Dune (2021): «space opera» en todos los sentidos

Tras un primer (y fallido) intento de David Lynch, más un proyecto de Alejandro Jodorowsky que nunca vio la luz, el universo de ciencia ficción creado por Frank Herbert regresa a la gran pantalla de la mano del director de Blade Runner 2049. Sin haberse estrenado ni en estados unidos ni eN China, la cinta ya ha superado la barrera internacional de los 100 millones de dólares. Pero, ¿es una cinta que satisface los intereses del gran público o es un espectáculo lento y aburrido, apto exclusivamente para los fanáticos de las novelas?
Tráiler oficial de «Dune» (2021) en castellano.

Sic Parvis Magna. Sí, se trata de una cita de la saga de videojuegos Uncharted pero viene como anillo al dedo. Es una expresión proveniente del latín que significa: «la grandeza nace de pequeños comienzos» (bueno, estrictamente significa «pequeño como grandioso», pero uno se hace a la idea). Al igual que Nathan Drake, las aventuras de Paul Atreides tienen que comenzar de forma humilde, introducir a los personajes principales y presentar el lore de un universo con más de medio siglo de bagaje literario. Sí, más que humilde, suena a algo muy ambicioso. ¿Lo consigue Denis Villeneuve, uno de los directores más aclamados (La llegada, Sicario, Prisioneros), y a la vez, más de nicho (Blade Runner 2049, Incendies, Enemy) de los últimos tiempos?

Paul Atreides (Timothée Chalamet), heredero de la Casa Atreides y uno de los grandes protagonistas de la saga Dune.

Si algo está claro es que el equipo creativo detrás de Dune (2021) se topó con un hueso duro de roer desde el minuto en el que se anunció el proyecto. Por un lado, tenían dos precedentes cinematográficos poco halagüeños: uno que no llegó a salir de la incubadora de preproducción (el proyecto soñado del escritor y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky) y otro que supuso un ejercicio de condensación narrativa vertiginosa de la mano del (quizás, apropiadamente) maestro contemporáneo del surrealismo, David Lynch.

Por otra parte, tenían que contentar al público mayoritario (algo que a Villeneuve a menudo se le escapa, a excepción de algunos trabajos más «accesibles» como Sicario) a la par que satisfacer a los fanáticos de las novelas; una saga literaria que está considerada básicamente como «el abuelo de la ciencia ficción«. Literalmente, y sin exagerar, la mayoría de autores sci-fi han sido influenciados directa o indirectamente por Dune. ¿Naves con forma de insecto volador? ¡Hola, Nausicäa del Valle del Viento (Miyazaki, 1984) y El hombre de acero (Snyder, 2013)! ¿Casas/ dinastías que conspiran con tal de sentarse en un codiciado trono? ¡Anda, Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos)! ¿Un Imperio galáctico malvado, un planeta desértico habitado por una tribu de nómadas y gusanos gigantes que emergen de la tierra y un elegido poseedor de una fuerza mística que influye en las mentes de otros? Ay, George Lucas, qué pillín…

El duque Leto Atreides (Oscar Isaac), padre de Paul. A la izquierda, el leal Gurney Halleck (Josh Brolin), Jefe de Guerra de la Casa Atreides y uno de los instructores de Paul. Fuente: Vandal

Pero, ¿dónde está el truco? En primer lugar, tienes que contar con una trama que, aunque se haya visto un millón de veces, resulte lo suficientemente atractiva como para visionar OTRA variación más. Y si algo demostró Cristo a los subsiguientes elegidos como Anakin y Luke Skywalker, Harry Potter, Neo y cía es que a las masas les encanta una buena historia de elegidos que salvan al mundo de las fuerzas del mal.

Añade a esto un exquisito diseño de producción a cargo del «sospechoso habitual» de Villeneuve, Patrice Vermette, que por momentos recuerda a otros grandes de la ciencia ficción (Alien, el octavo pasajero y el planeta natal de los Harkonnen o el ya citado caso de Star Wars y el planeta Dune/Arrakis), un mensaje ecologista sutil (más evidente, al parecer, en la novela) y un subtexto religioso interesante; evidente, por ejemplo, en una significativa muerte que retrotrae a la imaginería de Cristo crucificado. En definitiva, la cinta está constantemente jugando sobre «territorio conocido», tanto en lo narrativo como en las influencias artísticas. Sin embargo, al ser una mezcla de elementos tan dosificada y estar rodada con el ojo preciosista de Villeneuve, se percibe como algo prácticamente novedoso y espectacular.

Claro está, habría que partir de la base de que previamente, como si se tratase de los Harkonnen con el planeta Arrakis, todo quisque ha esquilmado las novelas originales de Frank Herbert y su trabajo se ha plasmado con mucha posterioridad; algo parecido a lo que sucedió con John Carter de Marte de Edgar Rice Burroughs cuando llegó la adaptación cinematográfica de 2012. Pero esa discusión daría para otro artículo tan extenso como interesante…

Por suerte para Dune, todo el armazón que suponen el guion y la dirección artística queda revestido por un reparto que abarca desde la solidez interpretativa hasta la más pura emotividad, pasando por un antagonista vil y repulsivo que incomoda en cada una de sus apariciones.

Póster de Dune (2021). Fuente: Hipertextual

Timothée Chalamet encarna a un protagonista un tanto estoico y frío. Probablemente, se deba a que el personaje de Paul Atreides es descrito así en las páginas escritas por Herbert, pues Chalamet ha demostrado con creces que, cuando se lo indica el guion, puede exhibir un amplío rango de emociones (Call Me By Your Name). No obstante, hay que reconocer que brilla en los momentos en los que el personaje muestra su lado más vulnerable.

Respecto al resto del elenco, hay que aclarar que, pese a los nombres del cartel, no todos tienen el mismo tratamiento, ni narrativo ni de duración en pantalla. Mientras que Javier Bardem y Zendaya quedan algo desdibujados (bajo la promesa de darles más enjundia en la segunda parte), Rebecca Ferguson y Oscar Isaac brillan como los padres de Paul Atreides.

Isaac da vida a un soberano solemne, sabio y paternal (una vuelta a la sobriedad, tras su simpático Poe Dameron en las nuevas de Star Wars) y tiene un momento dramático sumamente tenso y brillante, que no merece ser destripado pero sí aplaudido. Su compañera de reparto tiene el papel (probablemente) más interesante de la película. Es una mujer en constante conflicto, entre la fe por su orden y el amor, entre la implacable guerrera y la madre coraje. Y Ferguson es capaz de transmitir tantísimo con una simple mirada como para decir que se come con patatas al resto, cada vez que aparece.

Lady Jessica (Rebecca Ferguson), amante de Leto Atreides y madre de su heredero, Paul. Pertenece a la orden religiosa de las Bene Gesserit. Fuente: Den of Geek

En cuanto a los incondicionales de Jason Momoa, ni qué decir tiene que vuelve a interpretar a un guerrero bruto, con ciertos dejes carismáticos y un corazón de oro. Sí, prácticamente, vuelve a hacer de Aquaman y lucha como Khal Drogo. Pero se le ve tan cómodo ese rol y parece estar pasándoselo tan bien (de forma similar a Christoph Waltz y sus villanos sofisticados e ingeniosos) que uno no puede evitar ser contagiado por su entusiasmo.

Digno de mencionar también es Stellan Skarsgärd como el villano, el Barón Vladimir Harkonnen, quien tiene una presencia física en pantalla y unos sets e iluminación a su alrededor que, inevitablemente, recuerdan al coronel Kurtz (Marlon Brando) en Apocalypse Now (Ford Coppola, 1979). Debido a la forma similar en la que Villeneuve presentaba a otro antagonista en su anterior trabajo (Jared Leto/Niander Wallace en Blade Runner 2049) y a ciertos gestos en la interpretación de Skarsgärd, resulta pertinente cuestionarse si se trata de un homenaje consciente o de simple coincidencia. En cualquier caso, el barón Harkonnen no deja indiferente a nadie y, a diferencia de la caricaturesca versión ochentera de Lynch, se siente como una inquietante amenaza que Paul Atreides y compañía no deberían subestimar.

El Barón Vladimir Harkonnen (Stellan Skarsgärd), líder de la Casa Harkonnen y uno de los principales antagonistas de la franquicia. Fuente: Dune News Net.

A esto hay quien le sumaría el soundtrack del maestro Hans Zimmer (Interstellar, Piratas del Caribe, El caballero oscuro, El rey león). No obstante, a oídos de este admirador del compositor alemán, mentiría al decir que la música dejó alguna impresión o emoción como tal. De forma similar a Gladiator (Scott, 2000), es destacable como Zimmer acude a una cantante étnica que entona cierta melodía en momentos de pura epicidad o triunfo. Citando al exquisito y extensísimo refranero español: «Lo poco agrada, lo mucho enfada».

La casa Harkonnen esquilma el planeta Arrakis (o Dune), en busca de una codiciada sustancia conocida como «la especia». Fuente: Reddit.

Sin haber leído ninguna de las novelas de Herbert ni conocer nada del universo de Dune antes de entrar en la sala, hay de decir que la cinta presenta el universo al espectador medio de forma excelente. Muestra detalles de las distintas culturas, de las Casas reales, de la religión, de la tecnología e, incluso, de las palabras y del uso de los idiomas que llaman la atención y, a la vez, despiertan ciertas dudas. En este espectador, concretamente, la película causó tal fascinación y curiosidad como para pasarse días leyendo la wiki oficial de Dune y buscando el precio de la primera trilogía literaria. No se puede decir que la película haga un mal trabajo en ese aspecto, pues vende su mundo ficticio como algo único e interesante.

No obstante, es esa misma mirada pausada y contemplativa del mundo lo que provoca el principal problema del film. No es necesariamente una película lenta (sí de extensa duración: dos horas y media), puesto que ocurren revelaciones, acciones y explicaciones cada dos por tres. Pero, si realizamos un resumen de lo que ocurre en esta «primera parte», realmente no acontecen tantos hechos como cabría esperar. Sí, mueren «x» e «y», pero la película no se siente como una primera entrega «completa» y satisfactoria por sí misma. Acaba de forma súbita y con la promesa (cita literal de un personaje) de que «es solo el comienzo».

Stilgar (Javier Bardem), líder de un grupo de Fremen; los nativos del planeta Arrakis. Fuente: IGN Latinoamérica.

No hay un clímax/ tercer acto, si planteamos el problema desde una terminología de estructura dramática. Y eso, como es evidente, puede dejar a más de un espectador perplejo e incluso algo decepcionado. Por buscar un símil, es como si La guerra de las galaxias (Lucas, 1977) terminase con la muerte de Obi-Wan Kenobi y la huida de la Estrella de la Muerte, sin llegar a mostrarnos la batalla final entre la Alianza Rebelde y el arma definitiva del Imperio. ¿Anticlimático? Sin duda.

Chani, una Fremen del planeta Arrakis. Es interpretada por Zendaya, una de las actrices de moda entre el público juvenil. Fuente: plex

En resumen, el único pecado de Dune (Villeneuve, 2021) es dejarnos con la sensación de haber visto una introducción, una presentación de los personajes y el lore por la que aguardar ansiosos durante años. Sí, la recaudación mundial augura una secuela inminente y Villeneuve parece estar trabajando ya en el guion, pero uno no puede evitar temblar cuando se acuerda de casos tan sangrantes como El Hobbit de Peter Jackson y sus constantes promesas. Todo se resolvió en un epílogo estirado y soporífero de tres horas y pico que en el libro se contaba en apenas unas páginas.

Por supuesto, solo con la sorprendente integridad artística de esta primera entrega y (lo que es más importante) las buenas cifras de taquilla, uno siente que Warner Bros. continuará respetando los designios autorales de Villeneuve, lo que lleva a pensar que recibirá el testigo con la misma pasión y mimo que ha dedicado a este filme. Pero, al igual que los sueños de Paul Atreides, eso es solo uno de tantos futuros posibles. Crucemos los dedos (¿y recemos?) porque la cruzada de Paul Atreides para convertirse en el Kwisatz Haderach continúe con la misma calidad narrativa y audiovisual de esta primera entrega.

Un vídeo que resume las Casas reales vistas en esta primera entrega de «Dune».

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una notable introducción al vasto universo ideado por Frank Herbert en los 60. Tiene uno de los mejores diseños de producción de 2021 y una fotografía impecable, lo que, sumados a la imaginería visual de Villeneuve, dan lugar a un espectáculo digno de disfrutarse en la pantalla más grande posible.

Interpretaciones a destacar: Oscar Isaac, Stellan Skarsgard y, especialmente, Rebecca Ferguson.

Su mayor defecto es que se siente como lo que es: un prólogo, un primer capítulo; lo que frustrará a más de un espectador impaciente. No recomendable para los incondicionales de Zendaya, pues su aparición en esta entrega no tiene el peso narrativo que esperan. No obstante, sí será un disfrute para fans de Jason Momoa y, sobre todo, Timothée Chalamet.

Cry Macho: los cowboys (no) lloran

Clint Eastwood desempolva el sombrero de vaquero y la silla de montar. Como en Mula (2018), se coloca delante y detrás de las cámaras para contarnos una historia que (quizás) ya nos había contado con anterioridad. Sin embargo, ¿resulta interesante esta deconstrucción de su carrera, o es solo un dramón que roza el telefilme?
Mike Milo (Clint Eastwood), un jinete en el ocaso de su carrera. Fuente: Fotogramas.

Ciertamente, multitud de críticas lo han señalado, pero el hecho de recordarlo no le quita valor: Clint Eastwood tiene actualmente 91 años a sus espaldas y más de 60 de trayectoria profesional. El director, productor y actor es una de las pocas leyendas vivas del cine; una reliquia del Hollywood de antaño. Por ello, toparse con una película suya en cartelera (prácticamente, cada año) no deja de ser una alegría para los espectadores de hueso colorado; especialmente, cuando decide desengrasar sus dotes interpretativas.

La crítica especializada (sobre todo, la angloparlante) ha vapuleado Cry Macho. Se la ha tachado de «lenta», «aburrida», «excesivamente sencilla»… Uno de los argumentos más comunes ha sido el cuestionamiento del señor Eastwood como protagonista: «Está muy mayor«. Con respecto a este detalle, creo que es precisamente lo que él buscaba: mostrar a una estrella cuyo brillo se apaga lentamente pero a la que le quedan suficientes fuerzas, coraje e incluso locura, como para embarcarse en otra epopeya cinematográfica.

Y sí, el concepto de «héroe crepuscular» no es algo que Eastwood haya inventado; lo preceden películas como Valor de Ley (Hathaway, 1969) con John Wayne. No obstante, si uno analiza su filmografía, notará que esta, junto con otras cuestiones como la culpa, la soledad o la vejez, son prácticamente los temas centrales del director. Es más, se podría decir que él es quien ha perfeccionado y madurado esas inquietudes narrativas. Solo hay que observar unas cuantas muescas en su revólver: Sin perdón (1992), Million Dollar Baby (2005), Gran Torino (2008), su reciente Mula (2018) o, incluso, Los puentes de Madison (1995). Todas ellas, en mayor o menor medida, tratan alguno (o todos) los leitmotive anteriormente citados.

Clint junto al gallo «Macho», el otro protagonista de la cinta. Fuente: HobbyConsolas

Por tanto, ¿volver a esas mismas inquietudes en Cry Macho no resulta reiterativo? En lo absoluto, y esto es porque, precisamente, la cuestión de la edad aquí funciona de forma más efectiva que nunca. Clint está visiblemente mayor, se mueve lentamente, su voz se siente cascada y apagada (todo esto en VO, aunque la versión doblada parece respetar esto con bastante fidelidad)… Y ese es justamente su punto.

El personaje de Mike Milo es un hombre que ha desperdiciado su vida siendo un tipo duro, «un macho» que se ha jugado el pellejo en incontables ocasiones y que, cuando ha tratado de recuperar el tiempo perdido, las cartas de la vida han jugado completamente en su contra. He ahí su caída en desgracia, he ahí su búsqueda de algún tipo de redención y he ahí su encuentro con este joven llamado Rafo (Eduardo Minett, en su primer papel angloparlante) quien le ayuda a salir del atolladero y encontrar las ganas de vivir.

La química entre un cascarrabias y resabiado Eastwood y el muchacho chulesco y temperamental es, de forma indiscutible, el corazón de la película. Y si a eso le sumamos la incorporación de un gallo peleón (que se roba cada plano en el que aparece), tenemos una road movie que funciona, divierte y emociona pese a adentrarse en territorio conocido. Para más inri, estén atentos a ciertas escenas, como en la que el chico y el cowboy conversan frente a una fogata o el monólogo de este último en la iglesia.

El trío protagonista: Mike, Rafo (Eduardo Minett) y el gallo Macho. Fuente: El Confidencial.

En cuanto a detalles técnico-artísticos, la dirección de fotografía de Ben Davis (Tres anuncios en las afueras y Doctor Strange, entre otras) saca especial provecho de las puestas de sol, lo que sintoniza en gran medida con «el ocaso de una leyenda». Además, la música de Mark Mancina (Tarzán de Disney, Vaiana, Con Air) aprovecha los ecos del western para deleitarnos con unas cuantas melodías country que sonrojarían a Gustavo Santaolalla (21 gramos, Babel, el videojuego The Last of Us).

Sin embargo, pese a sus mentados aciertos, se pueden plantear ciertas pegas respecto al libreto firmado por Nick Schenk (Mula, Gran Torino, la serie Narcos). Mientras que se exploran ciertas subtramas con sumo detalle, como el tierno romance con Marta (Natalia Traven) o la devoción por los animales y la vida rural, otras semillas plantadas no terminan de germinar. Por ejemplo, el maltrato físico y psicológico que sufre Rafo se muestra momentánea y efectivamente, pero la historia nunca vuelve a mencionarlo ni se aborda con la crudeza a la que nos tiene acostumbrados Eastwood. Sin ir más lejos de su filmografía, ahí están El francotirador (2014) o Mystic River (2003) como ejemplos de hasta dónde puede llegar el director cuando quiere tratar temas turbios o difíciles de soportar.

Así mismo, algunos matices y decisiones de los personajes no terminan de entenderse y ocurren de forma súbita; sin tiempo para que el espectador los procese. El cambio de parecer que sufre la madre de Rafo (Fernanda Urrejola) es tan repentino como desconcertante. De la misma manera, ciertos personajes que se plantean como antagonistas no terminan de sentirse como una verdadera amenaza y, en consecuencia, se recuperan para un clímax que transcurre de forma apresurada y sin grandes sobresaltos.

Milo enseña a Rafo a montar a caballo. Fuente: Espinof.

Quizás se trate de la sencillez formal y narrativa con la que Eastwood decide abordar toda la película (tiene mucho más de drama que de western). Aún así, no deja de ser chocante que el artífice de algunos de los desenlaces más memorables de la historia del cine (Million Dollar Baby o Sin perdón, por citar dos) nos brinde una resolución tan mundana y carente de épica. Porque Gran Torino sería muy dramática, urbanita y cotidiana, pero su tercer acto permanece en la memoria de cualquiera que la haya visto. Ese es probablemente su mayor problema: el conflicto final llega y se va en un suspiro; le falta fuerza dramática.

En síntesis, pese a que ciertos detalles del guion no están del todo pulidos, Clint vuelve a entregar otra película madura que sabe cómo y cuándo tocar la fibra sensible y que no teme cuestionar el pasado y legado de su estrella principal. Si esta fuese su última película, sería una humilde pero bonita despedida. Pero, como ya se sabe que el hombre vive por y para el cine, los amantes de este gran director seguiremos esperando cada una de sus propuestas con sumo entusiasmo. Porque el señor Eastwood podrá tener una ideología política que algunos abominen, pero que sus películas rezuman artesanía, reflexión y (sobre todo) humanismo, es algo incuestionable.

Concluyo con una cita de la propia cinta: «Eso de ser macho está sobrevalorado», a la que añado: «y lo de ser joven, tres cuartos de lo mismo».

Tráiler de la película.

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una película muy personal, sencilla en su realización y premisa, pero no por ello menos emotiva. Reflexiona sobre varias inquietudes muy familiares para los fans de Eastwood (la vejez, la soledad, el crepúsculo del héroe, el choque generacional) pero solo por el monólogo final de Clint merece un visionado. Muy en la línea de Lucky (2017), con Harry Dean Stanton. No apta para quienes esperen a Clint repartiendo balazos y tacos. Es una cinta crepuscular, pero también una celebración de la vida, del amor a la vejez y del reencuentro con la naturaleza.

Operación Camarón: Mucho ruido, pocas gambas

Otra comedia de la mano de Mediaset que se ha promocionado a bombo y platillo y que, en la tónica habitual de la compañía, se trata de un remake del filme italiano Song’ e Napule (Manetti & Manetti, 2013). Pero, ¿es Operación Camarón (Therón, 2021) una comedia desternillante o solo un montón de humo fruto de una hiperbólica promoción?

Ya lo explicaban Mike Stoklasa y Jay Bauman (los creadores del canal de YouTube RedLetterMedia) en su análisis del remake de Cazafantasmas (Feig, 2016): la comedia es probablemente el género más difícil de analizar porque hay muchas formas de decir «es que simplemente no me hizo reír«. Esta crítica no busca realizar un análisis objetivo ni sentar cátedra, ya que cualquier reseña está parcialmente sesgada por la opinión de quien la escribe. Aclarado esto, comencemos por la sinopsis.

Sebas «El Cojonera» (Julián López) entregado a su teclado durante una boda. Fuente: espinof.com

La premisa, partiendo y relocalizando la del film italiano anteriormente citado, es la siguiente: Sebas (Julián López) es un pianista frustrado que trabaja como policía (previo enchufe familiar) para la unidad antidroga en Cádiz. Un día, la inspectora Josefa Garrido (Miren Ibarguren) y sus compañeros (Canco Rodríguez y Julián Villagrán) lo escuchan tocar el piano y se les ocurre una «brillante» idea. En consecuencia, Sebas se hará pasar por teclista para infiltrarse en la banda de flamenco-trap «Los Lolos» capitaneada por el susodicho Lolo (Carlos «Nene» Librado), con la intención de colarse en la boda de la hija de Abeledo (Antonio Dechent), el lugarteniente del misterioso narcotraficante apodado «El Fantasma». Por el camino, se labrará una fuerte amistad con los integrantes del grupo, especialmente con Luci (Natalia de Molina), la hermana y mánager de Lolo. Así, las mentiras y los malentendidos irán tejiendo una red en torno a la vida de Sebas, hasta el punto de que su lealtad por ambos bandos será puesta a prueba.

Mi principal problema con la película es, insisto, totalmente subjetivo: no disfruto con el humor basado en estereotipos y localismos y la película se construye en torno a eso.

Lolo (Carlos «Nene» Librado) discute con su hermana Luci (Natalia de Molina). Fuente: telecinco.es

Una muestra clara de los tópicos en Operación Camarón (rodada entre Cádiz y Sevilla) es la presentación del personaje de Lolo en un bar. En dicha escena, aparece un niño que empieza a tocar la guitarra «con mucho arte». El punto del guion es mostrar que el talento es, en parte, innato. Para cuando el chiquillo acaba con su pequeño concierto, Lolo, mientras mira a Sebas, le pregunta al pequeño: «¿Tú has ido a solfeo?» a lo que el muchacho responde: «Tú si que eres feo, cabrón». Acto seguido, el cantante invita al menor a tomar lo que quiera y este pide a gritos un gin tonic.

Otra píldora de la dinámica cómica de la cinta se evidencia en la presentación del personaje de «Fotosho» (Xisco González), un chico de Granada que forma parte de los Lolos. ¿Cuál es el mayor estereotipo que se suele decir sobre la gente de allí? Efectivamente, la «mala follá«. Pues ahí está la premisa con la que se juega todo el rato en torno a su personaje…

Los dos «destripes» anteriormente mentados no son spoilers por gusto, sino que evidencian las claves narrativas que construyen el humor de la película. Al conocerlas, cualquiera que lea esta crítica puede esbozar si el filme casa con su sentido del humor y decantarse por verla o no. Cierto es que el trailer y spots con los que se ha bombardeado al espectador español medio ya apuntan a este tipo de gracietas, pero toda advertencia es poca.

«Los Lolos» al completo. De izquierda a derecha: Sebas, Ortiguilla (Juanlu González), Luci, Lolo y «Fotosho». Fuente: KISS FM.

Pero incluso teniendo un buen guion, cualquier comedia puede desmoronarse si no cuenta con los actores adecuados. En el caso de Operación Camarón, hay una de cal y otra de arena, ya que cuenta con actores de gran talento como Paco Tous, Antonio Dechent, Alberto López o Adelfa Calvo. Dechent, que interpreta a uno de los dos antagonistas principales, llena la pantalla con su presencia y se convierte en un personaje verdaderamente amenazante. Para muestra de ello, bastaría con fijarse en una escena cercana al tercer acto, en la que, mientras sostiene a un gallo de peleas, advierte a los Lolos con un pequeño monólogo.

Sin embargo, otros intérpretes como Tous son desechados de una manera tan absurda (en su caso, dos chistes de chirigotas y un par de gritos) que uno no puede evitar sentirse frustrado ante semejante desperdicio.

Así mismo, la película no solo juega con clichés narrativos, sino que convierte a algunos de sus actores en tópicos con patas. ¿Cuántas veces vamos a ver a Julián López encarnar a un protagonista inocentón, friki, torpe y algo neurótico? ¿Miren Ibarguren solo sabe interpretar a mujeres gritonas con mucho carácter? La cinta cuenta indudablemente con un buen reparto, pero al querer jugar «a lo seguro» vuelve a colocar a muchas de sus piezas en el mismo tablero cuadriculado y aburrido de siempre. Solo hay una sorpresa grata y destacable: Carlos Librado como el susodicho Lolo. Conocido por la serie Gigantes o El guardián invisible, en esta película interpreta al personaje de forma creíble, rozando la fina línea del cliché de «artista chulo y egocéntrico» y logrando generar una legítima simpatía de cara al espectador a través de su arco de personaje. Pero lo más sorprendente del papel: de todo el reparto de «no andaluces» es el único que logra un acento andaluz que no suena impostado.

La inspectora Garrido (Miren Ibarguren) y sus ayudantes (Canco Rodríguez y Julián Villagrán) intimidan a Sebas. Fuente: Gatrópolis.

En cuanto al director, Carlos Therón, me parece uno de los más hábiles del género actualmente. Sus comedias no pecan de una realización televisiva (en términos de «plano-contraplano» con escasa profundidad de campo y predominancia del plano medio) ni de falta de personalidad. Sin ir más lejos, una secuela pasable como Fuga de Cerebros 2 (Therón, 2011) contaba con un plano secuencia (a lo Scorsese) dentro de una fraternidad universitaria que dejaría boquiabierto a cualquier espectador observador. Lo dejo cuando quiera (Therón, 2018) tenía un ritmo trepidante, fruto de un cuidado montaje, y un humor que a menudo traspasaba la barrera de lo políticamente correcto; el gag de los testículos de los mafiosos rusos o el del poni chocaban diametralmente con las convenciones de la comedia española promedia.

En esta película vuelve a mostrar verdadera pasión y creatividad desde la silla del director, apostando por ciertas referencias visuales tan disparatadas y extravagantes como un «duelo western» (con primerísimos primeros planos de los ojos, al puro estilo Sergio Leone) en mitad del clímax o persecuciones de coches con ritmo, tensión y acción bien rodada, huyendo de clichés actuales del cine de acción como la shaky cam (cámara agitada) o los cortes rápidos en montaje.

Es una lástima que el guion esté construido sobre tantos lugares comunes, porque la dirección de Therón ya suponía un 50% del trabajo hecho. Incluso siendo una película de una empresa como Mediaset, hay lugar para la autoría, puesto que volvemos a ver un plano general de los protagonistas caminando a cámara lenta (como en sus anteriores cintas Es por tu bien y Lo dejo cuando quiera), al más puro estilo Reservoir Dogs (Tarantino, 1992).

«Los Lolos» dan un concierto frente al Puente de Triana. Fuente: Cadena SER.

El problema objetivo de Operación Camarón radica en su tono, que pasa de ser una comedia de enredos con elementos románticos y excusa de trama criminal a un thriller con ciertos golpes de humor. Concretamente, hay un punto de inflexión en la trama: la secuencia del hotel. Es en ese instante cuando culmina cierta subtrama que involucra al miembro más joven de Lolos y cuando estalla la verdadera motivación del protagonista para querer detener a El Fantasma. Es decir, estamos hablando de una escena crucial, el puente del segundo al tercer acto.

Siendo justos, es bastante común que una comedia se adscriba a un tono eminentemente dramático para que su clímax se sienta como un verdadero obstáculo que pone en peligro el final feliz. Ahí están, por ejemplo, Funny People (Apatow, 2009) o la persecución desesperada de Jim Carrey al final de Mentiroso compulsivo (Shadyac,1997).

Sin embargo, la explosión de violencia que adopta, aunque ni por asomo llega a las cotas de películas como las de Enrique Urbizu o Rodrigo Sorogoyen, no deja de sentirse como un choque brutal y notable con respecto al tono anteriormente planteado. Hace dos escenas contemplábamos una cómica escena sobre «la cobra» que sufre el personaje de Natalia de Molina y en ese momento vemos a un menor de edad siendo apaleado con una palanca. Claramente, las piezas del puzle no terminan de encajar…

Luci y Sebas, ¿una pareja imposible? Fuente: filmAnd.

En definitiva, ¿es Operación Camarón «la comedia del verano»? Depende de a quien le preguntes. Si eres fan del flamenco-fusión o te generan simpatía los arquetipos y lugares comunes sobre Andalucía y la cultura cani, esta cinta te funcionará a las mil maravillas. Si buscas una comedia sutil, subversiva con tus expectativas, con diálogos-metralleta a lo Billy Wilder o un humor con muy mala baba, como muchos de los chistes de los Monty Python o de las pelis de Berlanga, esta película no es para ti.

En cualquier caso, gracias a este tipo de propuestas, la gente está regresando a los cines. Y eso, sin importar la película que sea, se agradece dados los duros tiempos por los que está pasando la industria.

Videoclip de una de las canciones de la película, con escenas de la misma.

Valoración de la película

Puntuación: 3 de 5.

Una película que no engaña a nadie. No inventa la rueda en cuanto a comedias: la mayoría de sus actores interpretan papeles en los que ya están «encasillados» y su guion se construye en torno a estereotipos sobre los canis y los andaluces. Pero, aún con todo, la inventiva dirección de Therón y algunas interpretaciones como las de Antonio Dechent y Carlos Librado la hacen más llevadera. Si te gustan las claves propias de las comedias producidas por Mediaset, la disfrutarás enormemente. Si no, difícilmente te resultará «la comedia del verano».

Scarlett Johansson, Disney y la disputa por el streaming

La estrella de Marvel demandó a Disney por no renegociar las condiciones de su contrato tras el estreno en plataformas de Viuda Negra. Una disputa que pone sobre la mesa el papel de los actores, y sus salarios, en un mercado dominado por el streaming.

Scarlett Johansson. Fuente: vanityfair.es

El coronavirus ha supuesto un antes y un después en la industria cinematográfica. Ya en artículos anteriores comentábamos los retrasos en los grandes estrenos y su repercusión en el estado de la salas de exhibición.

Es un hecho que las grandes compañías han abrazado las plataformas de streaming, acelerando el nuevo modelo en el mundo del cine que parece haberse asentado con la pandemia. La productora que más ha copado la atención en este proceso es Disney. La compañía del ratón ha aprovechado la pandemia para convertir su plataforma Disney+ en un importante competidor para Netflix y Amazon.

En salas y en casa al mismo tiempo

La productora tomó la decisión de suspender estrenos en salas de algunos títulos destacados como Soul y Luca, ambos de Pixar, y que habrían destacado mucho en las carteleras. Por otra parte, para las grandes superproducciones que dependen en mayor medida del resultado de la taquilla, se planificó un estreno simultáneo en las salas de cine y en Disney+, con un pago aparte de la tarifa de la plataforma (premier access).

Mulán fue la primera cinta en estrenarse con este sistema, y le han seguido Cruella, Jungle Cruise y Viuda Negra. Esta última es la que más ha recaudado en salas llegando a los 370 millones de dólares (180 millones en EEUU). Pese a estos datos que la sitúan como la quinta película más taquillera a nivel mundial este año, sufrió una significativa caída de recaudación de la primera a la segunda semana, siendo una de las caídas más altas de una cinta de Marvel.

Disney+ Premier Access. Fuente: urbantecno.com

Hay que tener en cuenta que con un presupuesto de 200 millones, sin contar con toda la promoción que tiene detrás, provoca que el margen de beneficios para Marvel sea más ajustado que en otras cintas. Algunos medios han señalado que al tener la película en Disney+, la taquilla ha sido inferior a la esperada pese a tener que pagar aparte por ella, además entra en juego una mayor facilidad para «piratear» la cinta.

Johansson levanta la voz

El 29 de julio, la protagonista de Viuda Negra y una de las estrellas más reconocidas del cine actual, Scarlett Johansson presentó una demanda contra Disney. En un comunicado publicado en diferentes medios indicaba que la compañía había incumplido su palabra al no estrenar exclusivamente en salas, y que tras permitir el estreno en la plataforma de streaming, no renegoció las condiciones de su contrato, incluyendo la comisión que se llevaría la actriz por la taquilla. Además, apunta que la compañía ha utilizado a la actriz como reclamo para Disney+, que está en pleno proceso de crecimiento. Un reclamo que no ha tenido compensación económica, cifrando en 50 millones de dólares las pérdidas de Johansson.

Sala de cine con Black Widow. Fuente: panorama audiovisual

Disney respondió asegurando que la actriz recibió una compensación aparte de los 20 millones de dólares que ha cobrado por actuar en la película. La revelación del salario de la actriz causó un gran revuelo y fue criticado por el agente de Johansson. Varios actores han apoyado a la estrella de Marvel en este litigio, entre ellos Gerald Butler, incluso se rumoreó que Emma Stone y Emily Blunt se sumarían en otras querellas a Disney. Aunque este supuesto no ha resultado así, Stone ha firmado recientemente un acuerdo con la productora para una secuela de Cruella.

A falta de una resolución, el caso de Johansson ha puesto sobre la mesa la nueva situación de las estrellas con el streaming. Disney no es la única compañía que ha abrazado a las plataformas. Warner anunció que todas sus películas tendrían estreno simultáneo en salas y en HBO Max, plataforma que llegará en breve a nuestro país.

Películas como Escuadrón Suicida, In the Heights o muy pronto Dune, seguirán este método, en el caso de las dos primeras el resultado en taquilla ha sido inferior de lo esperado. Pero a diferencia de Disney, si se han hecho públicas las diferentes compensaciones a actores, directores y otros miembros del equipo de las cintas afectadas entre ellos Denzel Washington y Will Smith. Sin embargo, algunos autores han levantado la voz frente a esta decisión como Denis Villeneuve, director de Dune, quien ha criticado abiertamente a su productora.

Algunas estrellas si se llevan bien con el streaming

Pero pese a estas tensiones provocadas por un inevitable cambio en el modelo de negocio, muchos actores están empezando a beneficiarse del enorme gasto realizado por las plataformas para competir con las grandes distribuidoras. Hace poco Variety publicaba un listado con las cantidades que han recibido algunas estrellas por sus últimos trabajos, la mayoría orientados para Netflix, Disney o Amazon.

Daniel Craig en Knives Out. Fuente: The Express Tribune

Daniel Craig se convierte en el actor mejor pagado gracias a Netflix, recibiendo 100 millones de dólares por las dos futuras secuelas de Puñales por la Espalda, que están en proceso de grabación . La plataforma también ha pagado una buena suma para una de las cintas más esperadas del año Don’t look up con Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence, 30 y 25 millones respectivamente.

Y es que pese a las diferencias, las estrellas pueden empezar a aprovechar el creciente mercado del streaming para romper récords y poder ganar más aún. Estos actores y actrices son el principal reclamo para cualquier película, en un panorama donde cualquier ingrediente puede hacer destacar ante tanta competencia.

5 veces en las que el doblaje de «famosos» funcionó

A raíz del reciente estreno de Space Jam: Nuevas Leyendas y la polémica del doblaje de Lola Índigo/Lola Bunny, así como el reflote en Twitter de ejemplos tan (des)afortunados como el Nobita de Mario Vaquerizo, Fernando Tejero como el protagonista de El Espantatiburones o el Grimmel de Melendi, desde Voz Nueva hemos considerado oportuno repasar algunos casos en los que el doblaje realizado por celebrities tuvo una calidad reconocible y digna de aplaudir.

Los actores Michelle Jenner y Tito Valverde formaron parte del doblaje del videojuego Heavy Rain. Fuente: 20Minutos

Antes de empezar, conviene aclarar que quien escribe no está precisamente a favor del «famoseo» en el doblaje. Es algo incoherente la inclusión de deportistas, cantantes, modelos, cocineros, estrellas televisivas y, en general, de cualquiera que no ha pasado nunca por el atril antes de firmar su cheque. El doblaje es una labor artística que no está lo suficientemente valorada en España, pese a la enorme calidad de sus profesionales.

Por un lado, se entiende que tiene que resultar especialmente hiriente que el famoso de turno llegue a eclipsar el show, a «robar» la oportunidad a otros que llevan años formándose y, por supuesto, a recibir una remuneración que no se rige por convenio sino por el caché de la estrella en cuestión. Sin embargo, al César lo que es del César: ciertos intérpretes y humoristas (los únicos con cierta formación dramática previa) han sabido dar la talla a la hora actuar con su voz como único instrumento. Por ello, considero que el reconocimiento es merecido, sin olvidar en ningún momento que los profesionales en la materia deberían ser la primera opción.

Remarcado esto, y antes de comenzar con el conteo, decir también que se han descartado todos aquellos actores y actrices que comenzaron en doblaje y que, posteriormente, alcanzaron la fama a través de algún trabajo televisivo, teatral o cinematográfico. Así, no contabilizarán grandísimos actores y actrices como Michelle Jenner, Ana Wagener, José Luis Gil, Luis Varela, Eduard Farelo, Constantino Romero, Fernando Guillén, Pedro Casablanc o Joan Pera (por mencionar solo a unos cuantos).

Josema Yuste-El Genio en Aladdín

Josema Yuste junto al Genio de Aladdín. Fuente: as.com

Sin duda, conviene empezar por quien puso de moda el star-talent dentro del mundo del doblaje. El fichaje de Robin Williams para una de las cintas más emblemáticas de Disney fue, en su momento, más que comentado y notorio. De hecho, se usó como reclamo publicitario por parte de la «Casa del Ratón», lo que enfureció enormemente al cómico (al respecto de esta cuestión, Lindsay Ellis tiene un vídeo muy interesante…).

El Genio fue animado a raíz de las múltiples improvisaciones e imitaciones por las que Williams era tan conocido; con lo cual, para su versión española, Yuste tuvo que enfrentarse a una tarea harto complicada: estar a la altura de un personaje creado por y para otra persona. Con todo, logró hacer «suyo» al personaje y, a pesar de casi 30 años desde aquello, una considerable parte del público recuerda todavía con cariño su particular interpretación.

El integrante de Martes y Trece nos brindó un genio de la lámpara histriónico, bobalicón, lleno de energía; capaz de cantar (dos momentos que tiene para lucirse en la cinta), imitar a Groucho Marx, a una azafata de vuelo (con cierto deje argentino) y, acto seguido, balar como una oveja. El Genio implicaba registros muy variopintos y alocados pero, por encima de todo, mucho corazón. Precisamente, la escena final en la que Aladdín lo libera y se despiden todavía puede sacar alguna que otra lagrimilla al espectador y, en gran medida, se debe al matiz tierno que Yuste le aporta con su voz («Tú siempre serás un príncipe para mí «).

Posteriormente y, a diferencia de Robin Williams (quien regresó tras el desengaño con Disney en la tercera película), Yuste retornaría para la primera secuela «directa a vídeo» de Disney: El retorno de Jafar (Stones, 1994). Sin embargo, luego no doblaría al Genio ni en la serie animada ni en la última película, siendo sustituido por el versátil y «genial» (chascarrillo fácil) Pep Antón Muñoz.

En cualquier caso, Yuste fue de los primeros «famosos» en doblar y realizar un trabajo destacable. Se ganó el cariño y respeto de muchos espectadores, a pesar de tener que hacer frente a un titán de la comedia como el añorado intérprete de Hook (Spielberg, 1991). Además, ha doblado a otros personajes animados como al simpático robot B.E.N. (Martin Short) en El Planeta del Tesoro (Clements & Musker, 2002) o a la inmensa mayoría de secundarios en la gamberra y ácida Team America: La policía del mundo (Parker, 2004).

Anabel Alonso-Dory en Buscando a Nemo

Anabel Alonso durante el doblaje de Buscando a Dory. Fuente: Fotogramas

Esta pez cirujano azul despistada, parlanchina y olvidadiza contaba con la voz de la presentadora Ellen DeGeneres en versión original. Aquí, la elegida para encarnar al encantador personaje fue Anabel Alonso, quien por aquel entonces interpretaba a Diana Freire en la popular sitcom 7 vidas (1999-2006).

¿Qué decir de su labor en esta película? La mímesis con el original es, prácticamente, imperceptible. Y, precisamente, muchos actores de doblaje a menudo apuntan a que su trabajo se puede calificar como «bueno» cuando no se percibe el «engaño»; o sea, la sustitución de la voz original. Efectivamente, Anabel Alonso sonaba tan natural como Dory que casi parecía que lo hubiesen escrito para ella. Desde su forma de hablar acelerada hasta sus constantes desvaríos, pasando por sus apartes o paréntesis en mitad de una frase para aclarar su revuelta mente… ¿Y cómo olvidar los cantos del personaje cuando habla «balleno«? Fue un doblaje, sencillamente, icónico y que, a ojos (más bien, oídos) de este humilde espectador, superaba con creces a la versión original.

No debía ser el único que lo pensaba pues, cuando se anunció la secuela de Buscando a Nemo (Buscando a Dory) y se especuló que la intérprete no regresaría para doblar al pescadito, se armó tal revuelo en redes que Disney tuvo que salir a calmar a las masas. Esto demuestra que, pese a lo olvidadizo del personaje, supo labrarse un hueco en la memoria colectiva (y en el corazoncito) del público. Y es que hay demasiadas frases de Dory que, enunciadas en la boca de Anabel Alonso, hacen sonreír a niños y adultos por igual: «Sigue nadando, sigue nadando, nadando…» o «Voy a P.Sherman, Calle 42, Wallaby, Sidney«, por citar un par.

Por otra parte, aunque Dory fue el rol con el que la actriz ganó una muesca en su revólver, otra simpática incursión de su carrera en el mundillo del doblaje llegó en forma de una ardilla hiperactiva, Balita, personaje de La increíble ¡pero cierta! historia de Caperucita Roja (Edwards, 2005). No obstante, en este papel costaba reconocerla, puesto que alteraron el pitch de su voz y se lo aceleraron, a excepción de un momento del film que me resisto a destripar…

José Mota-Mushu en Mulán

José Mota doblando en la película animada Ozzy. Fuente: Atresmedia Cine

Un claro ejemplo de que la similitud con la voz original no es lo que se debe priorizar en doblaje, sino la habilidad para «pegarse» a los labios y aura del personaje en cuestión. Ciertamente, la voz de José Mota no podía diferir más de la de Eddie Murphy, pero el comediante fue capaz de captar «el núcleo» de Mushu, es decir, la esencia del personaje. El dragoncito es un charlatán astuto, con mucho carácter (debido a las constantes vejaciones por su tamaño) y algo cínico; un espíritu animal que busca recuperar su estatus entre los ancestros de la protagonista y que, a pesar de sus meteduras de pata, improvisa y los corrige sobre la marcha (a la escena en la que decapita al Gran Dragón de piedra me remito).

A pesar de que Mushu fue creado a partir de la personalidad de Eddie Murphy, el integrante de Cruz y Raya consiguió llevárselo a su terreno sin necesidad de apropiarse del personaje y actuar como le viniera en gana. Aún teniendo timbres tan distintos es fácil apreciar, tras diferentes visionados y comparativas, que Mota sabe encontrarle el punto exacto a Murphy como para entonar y replicar sus emociones sin copiar su timbre. Tan resultona tuvo que ser la simbiosis como para que el experimento se repitiese en Shrek (Adamson & Jenson, 2001), en un rol igual de cómico pero algo más cargante (adrede) como era el memorable y (también) bocazas Asno.

Sin embargo, lo que verdaderamente es digno de aplaudir de Mota, además de su talento delante del micrófono, es su enorme respeto hacia la industria del doblaje. En multitud de entrevistas, el cómico ha profesado su amor por esta profesión, aplaudiendo la labor (a menudo, ninguneada) de los actores y actrices de doblaje profesionales. Por ejemplo, durante la promoción de Shrek: Felices para siempre (2011).

Otros trabajos destacados del manchego frente al micrófono son el neurótico y entrañable Mike Wazowski de Monstruos S.A. (Docter, 2001), el estafador y codicioso Freddy de Las aventuras de Tadeo Jones (Gato, 2012) o el inquieto pájaro Chuck de Angry Birds: la película (Kaytis & Reilly, 2016). Mota incluso realizó una incursión en imagen real, puesto que dobló a Abe «Azul» Sapien (Doug Jones), el hombre anfibio de Hellboy: El ejército dorado (Del Toro, 2008) con un más que digno resultado.

Como curiosidad final a apuntar, pese a no regresar para la olvidable secuela de Mulán 2 (donde fue sustituido por David Robles; voz habitual de Jamie Dornan o Leonardo DiCaprio), Mota sí que retomó el papel de Mushu en una serie animada que muchos recordarán con cariño: House of Mouse (Disney Channel, 2001-2004).

Alexandra Jiménez-Scarlet Overkill en Los Minions

Alexandra Jiménez durante la promoción de Los Minions. Fuente: elmundo.es

Decir que esta actriz y comediante zaragozana es una de las grandes humoristas de nuestro país es quedarse corto. No solo ha demostrado tener una enorme variedad de registros, actuando en dramas como Las distancias (Trapé, 2018), thrillers como la miniserie El inocente (Netflix, 2021) y comedias como Embarazados (Macías, 2016) o Superlópez (Ruiz Caldera, 2018), también tiene un carisma natural más que evidenciable en sus múltiples monólogos.

En Los Minions (Balda & Coffin, 2015) interpretó a Scarlet Overkill, una supervillana sesentera digna de la galería de villanos de los tebeos clásicos de Marvel o del Bond de Sean Connery. Con su risa maníaca, personalidad volátil y sadismo enmascarado bajo dulzura maternal, la cómica reconoció que interpretarla fue tanto un reto como un regalo. En una entrevista para la revista Acción Cine, Jiménez describió su experiencia doblando como algo «diferente» y «divertido», comentando que le encantaba la dualidad del personaje.

Desde luego, aunque la monologuista está prácticamente irreconocible en el rol, durante el visionado se percibe que quien estuvo detrás del micrófono se lo pasó en grande. Susurra, grita, ríe, encandila, amenaza, traiciona, enfurece… En resumen, todos los estados en los que nos gusta ver a una buena villana.

Sin duda, tanto el personaje (Sandra Bullock en VO) como la particular interpretación de Jiménez son lo mejor de este pasable spin-off de Gru: mi villano favorito (Renaud & Coffin, 2010). Para el recuerdo queda aquella escena en la que narra a los tres torpes Minions su «particular» versión del cuento de Los tres cerditos

Emma Penella-Edna Moda en Los Increíbles

Emma Penella recogiendo el Goya de Honor (póstumo) de su marido, Emiliano Piedra. Fuente: IMDB

Emma Penella fue, es y será una leyenda de la interpretación para nuestro país. Compaginó el teatro (empezando como meritoria en el Teatro María Guerrero) con el cine, apareciendo en películas tan sonadas como Cómicos (Bardem, 1954), El Verdugo (García Berlanga, 1960) o La estanquera de Vallecas (de la Iglesia, 1987).

Sin embargo, quienes se criaron durante la década del 2000 la recordarán con cariño por su inmensa Doña Concha en Aquí no hay quien viva (Antena 3, 2003-2006). Aquella vecina cotilla, malhumorada y sin pelos en la lengua (cómo olvidar su «Váyase, señor Cuesta. ¡Váyase! «) la convirtió en un icono para toda una generación desconocedora de su impresionante bagaje interpretativo. De hecho, parte del histrionismo (sobre todo, los gritos) y mala leche de su Concha permean hasta este peculiar personaje de Pixar. Podemos recordar, por ejemplo, la escena en la que golpea cómicamente a una llorona Elastigirl (Beatriz Berciano) y le grita para que esta recupere el espíritu aventurero y decidido de su juventud («Adoro tus visitas…»).

Con su reconocible voz rasgada y grave consiguió dotar a la diseñadora de la fuerza y personalidad propias de una diva, conservando el acento italiano de la versión original pero con un timbre distinto, claramente femenino, al fingido por Brad Bird (director de la película de Los Increíbles y quien pone voz a Edna en VO). Pese a saber en todo momento que Edna era Penella, en ningún momento «sacaba» de la película porque su voz era acorde a la personalidad de la modista (como Mota, supo captar «el núcleo» de Edna).

Tristemente, Penella nos dejó en 2007, imposibilitando su regreso para la secuela de 2018. No obstante, su legado como actriz es tan inmenso (incluido su breve paso por el mundo del doblaje) que jamás será olvidada.

Mr. Increíble: «Eres la mejor de las mejores, Edna

Edna Moda: «Sí, lo sé, ‘mio caro’. Lo sé…»

Como reflexión final, este artículo no pretende ser una defensa a ultranza de la inclusión de «famosetes» dentro del sector del doblaje, sino un reconocimiento a aquellos casos contados que, no solo han alabado el trabajo de sus «hermanos de gremio», sino que han demostrado sobradamente su esfuerzo e ilusión frente al atril.

Quizá hablar de «intrusismo» en un mundo tan subjetivo y artístico como la interpretación pueda resultar arriesgado, sobre todo teniendo en cuenta que actores más que consagrados como Christian Bale o Ben Kingsley jamás pisaron una escuela de interpretación y labraron su carrera a base de practicar (y de cierto «don» natural).

No obstante, negar que en España (al igual que en Estados Unidos) estas «elecciones artísticas» se destilan frecuentemente y que suelen ir en detrimento del público, de los profesionales, de las nuevas promesas del sector y, por supuesto, del producto original, sería mentir descaradamente. Desde luego, la última decisión no deja de estar en manos de las distribuidoras, por lo que expresar nuestro descontento y nuestro respeto hacia los actores de doblaje y el trabajo «bien hecho» nunca está de más. Es vital recalcar la palabra «respeto» porque tampoco es de recibo la cantidad de improperios y amenazas que ha recibido, por ejemplo, Lola Índigo desde redes sociales durante estas últimas semanas…

Desde luego, este último ejemplo de Space Jam 2 pone sobre la mesa una cuestión para los ejecutivos y productoras: si vais a llamar a un famoso como reclamo publicitario, por lo menos que sea alguien que haya tenido contacto previo con el mundo de la interpretación (los actores de doblaje son, valga la redundancia, actores).

En conclusión, el doblaje es y debería estar considerado como lo que es: una rama más dentro de las artes interpretativas. Por tanto, merece tanto respeto y dedicación como una actuación frente a un auditorio o la gran pantalla. Cierro con un simpático vídeo en el que el actor Gary Oldman explica su opinión respecto al intrusismo en el mundo de la actuación:

Los estrenos para volver a disfrutar en el cine

Superhéroes, cine de autor, musicales… En definitiva, cintas que darán que hablar. Muchos son los estrenos programados para los próximos meses y llamar al público de vuelta a las salas. Toma nota.

La pandemia ha supuesto un importante golpe para las salas de cine, las grandes producciones decidieron retrasar su fecha de estreno o pasar directamente a las plataformas. Sin embargo, con la vuelta a la normalidad, aunque manteniendo las medidas de seguridad en las salas, los grandes estrenos comienzan a llegar.

A continuación vamos a repasar esas películas que están llamadas a captar nuestra atención en las próximas semanas y meses. Unos títulos que seguro que comentaremos desde Voz Nueva.

23 de julio: Space Jam 2 y El Cover

El Cover y Space Jam 2. Fuente: Imdb.com/fotogramas.es

25 años después de la primera entrega, los Looney Tunes vuelven al cine, esta vez con la estrella de baloncesto Lebron James. Una cinta familiar y que promete acción y efectos especiales en esta mezcla del mundo real con la animación.

Secun de la Rosa se estrena como director en El Cover, un homenaje a los cantantes de bolos en Benidorm con un joven reparto y que quiere poner ritmo al verano con versiones de diferentes clásico.

Ambas películas están ya en los cines… ¿a qué esperas?

30 de julio: Jungle Cruise, Tiempo y Donde caben dos

Fotogramas de las cintas de estreno. Fuente: fotogramas.es

El final de julio viene cargado de importantes estrenos. Por un lado, Dwayne Johnson y Emily Blunt protagonizan la nueva cinta de Disney. Una historia de aventuras a bordo de un barco que deberá superar peligrosos obstáculos durante su viaje. Una película para todos los públicos que también se verá con acceso Premium en Disney+.

Por otra parte, el reconocido director Shyamalan (Múltiple, El Sexto Sentido) vuelve con una historia de suspense y terror en Tiempo. En una paradisiaca playa, una familia deberá luchar contra una fuerza sobrenatural a contrarreloj, debido a que con el paso de las horas van envejeciendo de forma acelerada. Una cinta de misterio que nos sorprenderá y nos mantendrá pegados a la butaca.

Por último, Ernesto Alterio, Ricardo Gómez, Anna Castillo, Carlos Cuevas y María León son algunos de los nombres de un reconocido y nutrido reparto que protagonizan una comedia sobre las relaciones de todo tipo. Donde caben dos dará que hablar en la cartelera.

6 de agosto: El Escuadrón Suicida

El Escuadrón Suicida. Fuente: imdb.com

Una de las superproducciones más esperadas del años. Cinco años después de la primera entrega, el escuadrón suicida vuelve a la carga y con ellos algunos personajes de gran calado popular como Harley Quinn (interpretada por Margot Robbie), que protagonizó una cinta el pasado año.

13 de agosto: Live is Life

Live is Life. Fuente: fotogramas.es

El director Daniel de la Torre se pone al frente para llevar a la gran pantalla una historia de amistad, aventuras y buenos sentimientos escrita por Albert Espinosa (creador de Pulseras Rojas). Con un joven reparto, la cinta despertó buenas críticas en su pase en el Festival de Málaga. Una película llamada a emocionarnos en las salas este verano.

18 de agosto: Free Guy

Free Guy. Fuente: noescinetodoloquereluce.com

Ryan Reynolds es la estrella absoluta de esta comedia con acción y muchos efectos especiales. En la película un trabajador de un banco descubre que en realidad es un jugador dentro de un videojuego. Con esta premisa, que nos recuerda a títulos como El Show de Truman, el director Shawn Levy (saga Noche en el Museo) nos promete hacer reír y pasar un buen rato en el cine.

20 de agosto: Annette

Annette. Fuente: imdb.com

Recién estrenada en el Festival de Cannes, donde se ha alzado con el premio a mejor dirección para Leos Carax, Annette es una de las cintas del verano. Adam Driver (Historia de un Matrimonio) y Marion Cotillard (ganadora de un Óscar) protagonizan un musical excesivo visualmente con una historia sobre la paternidad de un comediante en horas bajas y una cantante de ópera. Un película llamada a dividir: la amas o la odias.

27 de agosto: Reminiscencia y Candyman

Reminiscencia y Candyman. Fuente: imdb.com

Dos estrenos muy interesantes para dejar el mes de agosto.

Por un lado, Hugh Jackman protagoniza un thriller con toques de ciencia ficción. En la cinta, un detective privado atormentado por su pasado ayuda a sus clientes a recuperar sus recuerdos perdidos. Tras esto, descubrirá una conspiración detrás de la desaparición de una cliente suya. Es el debut tras las cámaras de la dirección de Lisa Joy.

Candyman es la secuela de la película del mismo nombre de 1992, aunque funciona como remake de la historia. Un barrio de Chicago se verá amenazado por un misterioso hombre con un gancho en la mano que aparece cuando se repite su nombre cinco veces en un espejo. Con esta premisa, la cinta promete terror y sangre, siguiendo la estela de su predecesora. Tras el proyecto está el guionista Jordan Peele (Déjame Salir).

3 de septiembre: Shang-Chi, Maligno y After: Almas pérdidas.

Fuente: sensacine.com

Comienza septiembre a lo grande con tres estrenos de renombre.

Tras Viuda Negra, Marvel vuelve a las salas con un nuevo superhéroe: Shang-Chi. Este héroe de origen chino y afincado en los Estados Unidos, luchará con un estilo de combate que mezcla kung-fu, nunchaku y armas de fuego. Un nuevo paso en la fase 4 del universo Marvel. Será el debut de Simu Liu como protagonista y estará acompañado por la actriz Awkwafina (The Farewell).

James Wan director de la saga Expediente Warren, vuelve a traer una historia de terror. Dos mujeres deben huir de un monstruo que las persigue. Promete pasar un rato aterrador pegado a la butaca.

Por último, la saga After da a su fin con su tercera entrega, que podría ser todo un éxito de taquilla como los dos títulos anteriores.

10 de septiembre: Madres paralelas

Fotograma de la película. Fuente: elespañol.com

Tras el éxito de Dolor y Gloria, Pedro Almodóvar vuelve con su nueva película. Penélope Cruz, Aitana Sánchez Gijón y Milena Smit son las protagonistas de este drama sobre dos mujeres que dan a luz el mismo día. Con estreno mundial unas semanas antes en el Festival de Venecia, la nueva cinta del manchego está llamada a ser uno de los eventos cinematográficos del año.

17 de septiembre: Dune

Dune. Fuente: espinof.com

Timothee Chalamet, Zendaya, Oscar Isaac, Javier Bardem, Rebeca Ferguson, Dave Bautista y Jason Momoa entre otros conforman el reparto estelar de Dune, todos ellos a las ordenes del reconocido director Denis Villeneuve. La gran superproducción del año que trata de llevar a la gran pantalla una novela de Frank Herbert, que en los años 80 adapto David Lynch. Ambientada en la ficticia Arrakis, una disputa entre familias por el poder desencadenara una trama de traiciones e intrigas.

Las fechas de algunos de estos estrenos pueden cambiar por decisión de las distribuidoras. Esperamos que hayas tomado nota, porque seguro que tu vuelta al cine será con algunas de estas películas.

Miley Cyrus, compositora, cantante, productora y… actriz: Una vida de película

La joven estadounidense, a sus 28 años se mantiene entre las cantantes más exitosas del panorama musical mundial, pero… ¿Qué fue de su carrera cinematográfica? 

Con tan solo once años, Miley se dio a conocer por el papel protagonista «Miley Stewart» de la serie de Disney Channel Hannah Montanalo que la convirtió en el ídolo adolescente del momento. El éxito fue rotundo, de manera que entre 2006 y 2011 la serie se desarrolló en cuatro temporadas. De la serie Hannah Montana nació en 2009 Hannah Montana: The Movie, que recaudó 155.5 millones de dólares y ganó varios premios, entre ellos “Mejor canción para una película” por The Climb en los MTV Movie Awards o el “Bafta Children´s Awards”. 

Cartel de la serie Hannah Montana. Fuente: Disney Plus

Aunque se cree que el primer acercamiento al cine por Miley Cyrus fue en la famosa serie musical, en 2001 una pequeña Miley apareció en tres episodios de la serie Doc  y en 2003 interpretó a Ruthie en la película Big Fishde Tim Burton mientras que en 2007, realizaría un cameo en la película de Disney Channel High School Musical 2. 

Fotograma de la película Big Fish (2003).

Tras el éxito de Hannah Montana, en 2010 Miley recibe el papel protagonista del drama juvenil La última canción, en la que interpreta a la rebelde Ronnie Miller que, al verse obligada a pasar un verano con su odiado padre, conocerá a Will (Liam Hemsworth). La película, basada en la novela de Nicholas Sparks, recaudó más de 96 millones de dólares.

Fotograma de la película La última canción (2010).

Ese mismo año, hace un cameo en Sexo en Nueva York 2 y en 2011 aparece en el documental Justin Bieber: Never say never, aunque no será hasta 2012 que protagonizará otra película, LOL. Esta película muestra la difícil etapa adolescente que sufre Lola (Miley Cyrus) entre los romances del instituto y su sobreprotectora madre (Demi Moore). También es en este año en el que se estrena Peligrosamente infiltrada, una comedia en la que, en la piel de Molly, interpreta a una detective privada adolescente.  

Portada de la película LOL (2012). Fuente: SensaCine

Las últimas apariciones de la actriz en estos años han sido en la película A very Murray Christmas (2015) en la que hace de ella misma y en Guardianes de la Galaxia Vol.2 (2017), poniéndole voz a Mainframe.

Aunque actualmente no hay indicios de que vaya a volver a la gran pantalla, los fans de Miley seguro que estarán encantados de que lo haga, en un papel protagonista, después de nueve años de espera. Mientras tanto, sin ninguna duda seguiremos disfrutando de su música, que se mantiene entre los éxitos musicales del momento.

Miley Cyrus – Prisoner (Official Video) ft. Dua Lipa.

La boda de mi mejor amigo (1997): la «crème brûlée» de las comedias románticas

Cuando se habla de comedias románticas (en especial, cuando se habla de Julia Roberts), La boda de mi mejor amigo (Hogan, 1997) suele ser una de las grandes olvidadas. No obstante, los años le han sentado tal y como al buen vino. Volver a verla hoy, teniendo en cuenta debates tan actuales como los clichés del género, el amor tóxico y la representación del colectivo LGTBIQ+, hace que uno se pregunte: ¿Fue esta película una adelantada a su tiempo?
Tráiler de la película en VOSE.

En 1994, el director australiano P.J. Hogan estrenó La boda de Muriel, protagonizada por la siempre resolutiva Toni Colette (Hereditary, Puñales por la espalda). No era una comedia romántica al uso: tenía un humor sorprendentemente ácido y una protagonista cuyo carácter lindaba entre lo entrañable y el delirio más frenético. Tres años después, el cineasta nos brindó La boda de mi mejor amigo. Este filme, en parte, es heredero de su anterior trabajo; no solo por la temática (bodas), sino también por el planteamiento de ciertos personajes y por un tono que, aunque algo más edulcorado, no deja de ser menos mordaz.

La película nos cuenta la historia de Julianne «Jules» Potter (Julia Roberts), una cínica crítica gastronómica que ha recibido demasiadas puñaladas del amor. A pesar de ello, su desencanto nunca ha sido total, pues su mejor amigo de la facultad, Michael O’ Neal (Dermot Mulroney), le hizo una loca proposición durante su juventud: si a los 28 años los dos siguiesen solteros, se casarían sin pensarlo dos veces.

Una noche, Jules recibe una súbita llamada de Michael. No obstante, sus sueños se ven rápidamente truncados en cuanto su amigo le comenta que va a casarse con una joven y rica universitaria (Cameron Díaz) y que necesita que acuda a su boda para apoyarlo. Despechada, Julianne viaja a Chicago con una idea muy clara: destruir la pareja antes de que se celebre la boda. Para tal maquiavélica artimaña, contará con la ayuda de su escéptico editor y amigo George Downes (Rupert Everett).

Jules (Julia Roberts) se reencuentra con su mejor amigo Michael (Dermot Mulroney). Fotograma de la película.

En primer lugar, conviene comentar que ver a Julia Roberts en un papel como este resulta, cuanto menos, chocante. Que la apodada como «la novia de América» se preste a interpretar un papel tan antitético a sus roles habituales (la chica dulce y risueña) de películas como Pretty Woman (Marshall, 1990), Hook (Spielberg, 1991) o Novia a la fuga (Marshall, 1999), convierte a este largometraje en una bocanada de aire fresco para su carrera y le brinda la posibilidad de reírse de ella misma.

Julianne es un personaje que, en primera instancia, nos cae bien. Es una mujer herida por el desamor, tiene un amigo de la juventud del que sigue enamorada y… ¡es Julia Roberts! ¿Cómo nos va a caer mal? ¿Le apetece arruinar una boda? La apoyamos. ¿Quiere conquistar a su amigo Michael? Claro que sí, le hizo una promesa y merecen estar juntos. ¿No soporta al personaje de Cameron Díaz nada más verla? Nosotros también la odiamos.

De forma muy inteligente, al situarnos bajo el punto de vista de Jules, la película nos hace creer que ella tiene total potestad para hacer lo que sea, con tal de conseguir su ansiado final feliz. Pero, conforme avanza el metraje, las acciones de Jules se vuelven cada vez más cuestionables: miente, manipula, malmete, orquesta situaciones realmente incómodas… Y, pese a todo ello, Julia Roberts consigue aportarle suficientes matices interpretativos como para que el personaje no resulte una completa villana. Es evidente que Jules no es más que una víctima del cuento de la «media naranja». Creer que una persona está destinada a ser tu alma gemela y que, si alguien se interpone en vuestro camino, merece ser eliminado, es una evidente consecuencia del amor tóxico, de la obsesión más enfermiza y paranoide.

Pese a todo lo anteriormente mencionado, la actitud de oveja descarriada del personaje, su humor mezquino, las estrambóticas situaciones en las que se enreda y, por supuesto, su cambio de parecer en el tercer acto, convierten a Jules en uno de los personajes más tridimensionales y humanos interpretados por esta actriz ganadora del Oscar por Erin Brokovich (Soderbergh, 2000).

Jules enreda a Kim (Cameron Díaz) para que cante en un karaoke. Fotograma de la película.

El resto de personajes de la cinta no queda muy atrás en cuanto a «mimos» del guion: desde dos damas de honor verdaderamente insoportables, pasando por unos suegros que no saben de la misa la mitad, hasta un botones empático interpretado por el entonces desconocido Paul Giamatti.

Cameron Díaz como Kimberly «Kimmy» Wallace es otro personaje que, al igual que el de Roberts, subvierte las convenciones del género. Normalmente, en un triángulo amoroso, la tercera en discordia suele ser un personaje repelente, antipático o, directamente, perverso. Aunque en primera instancia, Kim puede parecer una universitaria pánfila, pija e insoportable, rápidamente nos damos cuenta de que los prejuicios de Jules contra ella no son más que un intento para justificar sus terribles acciones. Kim es dulce, encantadora (la escena del karaoke ejemplifica perfectamente ese carisma instantáneo que desprende Díaz) y ama genuinamente a Michael. Y por ello, por ese aura de perfección que contrasta perfectamente con la personalidad más despreocupada de Jules, ésta la odia profundamente.

Sin embargo, el personaje que roba cada plano, cada instante que está pantalla, es el insuperable George Downes. Rupert Everett consiguió dos nominaciones a Mejor Actor de Reparto (una de los BAFTA, y otra, de los Globos de Oro) por su rol en este film. En un principio iba a tener un papel mucho menor y se barajaban nombres como Benicio del Toro. Afortunadamente, el elegido terminó siendo el intérprete británico.

George (Rupert Everett), el otro mejor amigo, fingiendo ser el novio de Jules. Fotograma de la película.

George es, con creces, el personaje más «equilibrado» de la película. Es culto, elegante, muy muy británico y el Pepito Grillo particular de Julianne. Ciertamente, ya en los 90, comedias hollywoodienses como la desternillante Una jaula de grillos (Nichols, 1996) o In & Out (Oz, 1997) estaban comenzando a visibilizar a personajes homosexuales. Pero, en muchos casos, eran personajes que cumplían roles histriónicos o de alivio cómico. Sin embargo, ¿cuántos personajes gays de aquel momento ostentaban el rol de brújula moral de una protagonista?

Si bien es cierto que George tiene momentos de celebración de su pluma (cuando finge ser heterosexual, da pie a algunas reacciones tronchantes) y más de un comentario chistoso y ocurrente, no es un personaje que rezume carisma por ser simplemente «el amigo gay gracioso». Es querido por el público porque se enfatiza en sus interacciones con Jules, en su relación de amor puramente platónico, en su apoyo moral y consejos… Tiene algunas de las frases más memorables y sensatas del filme:

“¿De verdad le quieres? ¿O es sólo que no soportas perderlo?»

«¡¿Y a ti quién  te persigue?! ¡¡No eres la elegida!! Tienes una oportunidad de hacer lo correcto»

Jules y George, en un momento de fingida química romántica. Fotograma de la película.

Por todo ello, la audiencia de entonces y ahora cae rendida a los pie del inglés. Y no es algo que comente a la ligera pues, originalmente, el fantástico final por el que la película es conocida no sucedía como tal. A los espectadores de las test screenings (proyecciones de prueba) no les convenció y demandaron un final que incluyese a George. Así, obtuvimos un ingenioso desenlace que no me atreveré a destripar, pero del que gran parte de su fuerza emocional reside en la química entre Roberts y Everett.

Conviene aclarar que, si esta película ha sido elegida para el especial de junio, es porque recordaba a George como un personaje entrañable y escrito con sumo mimo. Volver a visionar la película y toparse con un personaje gay cuya personalidad no es «ser gay» (error muy común en la ficción de la época, hasta el punto de que Los Simpson lo parodiaron en un episodio), sino un papel con variedad de registros (dramático, furioso, jovial, sarcástico, incómodo…) y matices resulta en una de las principales razones para explicar el buen envejecimiento del film.

Un momento de tierna amistad entre George y Jules. Fotograma de la película.

Por otra parte, en términos de dirección, la película destaca por encima del promedio de comedias románticas. Mientras que muchas de éstas resultan, a menudo, «televisivas» y previsibles (gran cantidad de planos medios y generales, composición poco inspirada, etc), Hogan consigue dotar a la película de suficiente identidad visual como para que resulte resaltable.

Ejemplo de ello es la tensa escena en el ascensor entre Cameron Díaz y Julia Roberts. Para transmitir la sensación de agobio y claustrofobia por la que pasa el personaje de Jules, Hogan coloca la cámara en un punto de vista específico: en primera persona. Vemos a través de los ojos de la protagonista, observando un minúsculo espacio por el que ella da vueltas y vueltas, mientras el personaje de Díaz escupe una insufrible verborrea.

Otro ejemplo de un exquisito gusto para la composición es un plano concreto durante la escena del karaoke: Hogan compone usando la regla de los tercios y ubica a los actores en distintos términos del plano. Así, los dos amigos se encuentran en primer término y en dos puntos fuertes, mientras que la prometida desubicada se encuentra en segundo término y en el centro de la imagen. En consecuencia, el director nos está remarcando visualmente la conexión emocional entre Michael y Julianne y el distanciamiento parcial de Kim.

Kim, completamente desubicada ante la química de su prometido con Jules. Fotograma de la película.

Así mismo, la película cuenta con algunas secuencias muy memorables (como la persecución que marca la transición del segundo al tercer acto) y escenas concretas que no solo han calado en la cultura pop, sino que también se perciben como deudoras de grandes clásicos del género. Por concretar aún más, recomiendo especial atención a la escena en la que Jules y Michael conversan, mientras permanecen a bordo de un ferry que atraviesa el río Chicago. En ese instante, tanto las interpretaciones, como los planos seleccionados por el montaje y la banda sonora de James Newton Howard se convierten en ecos del cine romántico de los años 40. La película querrá desafiar los tropos del género, pero tiene claro qué y qué no homenajear.

Pero, si hablamos de instantes para el recuerdo, la escena que mejor ejemplifica esto es el archiconocido almuerzo en el restaurante. Para quienes aún no habéis tenido la oportunidad de ver la película, me ahorro el destripe. Solo conviene mencionar que implica al personaje de George, a toda la familia de Kim Wallace y a una canción de Aretha Franklin. Es un momento muy divertido, que transmite un entusiasmo contagioso y que roza los límites de la parodia con respecto a momentos musicales en este tipo de pelis.

La escena más famosa del film, al ritmo de I Say A Little Prayer de Aretha Franklin. Fotograma de la película.

Y, por supuesto, la creatividad de P.J. Hogan y las fantásticas interpretaciones quedarían completamente desarticuladas ante un mal guion. Por suerte, Ronald Bass, coguionista de Rain Man (Levinson, 1988) y Quédate a mi lado (Columbus, 1998), firma un libreto plagado de diálogos avispados, situaciones disparatadas y un final absolutamente brillante.

Los actores enuncian sus líneas con una velocidad pasmosa; algo que sonrojará a más de un amante de la screwball comedy (comedias centradas en la guerra de sexos, con diálogos rápidos y situaciones extravagantes entre sus protagonistas. Ejemplos: La fiera de mi niña o Sucedió una noche). Ciertas dinámicas entre personajes se tornan particularmente emotivas (varias de las confesiones entre Jules y George o la breve conversación con el botones), mientras que otras resultan tan desternillantes como absurdas. Por ejemplo, un diálogo entre Díaz y Roberts que implica, como analogía, una gelatina y una crème brûlée. Me niego a desvelar en qué contexto y cómo se dice, porque merece la pena oírlo…

En resumen, por cómo deconstruye las claves narrativas del cine romántico (el triángulo amoroso, la ruptura y la persecución en el tercer acto, la mentira como elemento beneficioso, momentos musicales forzados, etc), por cómo nos hace reflexionar sobre nuestra actitud hacia quien amamos y por cómo plantea a un personaje homosexual sin caer en estereotipos ofensivos ni resultar condescendiente, La boda de mi mejor amigo (Hogan, 1997) debería ser recordada con bastante más frecuencia.

Teniendo en cuenta la enorme cantidad de romcoms actuales que se autoproclaman como «antirrománticas«, como 500 días juntos (Webb, 2009), Mejor solteras (Ditter, 2016), Don Jon (Gordon-Levitt, 2013) o El lado bueno de las cosas (Russell, 2012), convendría no perder de vista a esta «antecesora». Es como paladear una buena crème brûlée; o quizás, una jugosa gelatina… En cualquier caso, un plato dulce, que no empalagoso.

Valoración de la película

Puntuación: 4.5 de 5.

Una joya infravalorada. Cuenta con unos diálogos vibrantes e irónicos, unas interpretaciones carismáticas y unos temas que, en muchos aspectos, se adelantaron a su época. El final es, probablemente, uno de los mejores que ha tenido el género en las últimas décadas. Recomendable para los amantes de las romcoms y para los que las ven con una mirada más cínica; ambas partes quedarán más que satisfechas.

El 30 de mayo llega Drag Race España, el concurso-reality más esperado del año

Tras triunfar en EE.UU., Reino Unido y Canadá, y conseguir hasta 19 premios Emmy, Drag Race llega a España de la mano de Atresplayer para convertirse en el evento televisivo del año.
Fuente: atresplayer.com

En febrero de 2009 comenzaba la primera edición de Drag Race en Estados Unidos, concretamente en la cadena de pago de entretenimiento Logo. A la cabeza de este innovador formato televisivo se colocaba RuPaul, la drag queen más famosa del país y posiblemente del mundo con una consolidada carrera en el mundo del espectáculo. Además, da su nombre al reality en busca de la siguiente «superestrella drag».

RuPaul. Fuente:fotogramas.es

Dado al éxito de la primera edición, que contó con un reducido presupuesto, el formato se fue renovando año tras año. Amasando cada año un gran éxito mediático y con un mayor nivel entre los concursantes, se ha convertido en un referente televisivo y un hito de la cultura LGBT en los medios. Hasta la fecha se han realizado trece ediciones de su edición estadounidense, cinco temporadas de All Star con las mejores reinas de ediciones pasadas, dos en Reino Unido, una en Canadá y dos en Tailandia.

Con un fandom cada vez mayor, que inunda las redes con grandes momentos del programa y en apoyo a sus reinas favoritas, el formato llega a España a través de Atresplayer Premium, que a partir del 30 de mayo emitirá semanalmente la primera temporada en nuestro país.

Equipo de Drag Race España. Fuente: formulatv.com

Al frente del concurso está una de las drag queens más reconocidas del país, Supremme de Luxe, que hará las veces de conductora del programa y jueza principal. Junto a ella en el jurado encontraremos a Javier Calvo y Javier Ambrossi («Los Javis»), reconocidos cineastas detrás de series como «Veneno» y «Paquita Salas«, y a la diseñadora de moda Ana Locking. Además, cada semana, les acompañará un invitado muy especial, entre algunos confirmados están Samantha Hudson, Alaska y Paca la Piraña.

Si nunca has visto el concurso, te recomendamos ver las temporadas que se encuentran íntegras en Netflix. Ahora vamos a explicar con funciona para que no pierdas detalles.

¿Cómo funciona el concurso?

Diez drag queens (siendo en la versión americana incluso catorce o quince) compiten cada semana por convertirse en la próxima superestrella del drag. Cada programa tiene una temática muy marcada y se divide en varias fases.

En primer lugar, deberán competir en un pequeño desafío que puede consistir desde crear una muñeca extravagante, «leer» a las rivales o crear en menos de 20 minutos unos zapatos de ensueño. La ganadora de esta prueba tiene cierta ventaja en la prueba estrella de la semana.

Fuente: tvfanatic.com

Este gran reto tiene una temática muy marcada y pondrá a prueba el potencial de las candidatas. Entre los más habituales tenemos: la realización de la coreografía para un musical, un concurso de imitaciones de grandes divas (snatch game), grabar un anuncio de un perfume propio, crear un monólogo o cantar en directo.

Por si fuera poco, cada semana deberán desfilar en la gran pasarela con una creación propia de una temática determinada, relacionada con el reto principal. Al final, una reina ganará el reto y las dos peores deberán enfrentarse en el lip sync de su vida, donde tienen que darlo todo en el playback para impresionar al jurado. A la final llegarán las tres mejores (en otras ediciones llegan a ser cuatro finalistas) y en una gala en directo que servirá para coronar a la reina del drag.

Fuente: nytimes.com

Un concurso trepidante, lleno de creatividad, talento y humor, que entretiene a la vez que descubrimos las historias detrás del maquillaje de las reinas.

¿Quién será la primera superestrella del drag en España?

Diez reinas competirán por la corona, solo una de ellas podrá reunir el carisma, originalidad, nervio y talento para conseguir llegar a los más alto. Esta es la lista de concursantes:

  • Arantxa Castilla-La Mancha (Badajoz, 23): «Lo mejor de dos mundos»
  • Carmen Farala (Sevilla, 31): «La elegancia personificada»
  • Dovima Nurmi (Barcelona, 24): «Oscura, elegante y meticulosa»
  • Hugáceo Crujiente (Valencia, 25): «Sirviendo arte, cara y pintura»
  • Inti (Bolivia, 20): «Sirviendo ballroom realness»
  • Killer Queen (Madrid, 31): «Reina matadora con amor»
  • Pupi Poisson (Madrid, 38): «Un veneno que mata a carcajadas»
  • Sagittaria (Barcelona, 22): «La galaxia que más brilla»
  • The Macarena (La Isla, 29): «Dale a tu cuerpo alegría»
  • Vulcano (Las Palmas, 30): «Sirviendo lava»

Sin duda Drag Race va a dar mucho de que hablar, esperamos impacientes al 30 de mayo. ¡Que arranquen los motores y gane la mejor drag queen!

Mortal Kombat (2021): Ni «Fatality» ni «Flawless Victory»

Veintiséis años después de que Paul W.S. Anderson la trasladase a la gran pantalla, la franquicia de videojuegos de lucha regresa bajo el brazo de James Wan como productor.
Spot de la película en español.

Las adaptaciones cinematográficas de videojuegos arrastran una maldición. No hemos tenido ni un Logan (Mangold, 2017) ni un Vengadores: Infinity War (Russo & Russo, 2018) y, por supuesto, nada remotamente cercano a El Caballero Oscuro (Nolan, 2008). A menudo, cuando se dice que una película de videojuegos es «pasable» o «decente», suele ir acompañado de la coletilla: «Para ser una peli de videojuegos». Como ejemplos de esto, me vienen a la mente la reciente y exitosa Sonic, la película (Fowler, 2020) o Warcraft: el Origen (Jones, 2016).

No obstante, pese a honrosas excepciones como las citadas, es innegable que el baremo no resulta para nada halagador. Los fanáticos del mundillo han tenido que conformarse con las mediocres Assassin’s Creed (Kurzel, 2016), Doom (Bartkowiak, 2005) o Rampage (Peyton, 2018) o las infumables sagas de Hitman, Dead or Alive o Resident Evil. Y, si nos ponemos a hablar de la filmografía de Uwe Boll, tendríamos material para otro artículo, un libro y una tesis doctoral…

Fotograma de Mortal Kombat (2021). Cole Young (Lewis Tan), luchador de MMA y nuevo protagonista; creado exclusivamente para la película.

En cuanto a la relación de este humilde espectador con la franquicia de Mortal Kombat, me considero un jugador ocasional de la misma y siempre disfruté tanto de sus brutales y exagerados combates como de sus personajes y lore. Por otra parte, vi las dos incursiones cinematográficas de finales de los 90. La de Paul W. S. Anderson se deja ver, pero le faltan factura técnica y la violencia de los juegos (era PG-13). La segunda parte, Mortal Kombat: Aniquilación (Leonetti, 1997) hace honor a su nombre: un risible y completo despropósito que solo se puede recomendar con una botella de ginebra en mano.

Fotograma de Mortal Kombat: Anquiliación (1997). Hasta los Power Rangers tenían más presupuesto.

Entonces, con el listón tan bajo, ¿es Mortal Kombat (McQuoid, 2021) mejor que sus predecesoras? Obviamente; no era muy complicado. No obstante, pese a ser gamberra y brutal, tiene problemas que conviene comentar.

Lo mejor de este reboot son los personajes de Scorpion (Hiroyuki Sanada) y Sub-Zero (Joe Taslim). Los combates entre ambos son brutales y su rivalidad en pantalla es la única dinámica entre personajes que se siente bien construida y dramáticamente potente. Precisamente, la película arranca con una secuencia ambientada en el período Edo japonés. La violencia y el tono de este fragmento no tienen nada que envidiar a una película como 13 asesinos (Miike, 2010) y, lo que es más importante aún, nos introduce a estos dos enemigos mortales y los motivos detrás de su milenaria rencilla. Es, sencillamente, la mejor secuencia de toda la película. Y ahí está, en parte, su mayor problema: una vez se pone toda la carne en el asador, lo más probable es quedarse a medio gas…

Fotograma de la película. Scorpion (Hiroyuki Sanada) y Sub-Zero (Joe Taslim), cara a cara.

En cuanto al resto del elenco, el parecido físico de los actores con sus contrapartes jugables resulta bastante fidedigno. El maquillaje y el vestuario no se sienten ni cutres ni ridículos y la ristra de luchadores que aparece, así como algún que otro guiño o cameo, deleitará con creces a los fanáticos de la saga.

Sin embargo, la película adolece de un grave problema, una cuestión narrativa y de montaje: el ritmo es demasiado apresurado. El filme está tan empeñado en no aburrir nunca, en llevarnos de una localización a la siguiente y en introducir un nuevo personaje cada cinco minutos, que no tiene tiempo para profundizar en las relaciones entre sus personajes ni en disfrutar de la lograda ambientación.

Ejemplos claros de ello son la presentación de ciertos personajes como Goro (recreado íntegramente por CGI) o Kung Lao (Max Huang), que aparecen prácticamente de la nada y con apenas un par de líneas como introducción.

Fotograma de la cinta. Vemos a Goro, uno de los malos más queridos de los juegos.

Con las relaciones entre los protagonistas, ocurre exactamente lo mismo: el nuevo héroe Cole Young tiene como motivación defender a su hija y a su esposa, pero apenas pasa tiempo con estas. Incluso se plantea cierto simbolismo a través de una pulsera de la hija que luego se olvida por completo.

El escepticismo de Lord Raiden (un genial y desaprovechado Tadanobu Asano) hacia Cole se pasa, prácticamente, en un suspiro. Hay un personaje que muere a mitad de la cinta, pero ha sido presentado de forma tan abrupta que su final nos importa entre poco y nada. Y cómo olvidar la derrota de Shang Tsung (Chin Han) que, si bien no es el villano con más presencia (ese sería Sub-Zero), se supone que es la mente maestra tras todo el complot. Pues, pese a dicho peso narrativo, se deshacen de él con un chiste (literalmente).

Concretamente, las dos únicas dinámicas interesantes son la ya comentada enemistad entre Sub-Zero y Scorpion y la camaradería entre Sonya Blade (Jessica McNamee) y Jax (Mehcad Brooks). En resumidas cuentas, la película apuesta por la acción dinámica y trepidante; pisa el acelerador, en lugar de frenar. En consecuencia, una franquicia a menudo alabada por la imaginería visual de sus escenarios y por su galería de héroes y villanos se convierte en un «visto y no visto», desbaratando cualquier tipo de construcción dramática. Para ciertos espectadores puede ser un problema; para los sedientos de adrenalina, no tanto…

Fotograma de la película. Sonya Blade (Jessica McNamee) le planta cara a Kano (Josh Lawson).

Por otra parte, los diálogos tienen varias frases que pueden resultar cursis o, directamente, embarazosas. No obstante, si se aprecia que varias de ellas son menciones directas al juego («Get over here!» o «Flawless Victory«) y que la película está buscando un tono macarra y exagerado (es decir, que ni ella misma se toma en serio), quizás la audiencia debería optar por hacer lo mismo.

En cuanto a la acción, los fans preguntarán: «¿Qué tal está?» Pues cumple con creces: es creativa, grotesca y tiene un sentido del humor muy negro. No obstante, no esperéis toparos con nada equiparable a los salvajes fatalities y brutalities de los últimos juegos. Aún así, hay brazos arrancados, cabezas cortadas, tripas sacadas… Una verdadera oda a la casquería.

Así mismo, la decisión de mostrar los combates (casi siempre) en planos generales y la contundente edición de sonido (huesos rotos, rayos, fuego, golpes, etc), combinada con una notable BSO de Benjamin Wallfisch, dan lugar a una experiencia bastante cercana a jugar una partida. Es más, hay incluso planos concretos (en la batalla final, por ejemplo) que aluden precisamente al encuadre con el que arranca cualquier pelea del videojuego.

Fotograma de la película. Liu Kang (Ludi Lin) y su primo Kung Lao (Max Huang).

Entonces, ¿es Mortal Kombat (2021) una buena adaptación? En términos estéticos, desde luego; la influencia de James Wan (The Conjuring, Saw, Aquaman) desde el equipo de producción se percibe de forma evidente. Sin embargo, en términos narrativos, se siente como un prólogo, como una presentación de personajes que exhibe un futuro prometedor (el último plano es toda una declaración de intenciones), pero que no termina de despegar sin la complicidad y paciencia de los fans. ¿Es entretenida? Desde luego. ¿Es buena? No del todo, pero tampoco es mala como las anteriores entregas.

Aún así, es una cinta que no engaña a nadie. Sabe perfectamente a quién dirigirse: a los fans de las películas de artes marciales (y de las MMA), a los amantes de las bizarradas de los Shaw Brothers y, por supuesto, a los jugadores adeptos de esta franquicia creada por Ed Boon y John Tobias en el, cada vez más, distante año 1992. No obstante, uno no puede evitar imaginarse cómo hubiese sido la película de haber mantenido el tono y estilo de la secuencia inicial; habrá que conformarse con volver a las pelis de Takashi Miike y Takeshi Kitano…

Fotograma de la película. Scorpion (Hiroyuki Sanada) ejecuta su mítico ataque.

Valoración de la película

Puntuación: 3 de 5.

Adaptación disfrutable, cañera y violenta. Divertirá a los forofos del videojuego y de las artes marciales. No recomendable para el que busque un entretenimiento más «cerebral» o serio.