Cry Macho: los cowboys (no) lloran

Clint Eastwood desempolva el sombrero de vaquero y la silla de montar. Como en Mula (2018), se coloca delante y detrás de las cámaras para contarnos una historia que (quizás) ya nos había contado con anterioridad. Sin embargo, ¿resulta interesante esta deconstrucción de su carrera, o es solo un dramón que roza el telefilme?
Mike Milo (Clint Eastwood), un jinete en el ocaso de su carrera. Fuente: Fotogramas.

Ciertamente, multitud de críticas lo han señalado, pero el hecho de recordarlo no le quita valor: Clint Eastwood tiene actualmente 91 años a sus espaldas y más de 60 de trayectoria profesional. El director, productor y actor es una de las pocas leyendas vivas del cine; una reliquia del Hollywood de antaño. Por ello, toparse con una película suya en cartelera (prácticamente, cada año) no deja de ser una alegría para los espectadores de hueso colorado; especialmente, cuando decide desengrasar sus dotes interpretativas.

La crítica especializada (sobre todo, la angloparlante) ha vapuleado Cry Macho. Se la ha tachado de «lenta», «aburrida», «excesivamente sencilla»… Uno de los argumentos más comunes ha sido el cuestionamiento del señor Eastwood como protagonista: «Está muy mayor«. Con respecto a este detalle, creo que es precisamente lo que él buscaba: mostrar a una estrella cuyo brillo se apaga lentamente pero a la que le quedan suficientes fuerzas, coraje e incluso locura, como para embarcarse en otra epopeya cinematográfica.

Y sí, el concepto de «héroe crepuscular» no es algo que Eastwood haya inventado; lo preceden películas como Valor de Ley (Hathaway, 1969) con John Wayne. No obstante, si uno analiza su filmografía, notará que esta, junto con otras cuestiones como la culpa, la soledad o la vejez, son prácticamente los temas centrales del director. Es más, se podría decir que él es quien ha perfeccionado y madurado esas inquietudes narrativas. Solo hay que observar unas cuantas muescas en su revólver: Sin perdón (1992), Million Dollar Baby (2005), Gran Torino (2008), su reciente Mula (2018) o, incluso, Los puentes de Madison (1995). Todas ellas, en mayor o menor medida, tratan alguno (o todos) los leitmotive anteriormente citados.

Clint junto al gallo «Macho», el otro protagonista de la cinta. Fuente: HobbyConsolas

Por tanto, ¿volver a esas mismas inquietudes en Cry Macho no resulta reiterativo? En lo absoluto, y esto es porque, precisamente, la cuestión de la edad aquí funciona de forma más efectiva que nunca. Clint está visiblemente mayor, se mueve lentamente, su voz se siente cascada y apagada (todo esto en VO, aunque la versión doblada parece respetar esto con bastante fidelidad)… Y ese es justamente su punto.

El personaje de Mike Milo es un hombre que ha desperdiciado su vida siendo un tipo duro, «un macho» que se ha jugado el pellejo en incontables ocasiones y que, cuando ha tratado de recuperar el tiempo perdido, las cartas de la vida han jugado completamente en su contra. He ahí su caída en desgracia, he ahí su búsqueda de algún tipo de redención y he ahí su encuentro con este joven llamado Rafo (Eduardo Minett, en su primer papel angloparlante) quien le ayuda a salir del atolladero y encontrar las ganas de vivir.

La química entre un cascarrabias y resabiado Eastwood y el muchacho chulesco y temperamental es, de forma indiscutible, el corazón de la película. Y si a eso le sumamos la incorporación de un gallo peleón (que se roba cada plano en el que aparece), tenemos una road movie que funciona, divierte y emociona pese a adentrarse en territorio conocido. Para más inri, estén atentos a ciertas escenas, como en la que el chico y el cowboy conversan frente a una fogata o el monólogo de este último en la iglesia.

El trío protagonista: Mike, Rafo (Eduardo Minett) y el gallo Macho. Fuente: El Confidencial.

En cuanto a detalles técnico-artísticos, la dirección de fotografía de Ben Davis (Tres anuncios en las afueras y Doctor Strange, entre otras) saca especial provecho de las puestas de sol, lo que sintoniza en gran medida con «el ocaso de una leyenda». Además, la música de Mark Mancina (Tarzán de Disney, Vaiana, Con Air) aprovecha los ecos del western para deleitarnos con unas cuantas melodías country que sonrojarían a Gustavo Santaolalla (21 gramos, Babel, el videojuego The Last of Us).

Sin embargo, pese a sus mentados aciertos, se pueden plantear ciertas pegas respecto al libreto firmado por Nick Schenk (Mula, Gran Torino, la serie Narcos). Mientras que se exploran ciertas subtramas con sumo detalle, como el tierno romance con Marta (Natalia Traven) o la devoción por los animales y la vida rural, otras semillas plantadas no terminan de germinar. Por ejemplo, el maltrato físico y psicológico que sufre Rafo se muestra momentánea y efectivamente, pero la historia nunca vuelve a mencionarlo ni se aborda con la crudeza a la que nos tiene acostumbrados Eastwood. Sin ir más lejos de su filmografía, ahí están El francotirador (2014) o Mystic River (2003) como ejemplos de hasta dónde puede llegar el director cuando quiere tratar temas turbios o difíciles de soportar.

Así mismo, algunos matices y decisiones de los personajes no terminan de entenderse y ocurren de forma súbita; sin tiempo para que el espectador los procese. El cambio de parecer que sufre la madre de Rafo (Fernanda Urrejola) es tan repentino como desconcertante. De la misma manera, ciertos personajes que se plantean como antagonistas no terminan de sentirse como una verdadera amenaza y, en consecuencia, se recuperan para un clímax que transcurre de forma apresurada y sin grandes sobresaltos.

Milo enseña a Rafo a montar a caballo. Fuente: Espinof.

Quizás se trate de la sencillez formal y narrativa con la que Eastwood decide abordar toda la película (tiene mucho más de drama que de western). Aún así, no deja de ser chocante que el artífice de algunos de los desenlaces más memorables de la historia del cine (Million Dollar Baby o Sin perdón, por citar dos) nos brinde una resolución tan mundana y carente de épica. Porque Gran Torino sería muy dramática, urbanita y cotidiana, pero su tercer acto permanece en la memoria de cualquiera que la haya visto. Ese es probablemente su mayor problema: el conflicto final llega y se va en un suspiro; le falta fuerza dramática.

En síntesis, pese a que ciertos detalles del guion no están del todo pulidos, Clint vuelve a entregar otra película madura que sabe cómo y cuándo tocar la fibra sensible y que no teme cuestionar el pasado y legado de su estrella principal. Si esta fuese su última película, sería una humilde pero bonita despedida. Pero, como ya se sabe que el hombre vive por y para el cine, los amantes de este gran director seguiremos esperando cada una de sus propuestas con sumo entusiasmo. Porque el señor Eastwood podrá tener una ideología política que algunos abominen, pero que sus películas rezuman artesanía, reflexión y (sobre todo) humanismo, es algo incuestionable.

Concluyo con una cita de la propia cinta: «Eso de ser macho está sobrevalorado», a la que añado: «y lo de ser joven, tres cuartos de lo mismo».

Tráiler de la película.

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una película muy personal, sencilla en su realización y premisa, pero no por ello menos emotiva. Reflexiona sobre varias inquietudes muy familiares para los fans de Eastwood (la vejez, la soledad, el crepúsculo del héroe, el choque generacional) pero solo por el monólogo final de Clint merece un visionado. Muy en la línea de Lucky (2017), con Harry Dean Stanton. No apta para quienes esperen a Clint repartiendo balazos y tacos. Es una cinta crepuscular, pero también una celebración de la vida, del amor a la vejez y del reencuentro con la naturaleza.

El laberinto del fauno de Guillermo del Toro

Rompiendo los cánones de las películas españolas comunes, Guillermo del Toro consigue sorprendernos creando este film lleno de fantasía y realidad con un gran trasfondo simbólico y pedagógico
Fotograma de la película

El laberinto del fauno es una película estrenada en 2006 por el famoso director español Guillermo del Toro. El director nos cuenta la historia de Ofelia (Ivana Baquero), una niña que vive en plena posguerra española junto a su madre (Ariadna Gil), quien está embarazada de su nuevo esposo (Sergi López). Este ostenta el cargo de capitán nacional y tiene la misión de capturar a la resistencia republicana. Tras llegar a la casa, Ofelia se adentra en un mundo mágico que le promete una nueva vida como princesa a cambio de superar tres pruebas.

Esta película —como muchas otras de fantasía— está llena de alegorías. Para empezar, encontramos dos mundos totalmente diferentes. Uno lleno de violencia y crueldad, mientras que el otro es una utopía donde reina la armonía y la paz. Esto es una clara crítica de la situación socio-política de la época tratada. El fauno (Doug Jones), un ser de la mitología romana caracterizado por ser el dios de los campos y bosques, es el nexo entre ambos mundo. Este ser es quién pretende llevar a Ofelia a otro lugar alejado de la absurda realidad que la rodea en el mundo real.

En la película encontramos los ojos como un símbolo muy importante, recordándonos que muchas veces no los usamos para ver. Esto lo vemos reflejado en muchas escenas como en el momento en el que Ofelia le coloca el ojo perdido al fauno o cuando intenta explicarle a su madre lo que ha visto pero ella no la cree, ya que la madre sólo «ve» con los ojos.

Respecto al padre, encontramos un paralelismo con el titán de la mitología griega, Cronos, quien devoró a sus propios hijos y, a su vez representa el tiempo. Esto se refleja muy bien en la película ya que está continuamente ligado al tiempo y es malvado tratando muy mal a su hijastra y su esposa.

El sentido figurativo del laberinto, en ningún momento Ofelia debe cruzar un laberinto sino que debe superar las pruebas para conseguir ser princesa. A su vez, cada misión significa algo.

La primera nos recuerda a la represión del patriarcado, ya que en primer lugar debe deshacerse de la ropa femenina y delicada. Más tarde, enfrentarse al sapo que está matando al árbol que podríamos suponer que es de género femenino, véase como tiene forma de útero. De hecho esta lucha contra el patriarcado lo vemos en numerosas escenas de la película cuando la madre se enfrenta a su marido.

Fotograma de la película

En la segunda prueba, encontramos un banquete que representa la abundancia de riqueza y poder. El fauno pretende poner a prueba la codicia de Ofelia pero finalmente, no es superada, con lo que el fauno decide retirarla de la última prueba. No obstante, más tarde le da la una nueva oportunidad.

Fotograma de la película

En la tercera, encontramos el sacrificio y la desobediencia. El fauno le pide obediencia al atentar contra la vida del bebé, su hermano. Sin embargo, Ofelia se niega a hacerle caso.

Fotograma de la película

Finalmente, entendemos que la última prueba no es dar el bebé sino sacrificarse por los demás. Ser altruista. Al igual que el médico de los nacionales al no obedecer las órdenes del capitán, el padrastro de Ofelia, y acabar con el sufrimiento de un miembro de la resistencia en lugar de seguir torturándolo. En este momento, ambos son asesinados pero al final entendemos que fue la mejor decisión pese a todas las consecuencias.

“Obedecer por obedecer así sin pensarlo. Eso sólo lo hacen gentes como usted capitán.”

Frase del médico.

Por tanto, esta película consigue dar una dosis de la cruda realidad y pretende enseñarnos lo que es correcto y que actuemos como lo hicieron la madre, el médico y nuestra protagonista.

Valoración de la película

Puntuación: 4.5 de 5.

Es una película que no deja ni un suspiro. La acción va sucediendo rápidamente. Está llena de simbolismos que van reflejando y juzgando la realidad en la que vivimos. Por ello, es una película que nos hace reflexionar sobre nuestros comportamientos y los de los demás. Junto a esto debemos destacar el excelente papel que tienen todos los actores y la original puesta en escena.

Cumple tan bien las expectativas y objetivos del director que ha sido premiada numerosas veces. Véase como logró 3 veces la estatuilla de los Óscar por la dirección, maquillaje y fotografía, entre otros premios.

Todo sobre mi madre

Todo sobre mi madre es una película que desde que empieza hasta que acaba te mantiene fijo en el asiento como si fueras una estatua. ¿Te preguntas el por qué?
Cartel «Todo sobre mi madre» (1999). Fuente: Todo Almodóvar

La respuesta es simple, dos palabras: un genio. Pedro Almodóvar.

El cineasta, Pedro Almodóvar. Fuente: Nico Bustos (El Deseo), InfoLibre

De todos los directores del panorama cinéfilo español, hay uno que se conoce en todo el mundo, y ese es él. Aunque lo cierto es que sus historias son las que son gracias al increíble reparto que las conforman, él es el capitán que guía el barco. Difícilmente uno ve una película del director y no descubre quién se encuentra detrás. Tal vez es el juego y el uso que hace de los colores o la presencia del ya conocido “Rojo Almodóvar”. Quizá, la composición en sus planos o ese tono cómico-dramático de sus historias pero, lo que es indiscutible, es que sabe marcar su estilo y dejar su esencia en cada historia que lleva inscrita su nombre.

Fotograma de «Todo sobre mi madre», ejemplo del Rojo Almodóvar. Fuente: Todo Almodóvar

Todo sobre mi madre no es menos, y con esta obra maestra se hizo con el cariño tanto del público como de la crítica nacional e internacional. Estuvo nominada a un total de catorce “Goya”, haciéndose finalmente con la mitad, entre ellos Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Actriz Protagonista (por Cecilia Roth), y además, ganadora a “Mejor Película Extranjera” en los Óscar, Premios BAFTA y Premios César y “Mejor Película de Habla no Inglesa” en los Premios Globo de Oro, la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles y el Círculo de Críticos de Cine de Nueva York.

Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Cecilia Roth y Marisa Paredes en los Premios Óscar 2000. Fuente: RTVE

El 8 de abril de 1999 se estrena la historia de Manuela (Cecilia Roth), una enfermera argentina que, tras morir su hijo Esteban (Eloy Azorín), vuelve a Barcelona en busca de “Lola” (Toni Cantó), el padre del niño. Allí se reencuentra con Agrado (Antonia San Juan), una transexual que quiere abandonar la prostitución y se pone en contacto con la hermana Rosa (Penélope Cruz), una joven que desea viajar de misionera a El Salvador frente a la negativa de sus padres (Rosa María Sardá y Fernando Fernán Gómez). Al llegar a Barcelona, Manuela se convierte en la secretaria de la gran actriz Huma Rojo (Marisa Paredes), amante de Nina (Candela Peña), una artista adicta al caballo y en decadencia. La historia de todas estas mujeres confluyen de una manera natural, dramática y cómica, siendo Manuela el núcleo central que las une.

El cuarteto principal gira en torno a Manuela, Agrado, la hermana Rosa y Huma Rojo. Cuatro mujeres luchadoras que se enfrentan a los obstáculos de la vida. En torno a las mismas, destaca el concepto de la huida: Manuela llega a Barcelona, tras la muerte de su hijo, huyendo de Madrid; Agrado rechaza una identidad que no es la que le corresponde; la hermana Rosa se aleja de una madre controladora y de la enfermedad de su padre y en relación con Huma Rojo, Nina para huir de la realidad en la que se encuentra, se droga hasta enfermar.

De una manera conmovedora, Pedro Almodóvar consigue definir con claridad la personalidad de cada una de ellas, acercándolas al público de una manera sobreacogedora.

«Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma». Agrado (Antonia San Juan) en Todo sobre mi madre.

El papel de la mujer es especialmente importante en las obras del director, y así lo refleja tanto en la historia como en la dedicatoria final de la película, que dice así: A Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider… A todas las actrices que han hecho de actrices, a todas las mujeres que actúan, a los hombres que actúan y se convierten en mujeres, a todas las mujeres que quieren ser madres. A mi madre. Un final conmovedor que Almodóvar lleva a cabo para homenajear, principalmente, a su madre y a todas las mujeres. Todo sobre mi madre es una obra feminista y reivindicativa que hace referencia a figuras femeninas del cine clásico (Eva al desnudo y Un tranvía llamado deseo) como medio para guiar la historia, en especial la segunda obra, ya que tendrá un papel esencial en el desarrollo de la historia.

Antonia San Juan, Marisa Paredes, Ceciliar Roth, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Candela Peña en el Festival de Cannes (2000). Fuente: RTVE

La música de Alberto Iglesias también posee mucha importancia junto al desarrollo de la historia ya que, con toques de jazz y vals, crea una unión con la procedencia latinoamericana de la protagonista, facilitando empatizar con ella y a su vez, apoyando al audiovisual y la narrativa.

Trailer Todo sobre mi madre. Fuente: Youtube

Todo sobre mi madre es una de las obras de Pedro Almodóvar más aclamadas por el público, pues el director muestra un cine en el que la mujer líder es una luchadora y a través de ella, conocemos una historia tan cómica como dramática y enternecedora, que difícilmente se podría conseguir de otra manera.  

Valoración de la película

Puntuación: 4 de 5.

Una historia tan humana y sencillamente compleja que nadie debería perderse

Festival de Cine de Sevilla. Películas para ver más de una vez

Fuente: Twitter del Ayuntamiento de Sevilla

El Festival de Cine de Sevilla abre sus puertas ante el que puede haber sido el escenario más atípico. Ninguna pandemia ni medida restrictiva ha hecho que este evento se quedase corto, pues, antes las consecuentes reprogramaciones, el festival ha estrenado las películas previstas y con la máxima seguridad posible.

En efecto, nos adentramos en varios colectivos que han hecho posible este proyecto. Cine EFA, Las Nuevas Olas, Historias Extraordinarias, Selección European Film Academy y Panorama Andaluz han sido los diferentes equipos de directores que han podido transportarnos hacia otra realidad mediante sus largometrajes y documentales. De esta manera, los espectadores han podido situarse en otro lugar, en otros tiempos y en otras historias.

Una de ellas es la de Siervos o Servants. Lo que puede ser una historia del conflicto en Checoslovaquia en los años 80 entre la Iglesia, el Partido Comunista y las fuerzas armadas, termina siendo un largometraje detallado, frío y tétrico. Todo comienza por la censura y la indignación para terminar con sangre y sentimientos encontrados. En un internado católico, un grupo de jóvenes se reivindican de manera cautelosa contra la conspiración y la politización del Vaticano. Michael y Juraj, los protagonistas de la historia, deben elegir entre sus pensamientos o la presión de la vigilancia por la policía secreta. El miedo, la duda y la desconfianza de los jóvenes y los profesores se mezclan en un ambiente tenso y paranoico. Una historia sin precedentes que deja a todos boquiabiertos y con ganas de más.

Sin embargo, esta película ha recibido críticas por parte de la revista Atticus, ya que a pesar de tener un guión excelente, “se va convirtiendo en un ejercicio demasiado encopetado y que bajo el subterfugio del cine de autor estropea todo con demasiadas tomas fijas, demasiado blanco y negro”. No obstante, los detalles que se aprecian en las tomas hacen que cada momento en las escenas sea único. Sin duda un largometraje que engancha desde el primer instante.

Los alumnos en el comedor en huelga de hambre. Fuente: CineEuropa

Otra película que atrapa al espectador es Make Up. Una pareja adolescente convive en un parque de caravanas en Cornwall, Inglaterra. Ruth, la protagonista, encuentra un día en la chaqueta de su pareja Tom un mechón pelirrojo. A partir de ese momento, la confusión y la desconfianza se apoderan de ella y empieza a sospechar de su compañera de trabajo. Al ser un psicodrama, pone especial atención a los sonidos y a las luces. Lo visual trasciende a tonos oscuros y a los planos que juegan con los reflejos en las ventanas o en los espejos.

Según críticos de FilmAffinity, la película combina el realismo británico con sensaciones y efectos contundentes, además de que, aunque sea larga, su trama es convincente, fascinante y original. De acuerdo a CineEuropa, cuando Ruth toma el control de su ira latente, expresa su deseo a través de clichés poco verosímiles (como la falta de comunicación o la negación de la infidelidad), deshaciendo el aspecto realista del largometraje.

Ruth a punto de ser maquillada por su compañera de trabajo. Fuente: FlickeringMyth

A veces la realidad es golpeada a puñetazos con la ficción, tal como aparece en Charlatán. Jan Mikolášek, exitoso curandero de la República Checa, curaba y diagnosticaba a los pacientes con solo observar una muestra de orina y recentándoles plantas y varios medicamentos. Con el punto de mira del régimen comunista, Mikolášek tendrá que seguir cuidando de sus pacientes con la ayuda de su compañero František, con quien oculta un romance.

A lo largo de su vida, Mikolášek curó a miles de pacientes, entre ellos, al presidente de Checoslovaquia, Antonin Zápotocky. Según CineEuropa, es un alivio ver la humildad en cada palabra de Mikolášek pero, realmente, hay escaso sentimentalismo en la trama, algo que el propio Mikolášek apreciaría. De todas formas, sigue siendo el relato de un hombre impulsado por una necesidad casi física de ayudar a los demás, sin perder el tiempo con sonrisas o buenos modales.

Mikolášek observando una muestra de orina. Fuente: Imbd

En definitiva, los pequeños detalles, los momentos de incertidumbre y el dramatismo que transmiten estas películas perduran hasta salir de las salas de cine. Obras maestras sin igual que, a pesar de que han sido estrenadas en tiempos de pandemia, han tenido el reconocimiento y la expectación que se merecían.

Festival de Cine de Sevilla: los documentales que dejaron huella

Los documentales han desarrollado, a lo largo de los años, distintas maneras de contar y transmitir las experiencias de otras personas. Este año, en el Festival de Cine de Sevilla, un festival de cine europeo, nos adentramos en diferentes contextos reales para meternos en la piel del otro. El arreglo de las penurias y daños pasados es fundamental para restaurar el presente y ese es el reflejo de tres largometrajes: Petite Fille, El año del Descubrimiento y Bienvenidos a Chechenia.

Los documentales como Petite Fille y Bienvenidos a Chechenia, por un lado, plasman perfectamente el sufrimiento y el rechazo del colectivo LGTBIQ. Petite Fille hace ver cómo una niña atrapada en el cuerpo de un niño lucha, junto a sus padres, en contra de la discriminación. La transfobia ha sido un tema controversial desde décadas, sin embargo, nuestra protagonista quería “ser de mayor una niña” y su madre se lo concedió. Contra todo pronóstico y quejas del director y del profesorado, la madre, con ayuda de una psicóloga infantil, defiende a Sasha en este largo y duro camino de transición: le deja vestirse y salir a la calle como una niña. En escenas cargadas de dramatismo y de superación, Sasha tendrá que ingeniárselas para recorrer un camino arduo con la defensa incesante de su madre.

Este documental francés apunta a todas las voces del entorno de Sasha, menos el de la parte contraria. Hay una carencia de argumentos contrarios a las ideas o pensamientos de la psicóloga o los padres. A pesar de esto, la psicóloga, al ser una experta en la materia, nos proporciona datos de cómo se pueden comportar los niños alrededor de Sasha y el por qué de su comportamiento. Según Cine Europa, “el documental pinta un retrato muy emotivo de una niña analizada con una gran delicadeza en sus juegos de niña (…) dando la palabra a su madre coraje para evocar la vida cotidiana y los retos de una cuestión de género que es, en realidad, una cuestión de derecho o no a la felicidad”.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es NZ96a47.jpg
Sasha jugando en el jardín. Fuente: El diario de Sevilla.

Pero para la discriminación exhaustiva del colectivo LGTBIQ durante toda la historia, también cabe desarrollar el documental de Bienvenidos a Chechenia. Ambientado en el sur de Rusia, donde la homofobia y el machismo están a flor de piel, distintos personajes ponen en marcha una organización llamada Refugio donde aíslan a los miembros del colectivo hasta que puedan encontrar un destino seguro. Con la recogida de grabaciones de palizas y testimonios aterradores, los miembros nos cuentan lo que han sufrido hasta llegar a ese lugar y la ignorancia del gobierno ante su discriminación. Desde mutilaciones hasta asesinatos, la homofobia en Chechenia no conoce límites y, para la protección de los miembros, estos se nombran de otra forma y se ocultan hasta encontrar un lugar en el que estén a salvo.

La situación de estas personas es tan grave que, incluso fuera de Rusia, tienen que seguir escondidos o tener otra identidad. No hay manera de que Kadyrov, primer ministro de Chechenia, muestre una iniciativa para parar estos abusos y torturas porque niega tanto la existencia de la tortura como la existencia de personas homosexuales en la república. De hecho, una curiosidad de la película es que está hecha con la tecnología deep fake, por lo que las personas están disfrazadas digitalmente para no desvelar su identidad. Según críticos en Micropsiacine, “algunas escenas “robadas” o capturadas en situaciones de violencia física pueden llegar a ser excesivamente duras y difíciles de ver”.

Personas del colectivo huyendo del país con su familia. Fuente: La Jornada Maya.

Por otro lado, la indignación y la desesperanza también existen en las crisis sociales, donde no hay sostenibilidad ni beneficios para todos. El año del descubrimiento es un largometraje basado en la Exposición Iberoamericana del 92. Según los testimonios del documental, no fue un año glorioso como lo pintaban en la televisión, sino lleno de pobreza, miseria y hambre. Cubierto por personas de la ciudad de Cartagena, la pieza rodea la trama en la bancarrota de las factorías de la ciudad y los despidos que provocaron en la plantilla. En una pantalla dividida en dos y una historia partida en tres, los testimonios recorren vidas pasadas desde la Transición Española hasta la crisis financiera del 2008 que conllevó a la limitación de la educación para los jóvenes y a la inutilidad de los sindicatos. Fueron años de incertidumbre y pobreza en las calles.

La historia, de manera objetiva, pretende dar visibilidad a las consecuencias del Franquismo y la Transición. Aunque aparezcan personas que han vivido en sus propias carnes la Transición Democrática, el documental carece de expertos o historiadores para dar más detalles. No obstante, la visualización de la obra se hace “por y para el pueblo”, es decir, cuentan de manera cercana y desde un bar de Cartagena, los acontecimientos vividos para que las nuevas generaciones sepan lo que ocurrió de verdad.

Un desempleado de las fábricas en las protestas de Cartagena. Fuente: El Español.

Claramente estos documentales no fueron los únicos que se estrenaron en este festival. Pero tan solo con una muestra de ellos podemos observar que la temática ha girado en torno a unos personajes que se sacrifican y a unas historias conmovedoras e impactantes. Una sensación que se muestra en las pantallas de cine, pero que se sienten en primera persona.