5 veces en las que el doblaje de «famosos» funcionó

A raíz del reciente estreno de Space Jam: Nuevas Leyendas y la polémica del doblaje de Lola Índigo/Lola Bunny, así como el reflote en Twitter de ejemplos tan (des)afortunados como el Nobita de Mario Vaquerizo, Fernando Tejero como el protagonista de El Espantatiburones o el Grimmel de Melendi, desde Voz Nueva hemos considerado oportuno repasar algunos casos en los que el doblaje realizado por celebrities tuvo una calidad reconocible y digna de aplaudir.

Los actores Michelle Jenner y Tito Valverde formaron parte del doblaje del videojuego Heavy Rain. Fuente: 20Minutos

Antes de empezar, conviene aclarar que quien escribe no está precisamente a favor del «famoseo» en el doblaje. Es algo incoherente la inclusión de deportistas, cantantes, modelos, cocineros, estrellas televisivas y, en general, de cualquiera que no ha pasado nunca por el atril antes de firmar su cheque. El doblaje es una labor artística que no está lo suficientemente valorada en España, pese a la enorme calidad de sus profesionales.

Por un lado, se entiende que tiene que resultar especialmente hiriente que el famoso de turno llegue a eclipsar el show, a «robar» la oportunidad a otros que llevan años formándose y, por supuesto, a recibir una remuneración que no se rige por convenio sino por el caché de la estrella en cuestión. Sin embargo, al César lo que es del César: ciertos intérpretes y humoristas (los únicos con cierta formación dramática previa) han sabido dar la talla a la hora actuar con su voz como único instrumento. Por ello, considero que el reconocimiento es merecido, sin olvidar en ningún momento que los profesionales en la materia deberían ser la primera opción.

Remarcado esto, y antes de comenzar con el conteo, decir también que se han descartado todos aquellos actores y actrices que comenzaron en doblaje y que, posteriormente, alcanzaron la fama a través de algún trabajo televisivo, teatral o cinematográfico. Así, no contabilizarán grandísimos actores y actrices como Michelle Jenner, Ana Wagener, José Luis Gil, Luis Varela, Eduard Farelo, Constantino Romero, Fernando Guillén, Pedro Casablanc o Joan Pera (por mencionar solo a unos cuantos).

Josema Yuste-El Genio en Aladdín

Josema Yuste junto al Genio de Aladdín. Fuente: as.com

Sin duda, conviene empezar por quien puso de moda el star-talent dentro del mundo del doblaje. El fichaje de Robin Williams para una de las cintas más emblemáticas de Disney fue, en su momento, más que comentado y notorio. De hecho, se usó como reclamo publicitario por parte de la «Casa del Ratón», lo que enfureció enormemente al cómico (al respecto de esta cuestión, Lindsay Ellis tiene un vídeo muy interesante…).

El Genio fue animado a raíz de las múltiples improvisaciones e imitaciones por las que Williams era tan conocido; con lo cual, para su versión española, Yuste tuvo que enfrentarse a una tarea harto complicada: estar a la altura de un personaje creado por y para otra persona. Con todo, logró hacer «suyo» al personaje y, a pesar de casi 30 años desde aquello, una considerable parte del público recuerda todavía con cariño su particular interpretación.

El integrante de Martes y Trece nos brindó un genio de la lámpara histriónico, bobalicón, lleno de energía; capaz de cantar (dos momentos que tiene para lucirse en la cinta), imitar a Groucho Marx, a una azafata de vuelo (con cierto deje argentino) y, acto seguido, balar como una oveja. El Genio implicaba registros muy variopintos y alocados pero, por encima de todo, mucho corazón. Precisamente, la escena final en la que Aladdín lo libera y se despiden todavía puede sacar alguna que otra lagrimilla al espectador y, en gran medida, se debe al matiz tierno que Yuste le aporta con su voz («Tú siempre serás un príncipe para mí «).

Posteriormente y, a diferencia de Robin Williams (quien regresó tras el desengaño con Disney en la tercera película), Yuste retornaría para la primera secuela «directa a vídeo» de Disney: El retorno de Jafar (Stones, 1994). Sin embargo, luego no doblaría al Genio ni en la serie animada ni en la última película, siendo sustituido por el versátil y «genial» (chascarrillo fácil) Pep Antón Muñoz.

En cualquier caso, Yuste fue de los primeros «famosos» en doblar y realizar un trabajo destacable. Se ganó el cariño y respeto de muchos espectadores, a pesar de tener que hacer frente a un titán de la comedia como el añorado intérprete de Hook (Spielberg, 1991). Además, ha doblado a otros personajes animados como al simpático robot B.E.N. (Martin Short) en El Planeta del Tesoro (Clements & Musker, 2002) o a la inmensa mayoría de secundarios en la gamberra y ácida Team America: La policía del mundo (Parker, 2004).

Anabel Alonso-Dory en Buscando a Nemo

Anabel Alonso durante el doblaje de Buscando a Dory. Fuente: Fotogramas

Esta pez cirujano azul despistada, parlanchina y olvidadiza contaba con la voz de la presentadora Ellen DeGeneres en versión original. Aquí, la elegida para encarnar al encantador personaje fue Anabel Alonso, quien por aquel entonces interpretaba a Diana Freire en la popular sitcom 7 vidas (1999-2006).

¿Qué decir de su labor en esta película? La mímesis con el original es, prácticamente, imperceptible. Y, precisamente, muchos actores de doblaje a menudo apuntan a que su trabajo se puede calificar como «bueno» cuando no se percibe el «engaño»; o sea, la sustitución de la voz original. Efectivamente, Anabel Alonso sonaba tan natural como Dory que casi parecía que lo hubiesen escrito para ella. Desde su forma de hablar acelerada hasta sus constantes desvaríos, pasando por sus apartes o paréntesis en mitad de una frase para aclarar su revuelta mente… ¿Y cómo olvidar los cantos del personaje cuando habla «balleno«? Fue un doblaje, sencillamente, icónico y que, a ojos (más bien, oídos) de este humilde espectador, superaba con creces a la versión original.

No debía ser el único que lo pensaba pues, cuando se anunció la secuela de Buscando a Nemo (Buscando a Dory) y se especuló que la intérprete no regresaría para doblar al pescadito, se armó tal revuelo en redes que Disney tuvo que salir a calmar a las masas. Esto demuestra que, pese a lo olvidadizo del personaje, supo labrarse un hueco en la memoria colectiva (y en el corazoncito) del público. Y es que hay demasiadas frases de Dory que, enunciadas en la boca de Anabel Alonso, hacen sonreír a niños y adultos por igual: «Sigue nadando, sigue nadando, nadando…» o «Voy a P.Sherman, Calle 42, Wallaby, Sidney«, por citar un par.

Por otra parte, aunque Dory fue el rol con el que la actriz ganó una muesca en su revólver, otra simpática incursión de su carrera en el mundillo del doblaje llegó en forma de una ardilla hiperactiva, Balita, personaje de La increíble ¡pero cierta! historia de Caperucita Roja (Edwards, 2005). No obstante, en este papel costaba reconocerla, puesto que alteraron el pitch de su voz y se lo aceleraron, a excepción de un momento del film que me resisto a destripar…

José Mota-Mushu en Mulán

José Mota doblando en la película animada Ozzy. Fuente: Atresmedia Cine

Un claro ejemplo de que la similitud con la voz original no es lo que se debe priorizar en doblaje, sino la habilidad para «pegarse» a los labios y aura del personaje en cuestión. Ciertamente, la voz de José Mota no podía diferir más de la de Eddie Murphy, pero el comediante fue capaz de captar «el núcleo» de Mushu, es decir, la esencia del personaje. El dragoncito es un charlatán astuto, con mucho carácter (debido a las constantes vejaciones por su tamaño) y algo cínico; un espíritu animal que busca recuperar su estatus entre los ancestros de la protagonista y que, a pesar de sus meteduras de pata, improvisa y los corrige sobre la marcha (a la escena en la que decapita al Gran Dragón de piedra me remito).

A pesar de que Mushu fue creado a partir de la personalidad de Eddie Murphy, el integrante de Cruz y Raya consiguió llevárselo a su terreno sin necesidad de apropiarse del personaje y actuar como le viniera en gana. Aún teniendo timbres tan distintos es fácil apreciar, tras diferentes visionados y comparativas, que Mota sabe encontrarle el punto exacto a Murphy como para entonar y replicar sus emociones sin copiar su timbre. Tan resultona tuvo que ser la simbiosis como para que el experimento se repitiese en Shrek (Adamson & Jenson, 2001), en un rol igual de cómico pero algo más cargante (adrede) como era el memorable y (también) bocazas Asno.

Sin embargo, lo que verdaderamente es digno de aplaudir de Mota, además de su talento delante del micrófono, es su enorme respeto hacia la industria del doblaje. En multitud de entrevistas, el cómico ha profesado su amor por esta profesión, aplaudiendo la labor (a menudo, ninguneada) de los actores y actrices de doblaje profesionales. Por ejemplo, durante la promoción de Shrek: Felices para siempre (2011).

Otros trabajos destacados del manchego frente al micrófono son el neurótico y entrañable Mike Wazowski de Monstruos S.A. (Docter, 2001), el estafador y codicioso Freddy de Las aventuras de Tadeo Jones (Gato, 2012) o el inquieto pájaro Chuck de Angry Birds: la película (Kaytis & Reilly, 2016). Mota incluso realizó una incursión en imagen real, puesto que dobló a Abe «Azul» Sapien (Doug Jones), el hombre anfibio de Hellboy: El ejército dorado (Del Toro, 2008) con un más que digno resultado.

Como curiosidad final a apuntar, pese a no regresar para la olvidable secuela de Mulán 2 (donde fue sustituido por David Robles; voz habitual de Jamie Dornan o Leonardo DiCaprio), Mota sí que retomó el papel de Mushu en una serie animada que muchos recordarán con cariño: House of Mouse (Disney Channel, 2001-2004).

Alexandra Jiménez-Scarlet Overkill en Los Minions

Alexandra Jiménez durante la promoción de Los Minions. Fuente: elmundo.es

Decir que esta actriz y comediante zaragozana es una de las grandes humoristas de nuestro país es quedarse corto. No solo ha demostrado tener una enorme variedad de registros, actuando en dramas como Las distancias (Trapé, 2018), thrillers como la miniserie El inocente (Netflix, 2021) y comedias como Embarazados (Macías, 2016) o Superlópez (Ruiz Caldera, 2018), también tiene un carisma natural más que evidenciable en sus múltiples monólogos.

En Los Minions (Balda & Coffin, 2015) interpretó a Scarlet Overkill, una supervillana sesentera digna de la galería de villanos de los tebeos clásicos de Marvel o del Bond de Sean Connery. Con su risa maníaca, personalidad volátil y sadismo enmascarado bajo dulzura maternal, la cómica reconoció que interpretarla fue tanto un reto como un regalo. En una entrevista para la revista Acción Cine, Jiménez describió su experiencia doblando como algo «diferente» y «divertido», comentando que le encantaba la dualidad del personaje.

Desde luego, aunque la monologuista está prácticamente irreconocible en el rol, durante el visionado se percibe que quien estuvo detrás del micrófono se lo pasó en grande. Susurra, grita, ríe, encandila, amenaza, traiciona, enfurece… En resumen, todos los estados en los que nos gusta ver a una buena villana.

Sin duda, tanto el personaje (Sandra Bullock en VO) como la particular interpretación de Jiménez son lo mejor de este pasable spin-off de Gru: mi villano favorito (Renaud & Coffin, 2010). Para el recuerdo queda aquella escena en la que narra a los tres torpes Minions su «particular» versión del cuento de Los tres cerditos

Emma Penella-Edna Moda en Los Increíbles

Emma Penella recogiendo el Goya de Honor (póstumo) de su marido, Emiliano Piedra. Fuente: IMDB

Emma Penella fue, es y será una leyenda de la interpretación para nuestro país. Compaginó el teatro (empezando como meritoria en el Teatro María Guerrero) con el cine, apareciendo en películas tan sonadas como Cómicos (Bardem, 1954), El Verdugo (García Berlanga, 1960) o La estanquera de Vallecas (de la Iglesia, 1987).

Sin embargo, quienes se criaron durante la década del 2000 la recordarán con cariño por su inmensa Doña Concha en Aquí no hay quien viva (Antena 3, 2003-2006). Aquella vecina cotilla, malhumorada y sin pelos en la lengua (cómo olvidar su «Váyase, señor Cuesta. ¡Váyase! «) la convirtió en un icono para toda una generación desconocedora de su impresionante bagaje interpretativo. De hecho, parte del histrionismo (sobre todo, los gritos) y mala leche de su Concha permean hasta este peculiar personaje de Pixar. Podemos recordar, por ejemplo, la escena en la que golpea cómicamente a una llorona Elastigirl (Beatriz Berciano) y le grita para que esta recupere el espíritu aventurero y decidido de su juventud («Adoro tus visitas…»).

Con su reconocible voz rasgada y grave consiguió dotar a la diseñadora de la fuerza y personalidad propias de una diva, conservando el acento italiano de la versión original pero con un timbre distinto, claramente femenino, al fingido por Brad Bird (director de la película de Los Increíbles y quien pone voz a Edna en VO). Pese a saber en todo momento que Edna era Penella, en ningún momento «sacaba» de la película porque su voz era acorde a la personalidad de la modista (como Mota, supo captar «el núcleo» de Edna).

Tristemente, Penella nos dejó en 2007, imposibilitando su regreso para la secuela de 2018. No obstante, su legado como actriz es tan inmenso (incluido su breve paso por el mundo del doblaje) que jamás será olvidada.

Mr. Increíble: «Eres la mejor de las mejores, Edna

Edna Moda: «Sí, lo sé, ‘mio caro’. Lo sé…»

Como reflexión final, este artículo no pretende ser una defensa a ultranza de la inclusión de «famosetes» dentro del sector del doblaje, sino un reconocimiento a aquellos casos contados que, no solo han alabado el trabajo de sus «hermanos de gremio», sino que han demostrado sobradamente su esfuerzo e ilusión frente al atril.

Quizá hablar de «intrusismo» en un mundo tan subjetivo y artístico como la interpretación pueda resultar arriesgado, sobre todo teniendo en cuenta que actores más que consagrados como Christian Bale o Ben Kingsley jamás pisaron una escuela de interpretación y labraron su carrera a base de practicar (y de cierto «don» natural).

No obstante, negar que en España (al igual que en Estados Unidos) estas «elecciones artísticas» se destilan frecuentemente y que suelen ir en detrimento del público, de los profesionales, de las nuevas promesas del sector y, por supuesto, del producto original, sería mentir descaradamente. Desde luego, la última decisión no deja de estar en manos de las distribuidoras, por lo que expresar nuestro descontento y nuestro respeto hacia los actores de doblaje y el trabajo «bien hecho» nunca está de más. Es vital recalcar la palabra «respeto» porque tampoco es de recibo la cantidad de improperios y amenazas que ha recibido, por ejemplo, Lola Índigo desde redes sociales durante estas últimas semanas…

Desde luego, este último ejemplo de Space Jam 2 pone sobre la mesa una cuestión para los ejecutivos y productoras: si vais a llamar a un famoso como reclamo publicitario, por lo menos que sea alguien que haya tenido contacto previo con el mundo de la interpretación (los actores de doblaje son, valga la redundancia, actores).

En conclusión, el doblaje es y debería estar considerado como lo que es: una rama más dentro de las artes interpretativas. Por tanto, merece tanto respeto y dedicación como una actuación frente a un auditorio o la gran pantalla. Cierro con un simpático vídeo en el que el actor Gary Oldman explica su opinión respecto al intrusismo en el mundo de la actuación:

Todo sobre mi madre

Todo sobre mi madre es una película que desde que empieza hasta que acaba te mantiene fijo en el asiento como si fueras una estatua. ¿Te preguntas el por qué?
Cartel «Todo sobre mi madre» (1999). Fuente: Todo Almodóvar

La respuesta es simple, dos palabras: un genio. Pedro Almodóvar.

El cineasta, Pedro Almodóvar. Fuente: Nico Bustos (El Deseo), InfoLibre

De todos los directores del panorama cinéfilo español, hay uno que se conoce en todo el mundo, y ese es él. Aunque lo cierto es que sus historias son las que son gracias al increíble reparto que las conforman, él es el capitán que guía el barco. Difícilmente uno ve una película del director y no descubre quién se encuentra detrás. Tal vez es el juego y el uso que hace de los colores o la presencia del ya conocido “Rojo Almodóvar”. Quizá, la composición en sus planos o ese tono cómico-dramático de sus historias pero, lo que es indiscutible, es que sabe marcar su estilo y dejar su esencia en cada historia que lleva inscrita su nombre.

Fotograma de «Todo sobre mi madre», ejemplo del Rojo Almodóvar. Fuente: Todo Almodóvar

Todo sobre mi madre no es menos, y con esta obra maestra se hizo con el cariño tanto del público como de la crítica nacional e internacional. Estuvo nominada a un total de catorce “Goya”, haciéndose finalmente con la mitad, entre ellos Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Actriz Protagonista (por Cecilia Roth), y además, ganadora a “Mejor Película Extranjera” en los Óscar, Premios BAFTA y Premios César y “Mejor Película de Habla no Inglesa” en los Premios Globo de Oro, la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles y el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York.

Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Cecilia Roth y Marisa Paredes en los Premios Óscar 2000. Fuente: RTVE

El 8 de abril de 1999 se estrena la historia de Manuela (Cecilia Roth), una enfermera argentina que, tras morir su hijo Esteban (Eloy Azorín), vuelve a Barcelona en busca de “Lola” (Toni Cantó), el padre del niño. Allí se reencuentra con Agrado (Antonia San Juan), una transexual que quiere abandonar la prostitución y se pone en contacto con la hermana Rosa (Penélope Cruz), una joven que desea viajar de misionera a El Salvador frente a la negativa de sus padres (Rosa María Sardá y Fernando Fernán Gómez). Al llegar a Barcelona, Manuela se convierte en la secretaria de la gran actriz Huma Rojo (Marisa Paredes), amante de Nina (Candela Peña), una artista adicta al caballo y en decadencia. La historia de todas estas mujeres confluyen de una manera natural, dramática y cómica, siendo Manuela el núcleo central que las une.

El cuarteto principal gira en torno a Manuela, Agrado, la hermana Rosa y Huma Rojo. Cuatro mujeres luchadoras que se enfrentan a los obstáculos de la vida. En torno a las mismas, destaca el concepto de la huida: Manuela llega a Barcelona, tras la muerte de su hijo, huyendo de Madrid; Agrado rechaza una identidad que no es la que le corresponde; la hermana Rosa se aleja de una madre controladora y de la enfermedad de su padre y en relación con Huma Rojo, Nina para huir de la realidad en la que se encuentra, se droga hasta enfermar.

De una manera conmovedora, Pedro Almodóvar consigue definir con claridad la personalidad de cada una de ellas, acercándolas al público de una manera sobreacogedora.

«Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma». Agrado (Antonia San Juan) en Todo sobre mi madre.

El papel de la mujer es especialmente importante en las obras del director, y así lo refleja tanto en la historia como en la dedicatoria final de la película, que dice así: A Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider… A todas las actrices que han hecho de actrices, a todas las mujeres que actúan, a los hombres que actúan y se convierten en mujeres, a todas las mujeres que quieren ser madres. A mi madre. Un final conmovedor que Almodóvar lleva a cabo para homenajear, principalmente, a su madre y a todas las mujeres. Todo sobre mi madre es una obra feminista y reivindicativa que hace referencia a figuras femeninas del cine clásico (Eva al desnudo y Un tranvía llamado deseo) como medio para guiar la historia, en especial la segunda obra, ya que tendrá un papel esencial en el desarrollo de la historia.

Antonia San Juan, Marisa Paredes, Ceciliar Roth, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Candela Peña en el Festival de Cannes (2000). Fuente: RTVE

La música de Alberto Iglesias también posee mucha importancia junto al desarrollo de la historia ya que, con toques de jazz y vals, crea una unión con la procedencia latinoamericana de la protagonista, facilitando empatizar con ella y a su vez, apoyando al audiovisual y la narrativa.

Trailer Todo sobre mi madre. Fuente: Youtube

Todo sobre mi madre es una de las obras de Pedro Almodóvar más aclamadas por el público, pues el director muestra un cine en el que la mujer líder es una luchadora y a través de ella, conocemos una historia tan cómica como dramática y enternecedora, que difícilmente se podría conseguir de otra manera.  

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una historia tan humana y sencillamente compleja que nadie debería perderse