Operación Camarón: Mucho ruido, pocas gambas

Otra comedia de la mano de Mediaset que se ha promocionado a bombo y platillo y que, en la tónica habitual de la compañía, se trata de un remake del filme italiano Song’ e Napule (Manetti & Manetti, 2013). Pero, ¿es Operación Camarón (Therón, 2021) una comedia desternillante o solo un montón de humo fruto de una hiperbólica promoción?

Ya lo explicaban Mike Stoklasa y Jay Bauman (los creadores del canal de YouTube RedLetterMedia) en su análisis del remake de Cazafantasmas (Feig, 2016): la comedia es probablemente el género más difícil de analizar porque hay muchas formas de decir «es que simplemente no me hizo reír«. Esta crítica no busca realizar un análisis objetivo ni sentar cátedra, ya que cualquier reseña está parcialmente sesgada por la opinión de quien la escribe. Aclarado esto, comencemos por la sinopsis.

Sebas «El Cojonera» (Julián López) entregado a su teclado durante una boda. Fuente: espinof.com

La premisa, partiendo y relocalizando la del film italiano anteriormente citado, es la siguiente: Sebas (Julián López) es un pianista frustrado que trabaja como policía (previo enchufe familiar) para la unidad antidroga en Cádiz. Un día, la inspectora Josefa Garrido (Miren Ibarguren) y sus compañeros (Canco Rodríguez y Julián Villagrán) lo escuchan tocar el piano y se les ocurre una «brillante» idea. En consecuencia, Sebas se hará pasar por teclista para infiltrarse en la banda de flamenco-trap «Los Lolos» capitaneada por el susodicho Lolo (Carlos «Nene» Librado), con la intención de colarse en la boda de la hija de Abeledo (Antonio Dechent), el lugarteniente del misterioso narcotraficante apodado «El Fantasma». Por el camino, se labrará una fuerte amistad con los integrantes del grupo, especialmente con Luci (Natalia de Molina), la hermana y mánager de Lolo. Así, las mentiras y los malentendidos irán tejiendo una red en torno a la vida de Sebas, hasta el punto de que su lealtad por ambos bandos será puesta a prueba.

Mi principal problema con la película es, insisto, totalmente subjetivo: no disfruto con el humor basado en estereotipos y localismos y la película se construye en torno a eso.

Lolo (Carlos «Nene» Librado) discute con su hermana Luci (Natalia de Molina). Fuente: telecinco.es

Una muestra clara de los tópicos en Operación Camarón (rodada entre Cádiz y Sevilla) es la presentación del personaje de Lolo en un bar. En dicha escena, aparece un niño que empieza a tocar la guitarra «con mucho arte». El punto del guion es mostrar que el talento es, en parte, innato. Para cuando el chiquillo acaba con su pequeño concierto, Lolo, mientras mira a Sebas, le pregunta al pequeño: «¿Tú has ido a solfeo?» a lo que el muchacho responde: «Tú si que eres feo, cabrón». Acto seguido, el cantante invita al menor a tomar lo que quiera y este pide a gritos un gin tonic.

Otra píldora de la dinámica cómica de la cinta se evidencia en la presentación del personaje de «Fotosho» (Xisco González), un chico de Granada que forma parte de los Lolos. ¿Cuál es el mayor estereotipo que se suele decir sobre la gente de allí? Efectivamente, la «mala follá«. Pues ahí está la premisa con la que se juega todo el rato en torno a su personaje…

Los dos «destripes» anteriormente mentados no son spoilers por gusto, sino que evidencian las claves narrativas que construyen el humor de la película. Al conocerlas, cualquiera que lea esta crítica puede esbozar si el filme casa con su sentido del humor y decantarse por verla o no. Cierto es que el trailer y spots con los que se ha bombardeado al espectador español medio ya apuntan a este tipo de gracietas, pero toda advertencia es poca.

«Los Lolos» al completo. De izquierda a derecha: Sebas, Ortiguilla (Juanlu González), Luci, Lolo y «Fotosho». Fuente: KISS FM.

Pero incluso teniendo un buen guion, cualquier comedia puede desmoronarse si no cuenta con los actores adecuados. En el caso de Operación Camarón, hay una de cal y otra de arena, ya que cuenta con actores de gran talento como Paco Tous, Antonio Dechent, Alberto López o Adelfa Calvo. Dechent, que interpreta a uno de los dos antagonistas principales, llena la pantalla con su presencia y se convierte en un personaje verdaderamente amenazante. Para muestra de ello, bastaría con fijarse en una escena cercana al tercer acto, en la que, mientras sostiene a un gallo de peleas, advierte a los Lolos con un pequeño monólogo.

Sin embargo, otros intérpretes como Tous son desechados de una manera tan absurda (en su caso, dos chistes de chirigotas y un par de gritos) que uno no puede evitar sentirse frustrado ante semejante desperdicio.

Así mismo, la película no solo juega con clichés narrativos, sino que convierte a algunos de sus actores en tópicos con patas. ¿Cuántas veces vamos a ver a Julián López encarnar a un protagonista inocentón, friki, torpe y algo neurótico? ¿Miren Ibarguren solo sabe interpretar a mujeres gritonas con mucho carácter? La cinta cuenta indudablemente con un buen reparto, pero al querer jugar «a lo seguro» vuelve a colocar a muchas de sus piezas en el mismo tablero cuadriculado y aburrido de siempre. Solo hay una sorpresa grata y destacable: Carlos Librado como el susodicho Lolo. Conocido por la serie Gigantes o El guardián invisible, en esta película interpreta al personaje de forma creíble, rozando la fina línea del cliché de «artista chulo y egocéntrico» y logrando generar una legítima simpatía de cara al espectador a través de su arco de personaje. Pero lo más sorprendente del papel: de todo el reparto de «no andaluces» es el único que logra un acento andaluz que no suena impostado.

La inspectora Garrido (Miren Ibarguren) y sus ayudantes (Canco Rodríguez y Julián Villagrán) intimidan a Sebas. Fuente: Gatrópolis.

En cuanto al director, Carlos Therón, me parece uno de los más hábiles del género actualmente. Sus comedias no pecan de una realización televisiva (en términos de «plano-contraplano» con escasa profundidad de campo y predominancia del plano medio) ni de falta de personalidad. Sin ir más lejos, una secuela pasable como Fuga de Cerebros 2 (Therón, 2011) contaba con un plano secuencia (a lo Scorsese) dentro de una fraternidad universitaria que dejaría boquiabierto a cualquier espectador observador. Lo dejo cuando quiera (Therón, 2018) tenía un ritmo trepidante, fruto de un cuidado montaje, y un humor que a menudo traspasaba la barrera de lo políticamente correcto; el gag de los testículos de los mafiosos rusos o el del poni chocaban diametralmente con las convenciones de la comedia española promedia.

En esta película vuelve a mostrar verdadera pasión y creatividad desde la silla del director, apostando por ciertas referencias visuales tan disparatadas y extravagantes como un «duelo western» (con primerísimos primeros planos de los ojos, al puro estilo Sergio Leone) en mitad del clímax o persecuciones de coches con ritmo, tensión y acción bien rodada, huyendo de clichés actuales del cine de acción como la shaky cam (cámara agitada) o los cortes rápidos en montaje.

Es una lástima que el guion esté construido sobre tantos lugares comunes, porque la dirección de Therón ya suponía un 50% del trabajo hecho. Incluso siendo una película de una empresa como Mediaset, hay lugar para la autoría, puesto que volvemos a ver un plano general de los protagonistas caminando a cámara lenta (como en sus anteriores cintas Es por tu bien y Lo dejo cuando quiera), al más puro estilo Reservoir Dogs (Tarantino, 1992).

«Los Lolos» dan un concierto frente al Puente de Triana. Fuente: Cadena SER.

El problema objetivo de Operación Camarón radica en su tono, que pasa de ser una comedia de enredos con elementos románticos y excusa de trama criminal a un thriller con ciertos golpes de humor. Concretamente, hay un punto de inflexión en la trama: la secuencia del hotel. Es en ese instante cuando culmina cierta subtrama que involucra al miembro más joven de Lolos y cuando estalla la verdadera motivación del protagonista para querer detener a El Fantasma. Es decir, estamos hablando de una escena crucial, el puente del segundo al tercer acto.

Siendo justos, es bastante común que una comedia se adscriba a un tono eminentemente dramático para que su clímax se sienta como un verdadero obstáculo que pone en peligro el final feliz. Ahí están, por ejemplo, Funny People (Apatow, 2009) o la persecución desesperada de Jim Carrey al final de Mentiroso compulsivo (Shadyac,1997).

Sin embargo, la explosión de violencia que adopta, aunque ni por asomo llega a las cotas de películas como las de Enrique Urbizu o Rodrigo Sorogoyen, no deja de sentirse como un choque brutal y notable con respecto al tono anteriormente planteado. Hace dos escenas contemplábamos una cómica escena sobre «la cobra» que sufre el personaje de Natalia de Molina y en ese momento vemos a un menor de edad siendo apaleado con una palanca. Claramente, las piezas del puzle no terminan de encajar…

Luci y Sebas, ¿una pareja imposible? Fuente: filmAnd.

En definitiva, ¿es Operación Camarón «la comedia del verano»? Depende de a quien le preguntes. Si eres fan del flamenco-fusión o te generan simpatía los arquetipos y lugares comunes sobre Andalucía y la cultura cani, esta cinta te funcionará a las mil maravillas. Si buscas una comedia sutil, subversiva con tus expectativas, con diálogos-metralleta a lo Billy Wilder o un humor con muy mala baba, como muchos de los chistes de los Monty Python o de las pelis de Berlanga, esta película no es para ti.

En cualquier caso, gracias a este tipo de propuestas, la gente está regresando a los cines. Y eso, sin importar la película que sea, se agradece dados los duros tiempos por los que está pasando la industria.

Videoclip de una de las canciones de la película, con escenas de la misma.

Valoración de la película

Puntuación: 3 de 5.

Una película que no engaña a nadie. No inventa la rueda en cuanto a comedias: la mayoría de sus actores interpretan papeles en los que ya están «encasillados» y su guion se construye en torno a estereotipos sobre los canis y los andaluces. Pero, aún con todo, la inventiva dirección de Therón y algunas interpretaciones como las de Antonio Dechent y Carlos Librado la hacen más llevadera. Si te gustan las claves propias de las comedias producidas por Mediaset, la disfrutarás enormemente. Si no, difícilmente te resultará «la comedia del verano».

Los lunes al sol, el embrujo de las miradas

De entre los mil hechizos que el cine puede echar al espectador cuando este se encuentra indefenso ante la gran pantalla, es el «embrujo de las miradas» uno de mis favoritos.

En esas raras ocasiones en las que los directores se atreven a mantener las miradas de los personajes pueden suceder dos escenarios. La primera variable se convierte en una desafortunada elección: el plano es demasiado extenso, demasiado corto, el actor no ha sido capaz de reunir el espíritu del personaje y dejarlo salir por sus ojos… es entonces cuando nosotros percibimos un fotograma vacío, entre tanto otros.

Pero la segunda variable… cuando todas las constantes, tanto técnicas como interpretativas, cuadran… ¡ay la segunda variable! La pantalla te absorbe, las manos se paralizan y los vellos se erizan. La pena; la rabia; el amor del personaje son los tuyos. En sus pupilas se ve reflejado el miedo; el dolor; el gozo. Puede que en estos breves momentos ya hayas decido que es tu nueva película favorita. No es fácil conseguir en el espectador este estado de ensimismamiento tan solo con una mirada, ya sea al horizonte, a cámara. Pero cuando se logra… ¡ay cuándo se logra!

Dando como aviso que estos conceptos y teorías son totalmente inventados por mí (y mis ensoñaciones cinéfilas en las que los personajes me cuentan cosas), procedo a explicar este «embrujo de las miradas» tan extraño de encontrar como etéreo, en uno de los clásicos de los 2000 del cine español, Los lunes al sol (2002).

Cartel de la película Los lunes al sol

El guión, de Fernando León de Aranoa (director y guionista), narra la historia de un grupo de hombres, en el pasado compañeros de trabajo ahora en paro tras la reconversión industrial de una ciudad costera. Las máquinas han conseguido desplazar a estos trabajadores del escenario de los astilleros, y entre las protestas masivas por los despidos y las cervezas que comparten en el bar de siempre, se abre el telón dejando paso a Santa, Javier Bardem; Jose, Luis Tosar; Serguei, Serge Riaboukine, Lino, José Ángel Egido, Reina, Enrique Villén y Amador, Celso Bugallo.

El título Los lunes al sol hace referencia a un movimiento de parados franceses que se movilizó por el desempleo y la precariedad laboral.

Pero volvamos a las miradas. Se estructuran invisiblemente, entre todos los personajes, en la mirada alicaída de Lino al esperar la entrevista de trabajo, en la de deseo de Santa viendo cantar a la jovencísima hija de su amigo Rico mientras Jose llora sin llorar por su mujer… Y es que, son estos dos últimos pares de ojos, los de Luis Tosar (Jose) y Javier Bardem (Santa) los que atrapan y protagonizan la historia. En mi teoría del embrujo cabe destacar que el guión es un arma esencial para completar el hechizo, no valen miradas vacías, planos de relleno, personajes que no expresan nada.

Las conversaciones de Los lunes al sol irradian naturalidad, humor, solidaridad y sobre todo, dignidad infinita. Los personajes se agarran tan fuerte a las palabras como a la bebida, para seguir manteniendo en pie lo poco que les queda, sus relaciones. Las identidades están ya definidas (como en esos grupos de amigos que llevan juntos desde primaria), cada uno acepta su puesto y no lucha contra los otros. Salva, el líder gigantón y encantador; Jose, enredado en una relación destinada al fracaso; Lino, eterno optimista y luchador, Amador, esperando con la copa llena el regreso de su mujer…

Los diálogos, por ello, son sencillos, despreocupados, y esto arrastra al espectador de frente ante una verdad sin tapujos. Se interrumpen, se animan, dicen tacos, se preguntan, se golpean cariñosamente. Lo mejor del guión sin duda es la capacidad de hablar (a veces sin hacerlo), de temas espinosos y duros desde el humor y la ironía, lo que propicia un escenario de miradas, sonrisas y empujones llenos de sinceridad y cariño.

REINA: Joder, Jose. Las migas, que te lo estoy diciendo.
JOSE: Si es que se caen, qué quieres que haga yo.
REINA: Pues pon la mano debajo, hostia.
JOSE: Venga, coño, no seas paliza. Deja de recoger que me estás agobiando.

LINO: Es verdad, pareces mi mujer, Reina.
REINA: ¿Parezco a tu mujer? A que te pego una hostia y así ya no parezco a tu mujer.

La amistad verdadera es uno de los dólmenes de Los lunes al sol, un interés despreocupado y genuino por saber cómo está el otro (sin pretensión de contar las penas propias). Una amistad antaño unida por el trabajo, y ahora por el desamparo, el desempleo y el saberse prescindibles. La amistad que se refleja en escenas tan peculiares como verosímiles como cuando en una borrachera tonta Santa simula ser un presentador frente a la televisión de un escaparate que le devuelve su reflejo. Otro de los pilares, la crítica social que emana cada escena y que confirmaba el director en sus entrevistas «Mi película habla de lo que está en la calle, en cada esquina, en cada bar».

Los lunes al sol se fundamenta en un estudio minucioso de dos años, en los que el joven director se documentó directamente en Gijón, donde tuvieron lugar enfrentamientos entre trabajadores de La Naval y el cuerpo de seguridad del Estado tras el despido de noventa trabajadores de un astillero. El filme por ello posee pinceladas de miles de historias reales, por ejemplo, esa magnífica escena final en la que los amigos (alerta spoiler) deciden robar un trasbordador para esparcir las cenizas de Amador. En la realidad fue un acto de protesta al que Fernando León de Aranoa le otorgó un significado más sentimental en su ficción, haciendo además un guiño al título de la película. Un grupo de hombres se encuentran un lunes por la mañana a la deriva, tomando el sol tranquilamente ya que, por suerte o por desgracia, para ellos el inicio de semana no empieza en la oficina.

Es justo el personaje de Amador quien representa sin siquiera quererlo el nexo del grupo, ya que siendo un motivo de preocupación por su estado psicológico consigue reunir desde el principio de la narración (sutilmente) hasta el final al grupo de amigos. Amador representa el extremo más trágico, el final más atormentado de quien no encuentra el sentido a la vida.

Fotograma Los lunes al sol

Otro de los triunfos del filme es definir el concepto de «trabajo» en la situación contraria a este, enmarcar el trabajo, el oficio desde la mirada del parado. El contexto de la modernización industrial y los despidos sirve de pretexto para la búsqueda errante por las calles de esta (indeterminada) ciudad pesquera de los seis personajes masculinos.

Con la serenidad del que se sabe conocedor de la historia verdadera y la magia del que ha aprendido a narrar, Fernando León de Aranoa añadía a su filmografía en 2002 una película de autenticidad sorprendente, basada en parte en la historia de los sindicalistas Cándido González Carnero y Juan Manuel Martínez Morala, trabajadores del astillero de Vigo y sindicalistas de la Corriente Sindical de Izquierda (CSI).

Celebrar (y agradecer, siempre agradecer) además del trabajo de Fernando, las interpretaciones del reparto, en especial (a mi gusto personal y poco objetivo para con este actor), de un Luis Tosar atormentado y humillado que se coronaría en 2003 como Mejor Actor de Reparto por su interpretación de Jose, en los Premios Goya. Otros premios fueron a Mejor dirección, Mejor película, Mejor actor protagonista (Bardem) y Mejor actor revelación (José Ángel Egido).

Para quien haya tenido el valor de llegar a estas líneas finales ofrezco estas palabras: ver Los lunes al sol es una parada obligatoria para todo aquel que se sienta lejano de la realidad del desempleo (¿existen estos seres?), para el que desee tener un contexto entre la realidad y la ficción de la España obrera de los 2000, y, por supuesto, para todo aquel que esté dispuesto a disfrutar del buen cine.

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una muy buena película llevando la amistad por bandera.

Todo sobre mi madre

Todo sobre mi madre es una película que desde que empieza hasta que acaba te mantiene fijo en el asiento como si fueras una estatua. ¿Te preguntas el por qué?
Cartel «Todo sobre mi madre» (1999). Fuente: Todo Almodóvar

La respuesta es simple, dos palabras: un genio. Pedro Almodóvar.

El cineasta, Pedro Almodóvar. Fuente: Nico Bustos (El Deseo), InfoLibre

De todos los directores del panorama cinéfilo español, hay uno que se conoce en todo el mundo, y ese es él. Aunque lo cierto es que sus historias son las que son gracias al increíble reparto que las conforman, él es el capitán que guía el barco. Difícilmente uno ve una película del director y no descubre quién se encuentra detrás. Tal vez es el juego y el uso que hace de los colores o la presencia del ya conocido “Rojo Almodóvar”. Quizá, la composición en sus planos o ese tono cómico-dramático de sus historias pero, lo que es indiscutible, es que sabe marcar su estilo y dejar su esencia en cada historia que lleva inscrita su nombre.

Fotograma de «Todo sobre mi madre», ejemplo del Rojo Almodóvar. Fuente: Todo Almodóvar

Todo sobre mi madre no es menos, y con esta obra maestra se hizo con el cariño tanto del público como de la crítica nacional e internacional. Estuvo nominada a un total de catorce “Goya”, haciéndose finalmente con la mitad, entre ellos Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Actriz Protagonista (por Cecilia Roth), y además, ganadora a “Mejor Película Extranjera” en los Óscar, Premios BAFTA y Premios César y “Mejor Película de Habla no Inglesa” en los Premios Globo de Oro, la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles y el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York.

Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Cecilia Roth y Marisa Paredes en los Premios Óscar 2000. Fuente: RTVE

El 8 de abril de 1999 se estrena la historia de Manuela (Cecilia Roth), una enfermera argentina que, tras morir su hijo Esteban (Eloy Azorín), vuelve a Barcelona en busca de “Lola” (Toni Cantó), el padre del niño. Allí se reencuentra con Agrado (Antonia San Juan), una transexual que quiere abandonar la prostitución y se pone en contacto con la hermana Rosa (Penélope Cruz), una joven que desea viajar de misionera a El Salvador frente a la negativa de sus padres (Rosa María Sardá y Fernando Fernán Gómez). Al llegar a Barcelona, Manuela se convierte en la secretaria de la gran actriz Huma Rojo (Marisa Paredes), amante de Nina (Candela Peña), una artista adicta al caballo y en decadencia. La historia de todas estas mujeres confluyen de una manera natural, dramática y cómica, siendo Manuela el núcleo central que las une.

El cuarteto principal gira en torno a Manuela, Agrado, la hermana Rosa y Huma Rojo. Cuatro mujeres luchadoras que se enfrentan a los obstáculos de la vida. En torno a las mismas, destaca el concepto de la huida: Manuela llega a Barcelona, tras la muerte de su hijo, huyendo de Madrid; Agrado rechaza una identidad que no es la que le corresponde; la hermana Rosa se aleja de una madre controladora y de la enfermedad de su padre y en relación con Huma Rojo, Nina para huir de la realidad en la que se encuentra, se droga hasta enfermar.

De una manera conmovedora, Pedro Almodóvar consigue definir con claridad la personalidad de cada una de ellas, acercándolas al público de una manera sobreacogedora.

«Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma». Agrado (Antonia San Juan) en Todo sobre mi madre.

El papel de la mujer es especialmente importante en las obras del director, y así lo refleja tanto en la historia como en la dedicatoria final de la película, que dice así: A Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider… A todas las actrices que han hecho de actrices, a todas las mujeres que actúan, a los hombres que actúan y se convierten en mujeres, a todas las mujeres que quieren ser madres. A mi madre. Un final conmovedor que Almodóvar lleva a cabo para homenajear, principalmente, a su madre y a todas las mujeres. Todo sobre mi madre es una obra feminista y reivindicativa que hace referencia a figuras femeninas del cine clásico (Eva al desnudo y Un tranvía llamado deseo) como medio para guiar la historia, en especial la segunda obra, ya que tendrá un papel esencial en el desarrollo de la historia.

Antonia San Juan, Marisa Paredes, Ceciliar Roth, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Candela Peña en el Festival de Cannes (2000). Fuente: RTVE

La música de Alberto Iglesias también posee mucha importancia junto al desarrollo de la historia ya que, con toques de jazz y vals, crea una unión con la procedencia latinoamericana de la protagonista, facilitando empatizar con ella y a su vez, apoyando al audiovisual y la narrativa.

Trailer Todo sobre mi madre. Fuente: Youtube

Todo sobre mi madre es una de las obras de Pedro Almodóvar más aclamadas por el público, pues el director muestra un cine en el que la mujer líder es una luchadora y a través de ella, conocemos una historia tan cómica como dramática y enternecedora, que difícilmente se podría conseguir de otra manera.  

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una historia tan humana y sencillamente compleja que nadie debería perderse

Los Otros: Con el terror, el cine español se hizo internacional

Alejandro Amenábar hizo historia convirtiendo este relato de terror y suspense en todo un hito para el cine español. Siendo reconocida más allá de la península, abrió una nueva etapa en la industria cinematográfica de nuestro país
Tráiler Los Otros. Fuente: youtube.com

En 2001, Alejandro Amenábar era una de las grandes promesas de la nueva ola de cine español. Con apenas 23 años ganó 7 Premios Goya en 1996 con su ópera prima Tesis, ambientada en una facultad de comunicación, concretamente en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, donde estudió varios años, sin llegar a acabar la carrera. El gran éxito le llevó apenas un año después a estrenar Abre los ojos, una película de ciencia ficción e intriga, que arrasó en taquilla.

Precisamente el éxito de esta última llamó la atención de la estrella de Hollywood Tom Cruise. El actor compró los derechos para realizar un remake, Vanilla Sky, que precisamente se estrenaría en 2001 sin mucho éxito y con unas críticas algo dispares. Cruise estuvo detrás del proyecto de Los Otros, convirtiéndose en productor de la cinta junto con los hermanos Weinstein

Amenábar con Nicole Kidman y Tom Cruise. Fuente: ABC.es

Pese a que la película está ambientada en la isla de Jersey, y está grabada en lengua inglesa, se rodó en España, concretamente en Cantabria y Madrid, por decisión del propio Amenábar. La influencia de Cruise llegó hasta la elección de la actriz protagonista. Pese a que el director pensaba en Emily Watson, finalmente la elegida fue Nicole Kidman, esposa en aquel momento de Tom Cruise.

En Los Otros, nos adentramos en un antiguo caserío victoriano de la Isla de Jersey, tras la II Guerra Mundial. La película empieza con la llegada de tres nuevos criados que conocerán a la señora de la casa, interpretada por Nicole Kidman, madre de dos hijos con una actitud férrea y religiosa. Los sirvientes tendrán que cumplir una serie de normas estrictas para mantener la casa en penumbra, debido a una enfermedad de los hijos, que no pueden recibir directamente la luz del sol.

A partir de esta premisa, la cinta se va desenvolviendo entre el suspense y el terror con tintes sobrenaturales, con un cierto aire de película clásica, casi hitchconiano. La película va evolucionando y con ella nuestra percepción de los personajes. La inquietante presencia de los criados contrasta con el miedo en los ojos de Nicole Kidman, que realiza una interpretación fantástica. Toda esta atmósfera, que por momentos se vuelve asfixiante gracias a la gran dirección de Amenábar, culmina en un giro final que deja al espectador totalmente descolocado.

Fotograma de Los Otros. Fuente: elcorreo.com

Ese giro final, (AVISO SPOILER: parecido a El Sexto Sentido, película del año 1999 de gran éxito), aunque el guión de Los Otros según el director llevaba escrito seis años, es uno de los grandes alicientes para verla, debido a cómo está construido y cómo es de eficaz

Hemos hablado de la gran Nicole Kidman, que ese mismo año nos deslumbró con la grandiosa Moulin Rouge y se divorció de Tom Cruise, siendo esto último el gran episodio mediático del año, pero el resto del reparto desde luego que está a la altura. Podemos destacar a Fionnula Flanagan, con un aire siniestro impresionante, y los niños interpretados por Alakina Mann y James Bentley. Junto a esto hay que destacar la fotografía de Javier Aguirresarobe y la banda sonora del propio Amenábar.

Fotograma Los Otros. Fuente: filmfilicos.com

Los Otros conquistó a la crítica, alzándose con 8 Premios Goya y llegando a ser nominada a premios como los BAFTA. La película, partiendo de un presupuesto de 21 millones de euros, llegó a recaudar más de 180 millones de euros en todo el mundo. Nunca antes una película española había recaudado tanto fuera de nuestras fronteras. Ni dentro, porque Los Otros es la segunda película española más taquillera en nuestro país, solo por detrás de Ocho apellidos vascos, llegando a recaudar 27 millones de euros.

Amenábar se convirtió en un director de renombre mundial, a la altura de Almodóvar o Trueba que ya habían triunfado en Hollywood. La siguiente película del director, Mar Adentro, consiguió el Oscar a mejor película extranjera.

Fotograma Los Otros. Fuente: indiehoy.com

Pero si por algo es importante Los Otros, es porque abrió la puerta a un gran número de películas españolas de gran presupuesto y con el terror como género. Años más tarde, llegaría El Orfanato, con otro gran director como Bayona, que tomaría un camino similar yendo a Hollywood. O más adelante, El secreto de Marrowbone, dirigida por Sergio Sánchez

En resumen, no sólo hay que alabar Los Otros por lo buena que es como película, sino también hay que reconocer su labor para posicionar al cine español fuera de nuestras fronteras y abrir camino a nuevos directores con ambición por contar nuevas historias.

Valoración de la película

Puntuación: 4.5 de 5.

Una cinta de suspense y terror, entretenida y que te mantiene en tensión hasta su final, por no hablar de un reparto excelente.

La lengua de las mariposas, la lengua de la libertad

Si conseguimos que una generación crezca libre en España, nadie les podrá arrancar nunca la libertad, nadie les podrá robar ese tesoro”.

Esta cita es un fragmento de uno de los diálogos de la película, en ella reside el verdadero significado y mensaje de la misma; pero no solo la he usado como entradilla por ser uno de esos “pellizcos emocionales” que te da esta preciosa película, si no también porque va a tener su peso en este artículo.

Esta finísima película estrenada bajo la dirección de José Luis Cuerda (Amanece que no es poco, Así en el cielo como en la tierra) está basada en tres cuentos de Manuel Rivas: La lengua de las mariposas, Un saxo en la niebla y Carmiña. Protagonizado por Fernando Fernán Gómez, sin duda alguna, uno de los rostros del cine español y por un jovencísimo Manuel Lozano, esta adaptación escrita por Rafael Azcona cuenta la historia de Moncho, un niño que asiste por primera vez al colegio tras una infancia marcada por su mala salud debido al asma que sufría.

Aunque muestra una actitud reacia al principio ya que “tenía miedo a que en la escuela le pegasen”, en el momento que conoce a su profesor, Don Gregorio, Moncho se enamora de la escuela y de la naturaleza.

Contextualizada en la zona rural de Galicia, en pleno 1936, este drama desgarrador a la par que emotivo te conduce desde el ocaso de la II República española hasta el estallido de la Guerra Civil.

Don Gregorio (Fernando Fernán Gómez) y Moncho (Manuel Lozano) cazando mariposas en una de las escenas de la película.

Volviendo a la cita del principio, la película te muestra el contraste de las llamadas dos Españas en el contexto previo a la guerra civil; por un lado, la más tradicional, autoritaria y católica, por otro, la España progresista y esperanzada en el nacimiento de la democracia.

Sin embargo, la película prefiere no contarte esto desde un punto de vista seco que pueda llevar a los espectadores a cierta polémica (tampoco lo vamos a hacer en este artículo). Lo hace desde el proceso de educación de un niño y cómo la etapa en la que está construyendo su propios valores, creencias y personalidad se ve destruida por el miedo a la represión franquista.

Para entender este viaje personal que realiza nuestro pequeño protagonista, antes debemos de conocer y analizar la relación que tiene con Don Gregorio.

Fotograma de la película en el que vemos a Don Gregorio (Fernando Fernán Gómez) y Moncho (Manuel Lozano)

Moncho es un niño curioso, interesado por todo lo que le rodea, rápidamente se enamora de aprender y del método de aprendizaje que le ofrece Don Gregorio, un profesor que huye de aquellos métodos tradicionales de enseñanza, y mucho más de las formas de castigo que atemorizaban a los niños de la época. Don Gregorio no pega; es una persona enamorada de la naturaleza, quien enseña valores a partir de la misma y, aunque, es un gran defensor de la república, él no es partidario de que sus alumnos tengan que compartir su propia opinión, les hace pensar y reflexionar bajo su propio criterio.

Esta faceta de Don Gregorio no solo es crucial para captar el mensaje de la película —la libertad—, también lo es para el crecimiento de Moncho, quien en su propia casa está condicionado por sus padres, cada uno representando a un modelo de esas “dos Españas” que comentábamos anteriormente. Por esta razón, la verdadera intención de Don Gregorio es que el joven aprenda y construya su propia personalidad en función de sus propias creencias desde una edad bien temprana.

Pero, ¿a dónde quiero llegar realmente con esto?

Fotograma de la película.

Lo que se intenta transmitir en esta película es la importancia de crecer en libertad. De que una persona se forje sus propios argumentos en base a lo que realmente crea como fruto de una educación en la que no hubiese ningún techo que mermase la libertad en cualquiera de sus vertientes; una libertad que se vio eclipsada tras los fatídicos años de la guerra.

Podría hilar ese aspecto de pérdida de la libertad en la educación con algún que otro titular actual, pero como he dicho anteriormente, si la película no quiso entrar en polémica en ese sentido, ¿quién soy yo para hacerlo a raíz de ella?

Valoración

Puntuación: 4 de 5.

Es una película preciosa, muy fina y emotiva; una película con mucho subtexto que hay que ir desmenuzando poco a poco.

Sin duda alguna, una de las joyas del cine español.

Saga REC: ensayo y error

Una buena película, ¡éxito! Hacen la segunda, que no es tan buena como la primera, pero no está mal. Van a la tercera, que ya flojea bastante y pierde el encanto de las dos anteriores. ¿Fue buena idea hacer una cuarta? Definitivamente no. La saga REC en España comenzó siendo un boom y ahora solo se quieren recordar las dos primeras películas.

La saga se sitúa en una realidad apocalíptica donde un extraño virus aparece en Barcelona. La primera y segunda película ocurren en un edificio de vecinos al que la protagonista, Ángela Vidal (Manuela Velasco), consigue entrar bajo el pretexto de realizar un programa especial televisivo sobre los bomberos. En principio a lo que comúnmente se llama zombies, en realidad son ‘infectados’. Mero concepto que usan los directores para intentar alejarse del género zombie.

Fotograma del inicio de REC. Fuente: Pelishouse

Jaume Balagueró y Paco Plaza lanzaron en 2007, REC. Al principio tuvo una gran acogida, sobre todo por el formato utilizado y nunca visto antes en el cine español: el falso documental y el found footage, o metraje encontrado en español, técnica narrativa utilizada en el cine de terror para aparentar que lo ilustrado en la película ha sido encontrado grabado en una cámara.

Un miembro del equipo de producción entró directamente en la película y actuó como Pablo (Pablo Rosso), llevando la cámara todo el tiempo. Por esta razón, vemos lo que ocurre desde la perspectiva de los protagonistas. Este formato ya había sido usado con anterioridad en La Bruja de Blair (1999), película mítica del cine de terror y la primera, no en usarlo, pero si en popularizar el formato documental. Lo increíble de esta primera entrega es la sensación asfixiante que transmite.

El espectador apenas tiene tiempo para respirar una vez empieza la acción, algo mareante, aunque hay ciertos momentos más “cómicos” o relajados, donde cada vecino del bloque hace desfile de su personalidad distintiva, algo que parece un guiño a la típica representación de la comunidad española. Sin embargo, los directores recurren a un personaje femenino, débil y asustado como protagonista, un cliché bastante recurrente en este tipo de películas que no llega a agradar del todo. Esto, unido a unos actores que no llegan a destacar, hace que la película no termine de explotar todo su potencial, aunque es una buena película dentro de lo que cabe.

Con el éxito de la primera vino su secuela, REC2, estrenada en 2009. Mismo sitio, distintos personajes y mismo acontecimiento. Como es normal debido al decorado, es complicado evitar la redundancia de planos similares.

Formato multipantalla de Rec 2. Fotograma de la película

Esta trama sucede quince minutos después de la primera película, introduciendo a cuatro policías con cámaras en el edificio. Aunque vuelven a recurrir al formato documental, lo original es la introducción de la multipantalla, mostrando al espectador dos puntos de vista simultáneos. Una apuesta original que mejora lo anterior, ya que nos permite ver qué pasa con el resto de personajes a la vez. Si querían alejarse del género zombie, elegir un método como este que recuerda un poco a los típicos videojuegos del género no es la mejor opción.

Viendo que los escenarios eran los mismos, hay planos muy repetitivos entre ambas películas y no llegan a causar el mismo efecto en el espectador. Aunque en la primera entrega no se termina de entender qué es lo que está pasando, en esta los directores decidieron unirlo con las posesiones demoníacas. Una solución arriesgada, pero que casa a la perfección con el concepto original haitiano de los zombies: personas muertas resucitadas mediante vudú.

Fotograma de Owen el cura en Rec 2.

Ambas películas están bien conectadas, aunque la segunda rompe y desquebraja la trama de la primera. Sin embargo, tenemos de nuevo a un grupo de actores en el que no destaca nadie y un cambio de rol del personaje de Manuela Velasco que tampoco convence, teniendo en cuenta que entre las historias de ambas cintas transcurren quince minutos. ¿Tanto cambia alguien en menos de media hora?

En 2012 se estrena REC3: Génesis, pero esta vez dirigida únicamente por Paco Plaza. Esta se puede considerar un punto y aparte de la trama, dado que no sigue la historia del edificio, sino que es algo paralelo y que aporta información sobre el origen del brote. Esta se sitúa en una boda donde uno de los invitados resulta estar infectado.

La franquicia se olvida del formato documental que se había visto hasta ahora, aunque si le hace alusión con pequeños guiños al principio de la película. De hecho, es una película que puede verse sin haber visto las anteriores, porque se desprende de todo ello. Sí que recupera un tono más humorístico, parecido al de la primera película con personajes más cercanos. Pero tanto humor termina por romper el ritmo de la acción. Y también la tensión.

Leticia Dolera como Clara en REC 3.

Esta entrega recuerda más al género gore que las dos primeras, con guiños a obras maestras como El Resplandor o Kill Bill. Al compararlas, lo más llamativo es la banda sonora de la que prescinden sus antecesoras a pesar de ser algo distintivo del cine de terror, pues sabemos que en estas películas les encanta aumentar la música o quitarla en el momento en el que va a venir un susto. En esta saga no estaba siendo necesario, ¿por qué se añade entonces en la tercera? Parece una copia barata de las películas americanas de zombies, sin más. Lo bueno es que, como es independiente de la trama original, se puede hacer borrón y cuenta nueva como si nada hubiera pasado.

Por último, en 2014, se estrena REC4: Apocalipsis, dirigida por Jaume Balagueró. Ya el título parece una entrega más de la saga Resident Evil, con la que los fans han hecho muchas comparaciones, sobre todo al tratarse el escenario de la película de un barco, al igual que el Arcadia en la saga de videojuegos.  

Esta ocurre tras la segunda entrega, cuando Ángela es rescatada por los Geos y terminan siendo aislados en un barco en cuarentena. El director olvida del todo el formato documental y vuelve a los planos cinematográficos convencionales. Aunque es innegablemente mejor que las demás a efectos de producción y planos técnicos, su trama argumental no solo cojea, sino que cae al suelo del todo.

En esta se abandona el tono humorístico para dar paso a una acción frenética que lleva a la confusión, más que a la tensión o al miedo. Es cierto que a veces se respira terror, pero es únicamente cuando el director decide dejar los planos largos, sobre todo en las secuencias en los pasillos del barco, que dan cierto recuerdo de la saga Alien, además del monstruo final que, además de recordar a los jefes de videojuegos, es un punto en común con dicha saga. El personaje de Ángela se vuelve inverosímil con el paso de las películas. Ahora ya no es una chica asustadiza, sino la próxima Alice Abernathy (protagonista de las películas de Resident Evil). En cuanto a guión, demasiado predecible, con personajes tópicos del mundillo zombie.

Sí, da cierre a la saga, y menos mal. Pero deja en el aire muchas preguntas de las cuales aún no hay respuestas. ¿Al final son zombies o demonios? Lo que sí está claro es que los directores dejaron la saga cerrada para ya nunca más volver a tocarla.

Ahora es mucho mejor recordar la maravillosa primera entrega y su secuela, floja, pero que se mantiene bien, más que hablar de las desastrosas películas en solitario de cada director.

Valoración

Puntuación: 1.5 de 5.

En sí las dos primeras películas no están mal, claramente la primera mejor que cualquiera. Pero mirando con lupa a las cuatro en total, la saga no merece mayor puntuación.

Es cierto que incorporó en el cine español elementos nunca vistos y que le dio un giro al género zombie interesante. Sin embargo, los argumentos y personajes son flojos, típicos y con un humor que no llega a casar del todo bien con el terror que presentan las películas.

«Loco por ella» y nosotros por ellos

Loco por ella se estrenó en Netflix el pasado 26 de febrero y se ha convertido en una de las cuatro producciones españolas (junto a La Casa de Papel, El Hoyo y Bajocero) más exitosas de la plataforma. No solo se ha mantenido durante semanas en el top 10 nacional, sino que se ha posicionado en el top mundial de lo más visto en la plataforma desde marzo de 2020
Cartel de la película Loco por ella (2021). Fuente: e·cartelera

Otro éxito del director Daniel de la Orden, ya conocido por la exitosa serie juvenil Élite (2018-) o la película Hasta que la boda nos separe (2020) que muestra la otra cara de la moneda de una manera singular, emotiva y entrañable.

Esta comedia romántica tan inusual ha conseguido llegar a los corazones de miles de personas gracias a la especial historia de Adri (Álvaro Cervantes) y Carla (Susana Abaitua), unos jóvenes que se conocen en una noche de desenfreno. Tras la exhaustiva búsqueda de Adri, encuentra a Carla en un centro psiquiátrico en el que el joven conseguirá ingresar con la finalidad de conquistarla. Además, aprovechando la situación, Adri llevará a cabo un artículo sobre su experiencia en dicho lugar para la revista sensacionalista en la que trabaja. Gracias a Carla y al resto de pacientes, Saúl (Luis Zahera), Marta (Aixa Villagrán), Víctor (Nil Cardoner), Tina (Txell Aixendri) y Sergio (Eduardo Antuño), Adri irá reconduciendo su camino y cambiará la forma que tiene de entender y ver la vida.

Tráiler Loco por ella (2021)

Aún así, Loco por ella no se limita a la historia de amor entre los dos protagonistas, sino que trata con humor, gracia, respeto y dignidad las enfermedades mentales y sus consecuencias, rompiendo el tabú que les rodea y con la clara intención de desestigmatizar los prejuicios hacia la salud mental. A través de las diferentes historias de los personajes, nos acercamos a una realidad desconocida por la mayoría y que no siempre es bien recibida.

El trastorno bipolar de Carla, la esquizofrenia de Saúl, el Síndrome de Tourette de Marta o la depresión de Tina sirven de ejemplo en una sociedad que no siempre consigue ser tolerante. Loco por ella invita a aceptarnos los unos a los otros y a nosotros mismos, a querer nuestros defectos y a aprender con ellos, alejándose del, tantas veces dañino, discurso positivista estilo «Mr.Wonderful«.

Por otra parte, con cierta pizca de humor, Alberto San Juan, que interpreta al director de la revista en la que trabaja Adri, refuerza el mensaje de aceptación y caricaturiza con agudeza la intolerancia y las faltas de respeto hacia los colectivos que suponen una minoría.

«La próxima vez que vea a alguien triste no voy a pedirle que sonría, ni le voy a prometer que recuperarse está en su mano. Si de verdad quiero ayudarle, lo que voy a hacer es hacerle saber que aunque no sea capaz de entender lo que le pasa, estaré allí si lo necesita.»

Adri (Álvaro Cervantes), Loco por ella (2021)

Loco por ella es tan agradable de ver como sorprendente, pues aunque por el título parece simplemente una comedia romántica, esconde una profundidad y una historia tan necesaria y natural, que desde el primer momento deseas conocer la historia que se va a producir.

Una apuesta del cine español que consigue tocar los corazones del público y va más allá de la historia de amor cliché, dejando claro que aunque a veces el amor parece una «locura», no es imposible si las personas son las indicadas.

Imagen de la película Loco por ella – Adri (Álvaro Cervantes) y Carla (Susana Abaitua). Fuente: Moda Punta