Isabel Gómez, una periodista ejemplar

Hemos entrevistado a Isabel Gómez, periodista con un largo recorrido en el mundo de la prensa, la radio y la televisión. Nos ha regalado un poco de su tiempo para contarnos su experiencia y para animar a los jóvenes que la carrera de Periodismo, aunque tenga sus penurias, no es un todo perdido.

Estudió periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid y luego cursó estudios de doctorado en Ciencias Políticas por la UNED. Aunque no tiene la tesis, es diplomada en Estudios Avanzados en Ciencia Política. Su especialidad, por lo tanto, es el ámbito de la política.

Está trabajando en el programa Los Reporteros y nos cuenta que está muy contenta con él. “Llevo un año y, sinceramente, es un programa maravilloso, de lo mejor que hay en Canal Sur. Hacemos reportajes reflexivos, cuidamos la imagen con esmero y tocamos todos los temas. Ahora mismo estoy con el tema de la presión sanitaria y el coronavirus, sobre todo, con historias de las secuelas que han dejado en muchos de los enfermos de la Covid-19.”

Le preguntamos a Isabel Gómez, al estar especializada en política, por su opinión acerca del periodismo de declaraciones que es, actualmente, lo que más está absorbiendo al oficio de la comunicación y la información. Y comenta que hay un completo abuso. “Hemos llegado a unos límites dónde el periodismo ya no es como tal. Estamos, incluso, emitiendo declaraciones que mandan sin preguntas. Los jefes de prensa de cada partido graban al político de turno soltando su speech con el titular que prefieren y nosotros, los periodistas, lo difundimos sin filtraciones. La información enlatada no se debe consentir. Que sean los propios gabinetes de prensa quienes hagan la información y el medio de comunicación simplemente lo difunda rompe las reglas clásicas del periodismo. Tienen que volver las ruedas de prensa para poder preguntar.”

En el Parlamento de Andalucía, por ejemplo, todavía se mantiene que los miércoles, siempre antes del pleno, los partidos comparezcan para fijar sus posiciones lo que permite hacer preguntas sobre los temas de actualidad de ese día o sobre la posición que van a tomar. “Esto pasa muy pocas veces, generalmente el periodismo consume el mensaje del político sin filtraciones. Eso es lo que quiere difundir y eso es lo que difundimos. Somos meros transcriptores. La solución no es otra que preguntar y repreguntar.” Además, explica que a la situación de precariedad del periodismo se le suma la situación de la Covid-19. “Con el confinamiento, mandan preparados y enlatados los discursos.”

Isabel Gómez en su último programa de Parlamento Andaluz. Fuente: Isabel Gómez

El periodismo actual corre a una velocidad que le impide profundizar en las cosas. Un ejemplo es la similitud entre los discursos de Donald Trump y de Santiago Abascal. Le preguntamos entonces a Gómez por los medios, si son solo unos intermediarios, ¿dónde está la reflexión? “Ha desaparecido y para recuperarla lo primero que hay que hacer es documentarse, es un fundamento principal del periodismo. Sí se está ofreciendo información sobre un partido que está dando un determinado discurso y, a la vez, hay un líder internacional que dice exactamente lo mismo, es necesario explicar las diferencias que hay entre esas dos declaraciones. Hay que contextualizar la información. Por ello, son precisos todavía los programas que puedan ofrecer reportajes para reflexionar y pensar. Y también la propia prensa escrita ya que es la que puede considerar lo que es noticia y mostrarla en un contexto adecuado.”

Sin embargo, muchas veces hay que volver atrás para entender el presente y cambiar el futuro. Cuando Isabel Gómez era estudiante había muchas diferencias con respecto ahora, sobre todo, en lo referente a la generación de los jóvenes. “La gente leía más. Pero estamos hablando de hace 30 años. Antes, no había lo que hay ahora. Hoy se tiene la información al alcance de la mano. Sin embargo, si hablamos de periodismo, era muy diferente. Yo me acuerdo de tener que recortar periódicos para poder documentarme sobre lo que iba ocurriendo en la actualidad.»

En su momento, lo que más se escuchaba era la radio y la televisión casi ni existía, no había televisiones autonómicas ni privadas. “Cuando acabé la carrera ya sí que estaban establecidas. Fue el boom de la televisión en el país, en el 84 o 85. El mundo en 30 años ha cambiado totalmente. Y el periodismo también, sus formas y métodos han variado tanto para bien como para mal.”

Se trata de la esencia. Según Gómez, eso es lo no debe cambiar nunca, el querer informar bien y de forma veraz. “Todo el mundo habla de la subjetividad o de la objetividad pero lo importante es la veracidad. Es inconcebible que se mienta.” Otra cosa diferente es la rectificación. “Hay medios de comunicación que rectifican. El País, por ejemplo. Sin embargo, es una pena porque ha perdido una figura maravillosa: el Ombudsman, el Defensor del Lector. A través de él, se le podía pedir al periódico que modificara y corrigiera la información y debía hacerlo. Pero es cierto que hay otra prensa que no hace eso jamás, pase lo que pase. Y eso no puede ser, la rectificación también es una parte del periodismo y de la vida misma.”

Pero hay más cosas en la vida de un periodista. Cómo el espíritu de innovación o la voluntad para hacer cosas diferentes. Isabel Gómez, cuando estaba todavía en la carrera, creó el Gabinete de Comunicación de la facultad, una figura que antes no existía. “Por ese entonces estaba en cuarto y quinto, y decidimos poner en marcha el gabinete. Nos empezamos a encargar de todas las jornadas y congresos que se celebraban en la facultad de la Complutense de Madrid. A partir de ahí, conocí a más gente de la facultad y conseguí una beca en la Unión de Consumidores de España para su gabinete de prensa.”

Isabel Gómez, hace un año, haciendo un reportaje del cambio climático cubriendo la cumbre de Madrid. Fuente: Isabel Gómez

No es solo estudiar —que es importante también porque un periodista sin cultura es como un submarino descapotable—, también es cosa de instinto. De moverse por cualquier sitio, buscar lo que necesite y adaptarse a lo que encuentre. “En mi época madrileña, colaboré con el periódico Lanza de Ciudad Real. Y, en verano, trabajaba en emisoras de radio de Castilla-La Mancha por temas personales: mi padre es de un pueblo de Albacete y a mí me gustaba mucho ir allí en verano. Dos o tres años antes de terminar la carrera, trabajé en una emisora privada que se llamaba Radio Surco de Castilla-La Mancha, que estaba en Villarrobledo. El último año de carrera estuve en Radio Cadena Albacete durante el verano y, por último, recibí la beca de la Unión de Consumidores. También estuve un tiempo en la revista Bauer, Ediciones Bauer, que es una de las que editaba Muy Interesante, hasta que se creó Canal Sur”.

Y aquí, este momento, cambió la vida de Isabel Gómez. “Trajeron a la facultad de periodismo las solicitudes para hacer las oposiciones. Yo me dije: “¿Canal Sur? Puff, eso está en Andalucía. Está lejísimos. Yo me quedo en Madrid o en Castilla-La Mancha.” Ni se me ocurrió echarlo. Cuando estuve en la Unión de Consumidores, un compañero me comentó que estaban buscando personal para la radio. Probé suerte. Fui a Málaga a Canal Sur Radio y me cogieron. Pensaba que iba para seis meses y, al final, me quedé.”

Gómez cuenta que su vida se desarrolló por completo en Canal Sur. “Estuve tres años en la emisora de Málaga, y luego, de las oposiciones de Canal Sur que hubo en el 92 saqué la plaza de televisión para Jaén donde estuve otros tres años. Después, durante dos años, presenté el informativo del mediodía en Sevilla. A continuación, fui muchas cosas: jefa de Política durante cinco años; jefa de Nacional; editora; presenté y coedité el programa Parlamento; redactora-jefa y, actualmente, soy redactora del programa Los Reporteros.”

Empezó con solo 24 años a trabajar en Canal Sur y aún continúa. “Cuando te metes en un lugar que te gusta, ya es muy difícil salir de ahí, sobre todo, si es una institución pública porque da más garantías sociales. Muchas más que la privada.”

Isabel Gómez haciendo su último reportaje sobre la modificación de los hábitos de consumo. Fuente: Isabel Gómez

Queriendo hablar de política, le preguntamos acerca de cómo la coalición PP, Vox y Ciudadanos, que rige ahora en la Comunidad de Andalucía, ha afectado a Canal Sur en su funcionamiento y gestión ya que, al ser una cadena pública, cuando se cambia de gobierno también se cambian a los presidentes de RTVA. “Hay muchas protestas del Consejo de Redacción y de los sindicatos sobre el tratamiento de algunas informaciones. El partido político en el gobierno siempre pone su impronta pero parece que solo estamos dominados políticamente a las instituciones públicas. En el sector privado también hay muchos intereses que toman juego. Es cierto que se focaliza mucho en la pública —para eso la pagamos todos— pero hay que preguntarse por qué las empresas privadas no son más valientes a la hora de ejercer el trabajo periodístico. Hay empresas en este país de las que no se habla nada y coincide que son las que más invierten en publicidad.”

De todas formas, el periodismo no deja de ser una carrera que pende en el hilo de la moralidad y la ética. O se hace un buen periodismo respetando el código deontológico o se hace uno malo sujeto a las leyes de otros. Según Gómez, el periodismo hay que hacerlo por vocación. “Todos mis amigos y compañeros periodistas lo son por vocación. Para hacer una carrera fácil, te metes en otras más sencillas. Tú sabes la nota de corte que te piden, es altísima. En mi época, para hacer Periodismo, necesitabas un cinco. Igual que para Ciencias Políticas, Arqueología o Derecho. Pero es cierto que antes éramos menos: había menos gente y menos universidades.”

Lo importante es la vocación: tener ganas de hacer periodismo y saber disfrutarlo. Gómez termina la entrevista con dos anécdotas que demuestran que este oficio es como hacer una hoguera: hay que buscar el lugar, los materiales y el tiempo adecuado para que arda. Y cuando arde, es cálido, acogedor y tranquilo.

La gracia de que un político no quiera una entrevista

Cuando estaba en segundo de carrera, en la asignatura de Redacción Periodística, nos pidieron que hiciéramos una entrevista a un personaje. Obviamente, todo el mundo eligió a alguien cercano a ellos. Pues a mí, como no, se me metió en la cabeza entrevistar a José Bono, el expresidente de Castilla-La Mancha. Le mandé una carta diciéndole que quería hacerle una entrevista —yo conocía a su jefe de gabinete por unos familiares míos— y el hombre me contestó que era imposible ya que tenía la agenda ocupada.

Estaba desanimada pero, entonces, pude enterarme de que Bono iba a ir al pueblo de mi padre a hacer una intervención allí. Fui corriendo para allá. El primo hermano de mi padre era el alcalde —era socialista—. Yo intenté entrar por algún lado para poder hablar con Bono pero no me hacían caso —mi primo me miraba pensando «esta chalada que hace»—. El marido de mi prima, que era el jefe de la oposición del PP, en ese momento me vió y me llevó con él para sentarme… ¡en la misma mesa con toda la corporación municipal! Estaba muerta de vergüenza, yo ahí, con ellos, todos cenando. Y encima mi primo mirándome mal. Eso sí, le hice la entrevista a Bono.

¿Y la cámara?

Cuando era jefa de Política, estaba encargada de seguir a Manuel Chaves. Todas las empresas públicas tienen a un periodista que sigue al presidente, otros a la Casa Real, etc. Pues fuimos a Cuba en un viaje político. Yo estaba sola, sin cámaras ni nada, porque lo que hicimos fue contratar a cámaras cubanos. Chaves fue a visitar a Fidel Castro sin embargo a nosotros no nos dejaban verlo. Nos mandaron al hotel donde estaban todos los periodistas que seguían a Chaves y nos quedamos allí. A los cubanos les dije que se fueran a sus casas porque no iban a poder hacer nada más. Ya entrada la noche, mientras terminábamos de cenar, nos llamó el comisario político —lo puso el gobierno cubano para tenernos controlados— para decirnos que Fidel Castro estaba dispuesto a vernos.

Estuvimos hasta las 3 de la mañana con él. Nos preguntó por el conflicto de pesca que había en ese momento entre Marruecos y la Unión Europea; nos contó el tema de los misiles cubanos con Kennedy, y más cosas que ya no recuerdo. Estaba muy nerviosa, no solo por verlo sino también porque era la televisión y no tenía cámara para grabar. Al final, me doy cuenta de que la cámara institucional del gobierno cubano estaba grabándolo todo así que cuando estaba terminando la entrevista hablé con ellos diciéndoles que necesitaba sus imágenes urgentemente. Fidel me vió y se acercó, me cogió de los hombros y me preguntó que qué problema tenía. Yo le contesté que necesitaba esas imágenes —tengo una foto con Fidel cogiéndome de los hombros y yo pidiendo las imágenes—. Entonces, Fidel me preguntó por mi hotel y le dije que estaba en el Hotel Meliá Cohíba. “Quiero una copia inmediatamente para esta señorita en el Hotel Cohíba”, dijo él. Cuando llegué al hotel, ya tenía la cinta.

La tristeza de un jueves 11

Una de las experiencias periodísticas más importantes de mi vida fue cubrir el 11-M. Pude grabarlo porque estuve en Madrid de casualidad ya que iban a operar a mis padres. Todos pensamos que era un atentado de ETA así que me fui corriendo al Hospital Gregorio Marañón y desde allí empecé a emitir con solo un teléfono, una agenda —de mi hermano porque era lo único que encontré por allí— y un boli. Entre por teléfono en un programa especial que abrimos y comencé a contar todo lo que estaba sucediendo. Fue muy impactante. A los dos días, tuve que volver para hacer las elecciones generales y cuando terminé, tenía tanta tensión guardada que no pude parar de llorar. Era horrible.

Ese día, ya sabíamos que no había sido ETA sino Al-Qaeda tras transmitirse la información de que la furgoneta Renault Kangoo había sido encontrada en el tren de Alcalá de Henares. Sin embargo, la mayoría de los periódicos nacionales salía con portadas con la frase de “¡ETA asesina!”. Hasta el sábado no se reconoció que eran los yihadistas. Ahí se definió el periodismo, se notó la gente que hizo bien su trabajo y la gente que lo empeoró.