidad: una sexual (el sexo biológico otorgado al nacer a partir de la interpretación de nuestros genitales) y de género (identificación de una persona con una identidad masculina, femenina o andrógina, que es el encuentro de ambos rasgos sin que exista dominancia de uno u otro).

Sin embargo, la sociedad y su cultura influyen de manera directa en la concepción del género, llegando a crear los llamados “roles de género”, pues va más allá de lo biológico, el ser hombre o mujer está ligado a la forma de comportarse o de vestir, por ejemplo.

Esta concepción hoy en día es algo que se está rompiendo, aunque su lucha lleva consigo muchos años. Comenzó como una reivindicación por parte del colectivo homosexual, quienes pedían ser tratados igualitariamente tanto en el ámbito social como en el de oportunidades, y se ha convertido en lo que es ahora: el colectivo LGTBIQ+ luchando por poder expresar su sexualidad libremente, su identidad y sus preferencias sexuales, y contra el desprecio que se sigue manifestando hacia ellos.

Manifestación de la Gay Activist Aliance. Fuente: LGTB Media Spectatorship

La ciencia que estudia el Hecho Sexual Humano, es decir, el concepto de sexología, aparece por primera vez vinculado al pensamiento feminista y el género a finales del siglo XIX, de la mano de Elizabeth Osgood Goodrich Willard, con un enfoque biológico, para clasificar los dos sexos y sus características. A la vez, la medicina comenzaba a regular los estudios en relación con la sexualidad –aunque siempre entendiéndola como la práctica heterosexual conyugal y reproductiva–. Esto hizo que fuera quedaran otras atracciones sexuales, pues aún se entendían como “enfermedad mental”.

A principios del siglo XX, un grupo de sexólogos comienzan a abrir el enfoque a la diversidad. Se fundó la Liga Mundial por la Reforma Sexual que reivindicaba derechos para la comunidad, comprensión científica hacia la constitución sexual o reformas legales y sociales para eliminar los peligros de la prostitución, entre otros objetivos.

La revuelta más conocida y la que sin duda, marcó un antes y un después, fue la de Stonewall Inn en 1969. Un grupo de policías realizó una redada en el bar Stonewall para sacar de allí a los clientes, todos de dicha comunidad. Sin embargo, estos se defendieron ante tal injusticia, obligando a los policías a refugiarse dentro del bar. Tras esa noche, los gais y lesbianas se unieron en organizaciones, como Gay Activists Alliance y Gay Liberation Font, precursoras del primer Desfile Gay como conmemoración del aniversario de la revuelta.

Revueltas de Stonewall. Fuente: El cierre digital

En España, en 1970, surgió la primera acción clandestina por los derechos homosexuales: Movimiento Español de Liberación Homosexual. En contraposición, ese mismo año se habían aprobado penas de prisión o internamiento psiquiátrico para los homosexuales.

Con el surgimiento de la enfermedad del SIDA, el colectivo transexual y homosexual retrocedió aquellos pasos que había conseguido dar, pues su origen se asoció a las relaciones entre personas del mismo sexo y entre transexuales. No fue hasta el 17 de mayo 1990 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la homosexualidad no era una enfermedad. Miles de personas se lanzaron ese día a las calles para celebrar esa victoria a pesar de que el terrorismo contra la comunidad estaba aumentando. En 1999, ocurrió el atentado de Admiral Duncan llevado a cabo por un terrorista de extrema derecha quien acabó con la vida de tres personas que se encontraban en el local, un sitio que en nuestros días, es un símbolo para la comunidad LGTBQ+ londinense.

Tras ello, en 2001, Holanda aprobó el matrimonio homosexual. Le siguieron Bélgica en 2003, Canadá y España en 2005 y Sudáfrica en 2006, entre muchos otros. Actualmente está permitido en 28 países, entre los que están Reino Unido y Costa Rica, los últimos en aprobarlo a principios de este mismo año.

La OMS declara que la homosexualidad no es una enfermedad. Fuente: El Mundo

Por otro lado, aparece la figura de Michael Dillon, que tras recibir la primera cirugía de reasignación de sexo en 1939, pudo llegar a ser él mismo. Dilon fue el encargado, años más tarde, de operar a Roberta Cowell, la primera mujer trans británica conocida en someterse a la misma operación. De hecho, existió una mujer trans antes de ella, Lilith, que no pudo seguir viviendo tras haber sido operada y su registro no consta en ningún lado. La muerte de Cowell se dio en 2011, tras una larga vida luchando por los derechos de las personas transexuales.

Más recientemente, en 2018, el presidente alemán, Frank-Walker, se disculpó a la comunidad por los crímenes cometidos durante el Holocausto. El mismo año, la OMS expulsó la transexualidad de la categoría de trastorno psicológica y pasó a ser una cuestión física.

“Les pido perdón por ello. Por el dolor y por la injusticia pasados y por el largo silencio que le sucedió”

Frank-Walker, presidente de Alemania

Hoy en día somos conscientes de que que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no están ligadas únicamente a la reproducción, sino que son una variante del comportamiento humano, también unida a la identidad como ya hemos explicado. La sexualidad mantiene una estrecha relación con los derechos y la dignidad de la persona, un camino que la sociedad todavía está protagonizando, y que aún seguirá recorriendo, puesto que supone plantear otro enfoque de los derechos humanos: la sexualidad está relacionado con el ámbito social, cultural, político y económico. Al fin y al cabo, los grandes cambios llevan su tiempo.

Sara Torres: «Mi intención es que los personajes del colectivo tengan un lugar donde desarrollarse libremente»

Recientemente hemos tenido el placer de poder entrevistar a Sara Torres –también conocida como @setapta en redes–, una diseñadora gráfica que está emergiendo gracias a sus ilustraciones fantásticas e introspectivas. Nos cuenta acerca de esta disciplina y cómo se desarrolla a sí misma a través de sus creaciones.

Para empezar nos gustaría felicitarte, tienes una gran comunidad de personas que apoyan tu trabajo y lo aprecian. Hoy en día hay nuevas formas de arte que están emergiendo gracias a las nuevas tecnologías, ¿piensas que el diseño gráfico es útil actualmente?

Referente a las nuevas tecnologías y demás, es verdad que han facilitado lo que son procesos creativos tanto de comunicación como de poder crear nuevas formas de expresarse, de comunicar cualquier tipo de mensaje. Esto pasa tanto en el diseño gráfico como en la propia ilustración, y muchos medios más como en la escritura, revistas, etc. en todo tipo de medios en los que se comunica algo, la tecnología es principal y ayuda de muchísimas formas a lo que es el crecimiento de estas.

Vemos que habitualmente se aplica más en el ámbito de publicidad y marketing, ¿crees que puede darse su uso en más campos además de estos?

Yo creo que se utiliza en muchísimos más de lo que pensamos así, a grosso modo. Desde editoriales como son libros, revistas y demás, hasta cualquier tipo de publicidad, como dices tú, pues también tiene formas de diseño gráfico en branding, en cualquier marca. Todo está maquetado y diseñado.

También pasa en la música, en moda… se sabe que las herramientas que lleva el diseño gráfico no son solo para plasmar una imagen en un sitio, sino también para comunicar un mensaje de forma visual y gráfica, que se entienda fácilmente.

Ahondando más en ti, concretamente, ¿cómo supiste que querías dedicarte a esto? ¿Tienes algún referente?

Pues, yo es verdad que siempre tuve como una especie de inclinación hacia el arte, me gustaba verlo y hacerlo. Desde pequeña siempre estuve pintando y ya cuando llegué a bachillerato y había que pasar a la universidad, dije “¿qué hago aquí ahora?”. Me gustaba la carrera de Bellas Artes, pero era demasiado amplio para lo que yo me quería dedicar. Por un momento casi me metía a Ilustración, pero claro, era un grado superior y el sistema educativo aún no estaba tan desarrollado en ese ámbito.

Estuve investigando por varios sitios lo que era el diseño gráfico y descubrí que, aparte de la parte visual que era lo que a mí me interesaba, también tenía una parte práctica. Al final el diseño sirve para algo más, y me llamó la atención por eso, porque va mucho más allá a la hora de intentar solucionar problemas y es de lo que se habla todo el rato. Cuando te preguntan sobre el diseño gráfico pues te dicen “es una herramienta para solucionar problemas, comunicaciones y demás”.

A la hora entonces de investigar por tu cuenta, ¿hubo algún artista que te llamara la atención lo suficiente como para decir “es mi referente”?

No creo que tenga un referente como tal. Sí que considero el diseño como una herramienta que utilizo yo para lo que hago diariamente, ¿no? Uso lo que he estado estudiando todos estos años. Aunque sí es cierto que me derivo más hacia la ilustración y mi trabajo está más basado en eso, en crear a partir de la ilustración. En este tema sí me acerco más a artistas como son Basquiat –artista estadounidense–, pues me gusta mucho el neoimpresionismo que usa, el arte contemporáneo en general, más dedicado al dibujo y a lo plástico, y también me llama la atención Egon Schiele –pintor austriaco contemporáneo–.

Has comentado antes que el diseño gráfico es una herramienta para solucionar problemas, ¿cuáles son?

Bueno, es lo que se estudia realmente. Desde el principio te dicen “todo es diseño” porque, de alguna forma, el diseño gráfico sirve para arreglar problemas comunicativos. Por ejemplo, quieres expresar en una campaña publicitaria de moda o en la portada de un libro lo que es tu marca, el por qué estás haciendo esto. He dicho antes que no consiste solo en plasmar una imagen, sino también buscarle un significado y demás. En ese caso, el diseño gráfico es una forma de estudio de la periferia, donde convergen muchas disciplinas.

En relación con tus trabajos, hemos visto que eres muy versátil en cuanto a estilos y formas de recreación de tus ideas, ¿cuál crees que es tu fuerte dentro de todos los estilos?

Es cierto que tengo como muchas cosas, y me reconozco en muchas de ellas, pero la que más me representa o con la que más cómoda me siento expresándome es la menos figurativa. Es decir, están estos dibujos que no son directamente retratos de una persona, sino que mediante diferentes recursos gráficos que he ido adquiriendo a lo largo del tiempo, intento mandar un mensaje de las cosas que me pasan o pienso a través de ellos, de la forma menos literal posible. Me gusta además acompañarlo del discurso poético, con textos que yo escribo para, de alguna forma, intentar mandar un mensaje o contar algo, que al final es para lo que utilizo este medio.

Por lo que acabas de decir, veo que compartes la idea que muchas personas tienen, y es que el artista se plasma en lo que hace, que incluye sus ideas, sentimientos y experiencias.

Sí, creo que todo tiene algo de nosotros, tanto como si solo dibujas retratos, hay una parte de ti que siempre está dentro de tu trabajo. Creo que nos reflejamos incluso bastante más de lo que nos gustaría en nuestro trabajo, al final casi es parte de ti y de lo que eres.

“Incluso bastante más de lo que nos gustaría”, supongo que el reflejarte en tus trabajos tendrá sus partes positivas y negativas, pero ¿crees que pueda malinterpretarse y al final se convierta en algo completamente negativo?

Malinterpretaciones siempre va a haber. Si alguien quiere ver las cosas de forma negativa lo va a hacer. Obviamente si tu discurso en cualquier ámbito no es perjudicial y tú no vas con esa intención de querer hacer daño o querer hacer algún tipo de sátira un poco hiriente, no tiene por qué ser perjudicial. Ya es según el enfoque que cada uno le dé a su trabajo, si es más introspectivo acerca de uno mismo y cómo yo me desarrollo en ciertos temas, pues no tiene ningún tipo de fin negativo. Todo depende de cómo trates tu trabajo y lo que cuentes, obviamente hay que tener tacto.

En tus creaciones se aprecia una amplia gama de personajes o situaciones, ¿de dónde te viene la inspiración?

Sí es cierto que tengo como dos partes en las que uso personajes. Está la primera, que es más fantasiosa con historias de elfos y personajes originales que creo y a los que les doy nombres, algo así como plasmar mis gustos más socialmente aceptados. Es decir, tener la oportunidad de usar personajes propios para contar tus historias es como, pues igual que nos gusta ver cine o series, tener la posibilidad de que esas historias reflejen mis gustos.

Respecto a la otra parte, que es más poética e introspectiva como te decía, sí que intento que sea más como una forma de hacer personajes menos literales, que sean representaciones de ciertos miedos. Por ejemplo, hay un personaje que es Marlene al que doy diferentes formas y puntos para identificarla. Marlene tiene una corona de espinas que uso para darle un discurso más etéreo; no quiero que sea la representación de una persona que me ha hecho tal cosa, sino más un sentimiento y un cómo me relaciono yo con mi mundo. Darle un nombre y descentralizarlo de ciertas ideas.

¿Entonces Marlene sería como una representación tuya?

No exactamente, aunque sí tiene una parte de mí. Es algo que llevo pensado bastante tiempo. Marlene podría llegar a ser la representación de cómo me relaciono con las cosas que suceden en mi vida llevada al extremo. De esta forma, Marlene se convierte en una antítesis de mí y así consigo separarla, es casi tan fuerte que llega a ser un ente aparte de lo que yo soy. Por eso a veces la dibujo en autorretratos que hago y de alguna forma con ella a mi lado, como una metáfora un poco extraña.

También me has hablado de historias y personajes fantásticos. Vemos a otros ilustradores que usan como inspiración un mundo ya creado y a partir de ahí desarrollan su historia. En cuanto a ti, ¿qué enfoques das a tus trabajos?

No creo que el enfoque sea el referenciar algo que ya existe. A mí me gusta más coger a esos personajes y plasmar realidades que a lo mejor, en lo que son las típicas series o películas, ni siquiera se contemplan.

Yo hablo mucho de la sexualidad desde el género y por ello, mi intención es que los personajes del colectivo tengan un lugar donde desarrollarse libremente y evitar lo que hacen en muchas series ahora, que es ponerles como único problema que son del colectivo LGTB y desarrollar su historia a partir de ahí. Yo intento coger otro punto de vista: los personajes son lo que son, se relacionan de forma libre y sus problemas son otros. Es como intentar normalizar a las personas del colectivo y que puedan relacionarse con otras cosas, no solo con su propia identidad, aunque esto sea una parte importante para ellos.

Podríamos decir que ligas tu trabajo a la identidad sexual y al colectivo, ¿no?

Sí, intento englobarme bastante en ese tema. El darles un punto y que se desarrollan como tengan que desarrollarse.

Hemos visto que haces colaboraciones con otros artistas, ¿cómo os soléis coordinar?

Las colaboraciones que he hecho hasta ahora son muy sencillas, con personas que ya conozco, amigos míos con los que hablo por chat y digo: “Oye, vamos a hacer un dibujo. Yo hago las líneas y tú lo coloreas”. Son procesos muy sencillos y se llega a un consenso rápido, algo como buscar una escena y pensar en el enfoque que queremos darle, eso sí se llega a hablar. Son trabajos muy cercanos que casi se hablan en el momento, y son una forma de crear cosas diferentes juntos, que siempre está muy bien.

Por último queremos saber sobre tus proyectos. Tienes una tienda online en la que vendes tus productos, pero aparte de eso, ¿algún otro trabajo en mente?

Me alegra que me lo preguntes, porque sí. Estoy ahora mismo trabajando con un amigo mío para intentar sacar proyectos nuevos que se alejan un poco de lo que estoy haciendo, me refiero a colgar algún dibujo en redes y ya está. Busco algo más como desarrollar un concepto. Si hay suerte, para este curso académico 2020/2021 a lo mejor sale algo, así que a ver qué tal, tengo muchas ganas.

Has dicho que se trata de desarrollar un concepto, ¿podemos saber un poco más del tema antes de despedirnos?

No tengo muy claro si puedo decir algo todavía. Sí que hay varios proyectos a la vez y te puedo decir que son cosas que ya he tratado: un discurso introspectivo para saber qué pasa conmigo y darle un medio nuevo que no he trabajado hasta ahora. Luego hay otro del que ya había mostrado algunas cosillas, con el mismo concepto, pero va a pasar a otro formato que sorprenda, más por dónde está que por lo que cuenta, para darle un discurso más grande. Hay varios en marcha y estamos trabajando en ello.

¿El cine no es para todos?

La audiencia no suele consumir el llamado “cine de autor”, ya que suele salirse de los patrones de Hollywood, es decir, películas coherentes con una narrativa usual y planos convencionales. De lo que hablamos es de largometrajes que no se ciñen a unos límites concretos, sino que juegan con el tiempo de narración, los ángulos e incluso con los detalles (vestimenta, decoración, escenario) que componen una escena. El director es el artista y protagonista, pues suele dar su propia visión acerca del mundo en el que vive. Eso es el conocido “cine de autor”.

Ahora bien, ciñéndonos a esta definición encontramos multitud de películas conocidas e incluso de culto en las que dudamos sobre su origen. En estos casos, son los mismos directores quienes nos guían en un sentido u otro: ¿es esta película independiente o no lo es?

Para abordar esta pregunta, os propongo una serie de películas, más o menos conocidas, que pueden aclarar algunas dudas en relación con el término.

¡Alerta spoilers!

La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013)

Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux en «La vida de Adéle» (fotogramas.es)

Francia se caracteriza por llevar esta definición a otro nivel, con películas que han conseguido destacar y gustar a la audiencia, más allá de unos pocos espectadores complicados. Ejemplos son Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001), la famosa Intocable (Olivier Nakache y Éric Toledano, 2011) o la película sobre la que os voy a hablar a continuación.

Adaptación de Blue, la novela gráfica escrita por Julie Maroh, La vida de Adéle cuenta la historia de Adèle, una joven chica francesa la cual se enamora de Emma. Esta relación la llevará por un camino de autodescubrimiento sexual y a una lucha interior que afectará a su vida.

Tuvo un gran éxito en el Festival de Cine de Cannes en 2013, y una gran repercusión mediática y social debido a la problemática de una relación homosexual. Y aunque su propuesta inicial ahora puede parecer un auténtico cliché, Kechiche supo cómo captar la esencia de lo que ese amor juvenil significó para Adèle.

Con ello, esconde una increíble metáfora en torno al color azul (color del pelo de Emma) y el autodescubrimiento: poco a poco este color va tomando mayor protagonismo a medida que Adèle consigue asimilar ese cambio interno.

Por otro lado, destaca la escena sexual a la que el director concede una mayor duración. De esta forma, se aseguraba de mostrar la belleza especial entre dos cuerpos rozando piel con piel por primera vez, una experiencia que definiría la relación entre Emma y la protagonista. No solo contento con eso, se aseguró de que cada escena entre ambas jóvenes resonara en el espectador, buscando una apreciación del erotismo sensorial que hace sobresalir a la película.

No es una narrativa que se ciñe únicamente al amor entre dos chicas, sino que pretende destacar y maximizar cada elemento de su relación, extrapolándolos a la crítica de unos prejuicios por los que se guía una parte de la sociedad.

Estoy pensando en dejarlo (Charlie Kaufman, 2020)

Fotograma final «Estoy pensando en dejarlo» (fotogramas.es)

¿Estamos dentro de un sueño, en la imaginación de una persona o todo lo que está pasando es real? Esa es, posiblemente, la pregunta que cualquier espectador se hace mientras ve esta película, cuyo desarrollo y final deja un regusto amargo en la boca de cada uno.

Definirla es complicado, sin embargo, un resumen rápido podría ser el siguiente: una mujer se plantea cómo dejar a su novio el día que va a conocer a los padres de este, un viaje que la llevará a replantearse hasta su propia existencia.

Charlie Kaufman (creador también de la famosa película Synecdoche, New York) juega con el espectador durante las dos horas de película, intercalando escenas confusas con diálogos largos y filosóficos con los que pretende hacer pensar al espectador (hacerlo reflexionar sobre su propia concepción de vida) y colocar preguntas que giran en torno a la narrativa. Todo esto para complejizar una historia completamente lineal, que esconde un significado de lo más simple.

Esta característica hace que el director se apropie completamente de la historia, la cual deriva de la novela de Iain Reid, planteando un paralelismo entre lo que está pasando y lo que «podría haber pasado si…» pues hasta los propios personajes nos incitan a pensar que no todo lo que estamos viendo es real.

El director juega con los planos, sobre todo, a la llegada de la pareja a la casa, colocando bruscos cambios entre una escena u otra: diferentes colores de la camisa del padre, edades diferentes de los personajes en cada momento, etc. Incluso la protagonista, «Lucy», comienza a dudar de su propio nombre de tantas veces que se lo cambian.

Estoy pensando en dejarlo añade multitud de referencias con las que Kaufman se siente orgulloso pues, argumenta, «es una película para unos pocos». Estas referencias llegan desde películas como Una mujer bajo la influencia (John Cassavetes, 1974), poemas de Eva H.D. y William Wordsworth o musicales (¡Oklahoma!) entre otras. Todo esto para llegar a la conclusión de que las personas estamos hechas de referencias. Visto está en la escena en la que «Lucy» llega a la habitación de Jake y ve todo aquello que su novio ha asumido en su personalidad.

No es la primera vez que realiza películas del estilo, Synecdoche, New York es otro ejemplo con el que describe el Síndrome de Cotard y nos plantea, de nuevo, preguntas acerca del estado del protagonista y su relación con el resto de personajes, cuyas respuestas están abiertas a diferentes interpretaciones.

Big Fish (Tim Burton, 2003)

Jessica Lange y Ewan McGregor en «Big Fish» (Vogue)

Tim Burton siempre sorprende con sus películas, cada una dotada de una esencia propia. Big Fish no es la excepción: un cuento narrado por William Bloom, padre de Edward Bloom, quien añade hechos fantasiosos a la historia de su vida.

Adornada con elementos románticos y fantásticos dentro de una realidad cotidiana, la película consigue llegar al espectador de una forma simple, a diferencia de las anteriores comentadas, sin dudas que resolver o situaciones complejas. Transmite, en su totalidad, la belleza de la vida (con sus buenos y malos momentos) a través de escenografías trabajadas y colores llamativos.

La perspectiva que Burton comparte, al igual que en muchos de sus trabajos, es la de dejar volar la imaginación propia. La vida puede ser aburrida si uno no le añade la creatividad suficiente, y como bien añade Albert Finney, quien interpreta a Edward Bloom de mayor: «La gente cuenta sus historias de forma lineal, es menos complicado, pero también es menos interesante».

Así, la película se desarrolla a través de anécdotas exageradas sobre el amor, la independencia, la madurez y la felicidad. Una historia simple, pero que juega con el tiempo y los escenarios, elementos que forman la marca de agua del director.

Existe un catálogo extenso de películas pertenecientes al cine de autor que, sin duda, se adaptan al gusto del público. No es «cine complicado» ni «poco lógico» y mucho menos, «no tiene nada que ofrecer». De hecho, grandes películas de este género incluyen una variedad de reflexiones y críticas sociales, interesantes de ver y escuchar.

Abiertamente recomendado y, si tenéis curiosidad por conocer más películas del estilo, podéis visitar el siguiente enlace: https://macguffin007.com/2020/04/08/recomendaciones-cine-de-autor/