La pornografía es, según la RAE, «la presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación». El consumo masivo de este contenido audiovisual, aunque actualmente sigue siendo un tema considerado tabú por la sociedad, se ha ido extendiendo, llegando a los jóvenes cada vez a edades más tempranas.
Remontándonos un poco a su historia, ya el contenido erótico se empleaba durante la Segunda Guerra Mundial como incentivo emocional para los militares heterosexuales, ya que todo el contenido facilitado eran imágenes de mujeres, que se encontraban en combate. Con el paso de las décadas el contenido pornográfico ha traspasado el papel y se ha introducido en las pantallas.
El entretenimiento adulto es, actualmente, uno de los negocios más rentables a nivel mundial. Según la revista Forbes la industria pornográfica mueve alrededor de 60.000 millones de dólares al año. Una de las plataformas web más conocida en el mundo para el consumo de pornografía, PornHub, admitió que el tráfico mundial de visitas se incrementó en un 18,5% al comienzo del arresto domiciliario por la pandemia del coronavirus, siendo mayor el número de visitas por parte de mujeres.
Este contenido erótico ha llegado hasta los dispositivos de los más jóvenes, enseñándoles una visión distorsionada de las relaciones sexuales. En un mundo donde la imagen cobra un gran poder, el empleo de la imagen hipersexualizada de los cuerpos, ha desencadenado en la cosificación de estos, viéndolos como objetos para obtener el éxito social y sexual deseado.
Fuente: BuzzFeedVideo, YouTube. Fuente: BuzzFeedVideo, YouTube.
Según un estudio realizado en septiembre de 2020 por Save The Children, titulado (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, cada vez los jóvenes acceden a la pornografía por primera vez con menor edad. Basándose en las respuestas de 1.680 estudiantes a una encuesta sobre pornografía. Destaca que del 62,5% de estudiantes que afirmaron haber consumido ya pornografía, el 53,8% de los jóvenes encuestados admitieron haber accedido a la pornografía antes de los 13 años, mientras que un 8,7% lo hicieron antes de los diez.
A estas edades los chicos y chicas asimilan que las imágenes que están viendo son la representación real y fidedigna del sexo. No tienen la capacidad para interpretar que la pornografía no deja de ser un contenido ficticio. En las encuestas realizadas por la ONG, el 36,8% de los jóvenes que consumen pornografía admitieron que eran incapaces de distinguir entre sus propias relaciones sexuales y la ficción. Es decir, esperan tener relaciones sexuales iguales que las que ven en los vídeos.
El consumo de este contenido erótico audiovisual a edades tan tempranas puede producir falta de criterio y desembocar en una idea errónea de los roles de género en las relaciones sexuales. En el porno, un sexo acoge el papel dominante mientras que el otro asume un papel secundario y sumiso adquiriendo, en ocasiones, el papel de persona como juguete sexual. En la mayoría de las ocasiones en la que las prácticas sexuales filmadas se dan entre personas de distinto sexo, este papel sumiso lo adopta la mujer.
Gracias a este estudio, y como se ha reflejado en las gráficas de abajo, también podemos observar que el porcentaje de varones que han visto alguna vez pornografía es más del doble que el de chicas que la han visto. Entre ambos se encuentran el número del porcentaje de personas que se identifican con otra identidad sexual que han visto este contenido. Destaca que en todos los casos más de la mitad de los encuestados admitían que percibían las prácticas sexuales de la pornografía violentas. Sin embargo, es relativamente alto el porcentaje de estos que admiten haberlas imitado en algún momento durante sus relaciones sexuales.
Aunque la mayoría reconoce esta violencia en la pornografía, la imitan. Este contenido erótico está enseñando a los adolescentes, sin que ellos sean conscientes, que estas prácticas bruscas o violentas son las que más satisfacción y placer dan, por ello tratan de reproducirlas en sus relaciones sexuales. El hecho de que se reflejen ciertos comportamientos violentos en los videos pornográficos no significa que deban simularse, ni aceptar practicarlas solo porque la pareja sexual quiera, sino te sientes cómodo con dichas prácticas.
La Universidad de las Islas Baleares realizó también un estudio en 2019 sobre la pornografía, titulado Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales, en el que ahondaba más en esta idea de la violencia en la pornografía. En este caso encuestaron a 2.500 adolescentes de entre 16 y 29 años para llegar a una clara conclusión: “Aquellos adolescentes que consumen pornografía de contenido sexual violento tienen significativamente más probabilidades de vincularse a agresiones sexuales”.
¿Qué piensan los expertos de esto?
Montse Iserte, psicóloga y sexóloga, comparte la idea de que una posible solución a los problemas de violencia que produce el consumo de pornografía no es prohibir su visualización, pues entiende que es inevitable que los jóvenes accedan a ella. La solución que propone la sexóloga es educar a los adolescentes para que tengan capacidad crítica cuando vean estos vídeos.
Erika Lust, directora de Lust Films, una productora de cine adulto que abandera una pornografía ética, feminista y artística, afirma que “Muchas chicas jóvenes me cuentan que han intentado hacer choking [asfixia] en las primeras veces y no creo que estas prácticas eróticas que experimentan con los límites sean recomendables sin apenas experiencia. Hay una distorsión en su mente”. Defiende que estas prácticas, aunque se filman en la pornografía, no son adecuadas para un público tan joven que, con la llegada precoz de la pornografía a sus vidas, son incapaces de diferenciar la ficción de las prácticas sexuales reales.
Iván Rotella, sexólogo de Avilés, resalta los problemas que se encuentran los jóvenes en su día a día debido al consumo masivo de la pornografía: “Estoy harto de escuchar la misma queja entre las chicas: ‘¿Qué les está pasando a los hombres? Ahora, cuando ligo, se piensan que están en una película porno y todo es muy agresivo’. A ellos, cuando les pregunto, me responden sorprendidos: ‘Ah, ¿pero no es eso lo que les gusta a las mujeres?”. Deja claro que la pornografía está adoctrinando a los jóvenes hasta tal punto que ya no conciben las relaciones sexuales de otra forma que no sea como en la pornografía.
Para la escritora y periodista especializada en sexo, Noemí Casquet, es muy importante que se les enseñe a los jóvenes que la pornografía es ficción, que se trata de una película más.
Es un hecho comprobado, como bien deja testimoniado el estudio, que la pornografía es un contenido consumido masivamente por los jóvenes. Estos lo visualizan cada vez a una edad menor, cuando aún no tienen la capacidad de ser críticos con las imágenes que están viendo. Esta falta de crítica, junto con la inexperiencia, les hace creer que todas las relaciones sexuales son tal como las ven en las pantallas intentando, por ello, imitarlas. Esto desemboca en un mal entendimiento de las prácticas sexuales.
Pese a que la sociedad tiene asumido que los jóvenes están consumiendo este contenido adulto, aún se considera un tema tabú. Hacer que la pornografía siga siendo un tema del que no se hable en sociedad empobrece la educación sexual que los adolescentes reciben, ya que este contenido erótico se convierte en el único referente que tienen para explorar y entender la sexualidad.