Ane ha sido uno de los fenómenos del cine español en un 2020 atípico para la cartelera. Este largometraje ha conseguido un aplauso casi unánime de la crítica cinéfila, ganando hasta 3 Premios Goya este año
Este éxito no es algo fortuito, Ane es un drama que ahonda en la relación madre e hija con la realidad social vasca de fondo. La primera escena ya nos pone en situación acerca del contexto de la película. Mientras trabaja como guardia de seguridad en una obra, Lide tiene que apagar un incendio provocado por un grupo de manifestantes contra la expropiación de viviendas en el barrio para construir el AVE. Cuando ella vuelve a casa, descubre que su hija, Ane, no ha dormido en su cuarto. A partir de ese momento, iniciará su búsqueda e irá descubriendo todo el mundo alrededor de su hija que desconocía.

Con esta premisa de amor materno-filial, la trama avanza poco a poco. Esta lentitud en el desarrollo inicial de la cinta puede llegar a frustrar al espectador, que en un principio se encuentra con un personaje un tanto histriónico y chillón, aunque aún no es cuando aparece el verdadero conflicto. Hasta llegar a ese punto, el guion no parece estar muy cuidado, tomando algunas decisiones que pueden descolocarnos, sobre todo al tratarse de una desaparición.
Esa falta de profundidad y algunos que otros bandazos, se empiezan a corregir y mantienen el interés del espectador, gracias a la interpretación de Patricia López Arnaiz. Ella es la verdadera estrella de la película, dando la profundidad y humanidad necesarias para entender y empatizar con un personaje que, en un primer momento, puede no despertar suficiente simpatía con el espectador.
López Arnaiz avanza desgranando las diferentes capas de Lide, sus contradicciones y su sorpresa e indignación personal ante lo que va descubriendo de su hija. La gran interpretación de la actriz la ha llevado a conseguir el Goya mejor actriz protagonista.

Sin duda, su interpretación es el principal motivo para ver esta película. Pero Jone Laspiur, en su papel de Ane, tampoco se queda atrás. Tanto es así, que la joven actriz ha conseguido llevarse el Goya mejor actriz revelación. Laspiur no solo tiene la fuerza necesaria para este papel, también capta la vulnerabilidad de su personaje, llevando al espectador a empatizar con esta adolescente llena de contradicciones con su manera de pensar y su familia.
Ambas mujeres son personajes difíciles y llenos de matices, los cuales no son explotados del todo y tardan mucho en salir, dando en un primer momento una sensación de tópico, hasta que las interpretaciones logran sacar las distintas caras.

La decisión de su director, David Pérez Sañudo, nominado a mejor dirección novel y ganador del goya mejor guion adaptado, de convertir la película en un drama familiar es efectiva cuando la trama gira en esa dirección, pero sufre y deja una sensación vacía cuando se acerca hacia el suspense o el retrato social.
Esto provoca que, aunque el contexto social complementa muy bien con la historia, este desaparece por momentos, dejando cabida a otros temas, como el aborto, que no son tratados con suficiente profundidad. También hay cierta desdibujación del resto de personajes, para dar protagonismo a la relación a las protagonistas, lo que provoca no entender del todo al resto de la familia o a los grupos de protestas de Ane.
Pero esta decisión, provoca generar momentos dramáticos de gran calidad, donde la cámara, aunque sea extraña su posición en un principio, ayuda a profundizar en los sentimientos de los personajes, y por tanto incita al lucimiento de las actrices.
La escena del baño, del reencuentro o el final mismamente tienen un punto de vista algo distinto a lo que estamos acostumbrados, pero que son muy eficaces. Aunque también, hay periodos totalmente borrosos como el viaje a Francia, al igual que existe un cierto alargamiento en algunas escenas, que no ayudan al ritmo de la película.

Se podría decir que Ane es un buen drama familiar con unas grandes interpretaciones protagonistas y un breve retrato de la situación conflictiva en el País Vasco en los últimos años. Pese a su falta de ritmo en ocasiones y la falta de empatía en ciertos momentos por parte del espectador, su tramo final es potente y cuenta con una dirección que consigue una serie de escenas de enorme calado.
Valoración de la película
Dos grandes interpretaciones que dan profundidad y humanidad a un relato que en ocasiones se haya algo falto de ritmo y dirección.