Inauguración del Festival de los Patios de Córdoba 2020 en otoño

La Fiesta de los Patios de Córdoba se clausura con un muy buen sabor de boca. La dedicación de estos vecinos se ha visto compensada con la apertura de sus patios entre los días 8 y 18 de octubre. El recibimiento ha sido espectacular y los cordobeses han sacado a relucir su encanto para celebrar una de sus fiestas más importantes.

Tras el inevitable aplazamiento el pasado mes de mayo, estos días los patios cordobeses han abierto sus puertas a los visitantes. En estas fechas tan atípicas, los colores vivos y llamativos de las flores han dado paso a los verdes, proporcionando otra mirada a estos encantadores lugares. La típica foto de paredes repletas de macetas azules con flores en su máximo esplendor ha sido sustituida por hiedras, helechos, costillas de Adán y un sinfín de plantas que proporcionaban un ambiente tranquilo y otoñal en estos rincones tan curiosos.

Plantas y flores en los Patios de Córdoba. Rosario Ostos.
Restricciones sanitarias

Otro de los grandes cambios ha sido la afluencia de visitantes. La restricción de aforo, en muchos casos con un máximo de 10 personas, ha permitido que los visitantes pasearan por los patios tranquilos, con el único ruido del agua cayendo en las fuentes, los pájaros que revoloteaban por allí o la música que corría a cuenta del dueño o dueña. Durante la visita a los 49 patios participantes este año, las medidas de seguridad estuvieron presentes en todo momento, siendo obligatorio el uso de mascarillas, gel hidroalcohólico y la toma de temperatura a la entrada de las casas. Los encargados de recordar estas medidas, situados en las puertas de los patios, se involucraron personalmente a fin de evitar el contagio de los residentes, personas mayores en algunos casos, y poder preservar la seguridad de todos.

La simpatía de los vecinos y cuidadores ocasionaban un ambiente cercano y tranquilo, alejado del barullo propio de una ciudad como Córdoba. Todos ellos establecían una conversación con los más curiosos que se acercaban a preguntar sobre el cuidado o el origen de las plantas que se podían ver. Uno de ellos nos comentó que dedica unas dos horas y media diarias a regar y cuidar sus plantas, una notable inversión de tiempo y esfuerzo digna de agradecer.

Vegetación propia de un patio cordobés. Rosario Ostos.
Historia del concurso

Cada año se celebra un concurso que premia a los mejores patios, estas condecoraciones pueden verse en las paredes de cada casa resaltando el orgullo que sienten sus dueños al mostrar sus espectaculares creaciones. La primera convocatoria del Concurso de Patios, Balcones y Escaparates tiene lugar en 1921 aunque en ese momento solo se inscribieron 12 patios y los premios fueron de 100, 75 y 50 pesetas.

Ante la escasa respuesta, el concurso no volvió a celebrarse hasta 1933, cuando comenzaron a popularizarse. Sin embargo, con el inicio de la Guerra Civil y los estragos posteriores no fue hasta 1944 cuando se recuperó la tradición. Años más tarde, el alcalde Antonio Cruz Conde aumentó el número y la dotación económica de los premios, ayudando además a los no premiados para valorar su esfuerzo y dedicación. 

A finales de los años 50 surgieron dos iniciativas en torno a esta festividad, el Festival de los Patios Cordobeses y la Reina de los Patios, un concurso de belleza que duró dos décadas. Las bases del concurso no cambiaron demasiado hasta la llegada del primer gobierno democrático de Julio Anguita. En este periodo se estableció el uso exclusivo de flores del tiempo y la supresión de las actuaciones de artistas flamencos como mérito para evaluar los patios. 

Ya en el año 1988, las bases precisaron los aspectos ornamentales que debían ser valorados por el jurado tales como la variedad floral, el cuidado de macetas y arriates y la iluminación natural. Una década después los patios se clasificarían entre arquitectura moderna o antigua, otorgando galardones que atendían a diversos criterios. Esta fiesta tan arraigada fue nombrada en el año 2012 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Pórtico con columnas de uno de los Patios de Córdoba. Rosario Ostos.

Una arquitectura propia de los árabes

Cualquier visitante que pasee por los patios cordobeses encontrará similitudes en las estructuras, puesto que muchos tienen su origen en el periodo que pasaron los árabes en la Península Ibérica. Aunque tras la conquista cristiana el estilo variará considerablemente dando paso a otros motivos decorativos.

Tras una pequeña entrada, la primera estancia de la casa es el patio, en algunos casos presenta un pórtico con columnas alrededor y en otros se encuentra rodeado por las puertas de las casas vecinas que comparten el jardín. De todas formas, este se conforma como el punto de encuentro de vecinos y conocidos, aquí se recogen charlas, reuniones, comidas y todo lo que se precie para poder disfrutar del día.

Con la llegada de los musulmanes se introdujeron innovaciones en las casas. Mientras que las fachadas quedaron lisas, en el interior se concentró toda la ornamentación. Los azulejos y celosías en las paredes, el suelo empedrado, las fuentes propias de estos nuevos moradores y los pozos andaluces necesarios para recoger el agua se daban cita en estos lugares.

Pozo antiguo en un patio cordobés. Rosario Ostos.

El estilo mudéjar quedó intacto hasta prácticamente el siglo XVI, cuando se incorporaron detalles platerescos y renacentistas. Los patios continuaban con los pórticos inferiores, aunque las galerías superiores se construían con balcones. Ya entrando en el siglo XIX, cambiaron el clásico suelo empedrado por solerías de piedra o mármol. Este nuevo estilo afectó también a la vegetación puesto que el arriate dejó de acoger las plantas y pasaron a las macetas.

En cuanto a la decoración, en muchos patios encontramos elementos arqueológicos, algunos de ellos robados de Medina Azahara cuando el conjunto se encontraba abandonado. Uno de los patios muestra en el pórtico columnas recogidas en dicho yacimiento. Otros presentan vasijas o elementos más pequeños que adornan junto con otros objetos antiguos como planchas de carbón, morteros o herramientas del campo.

Con esta extensa historia, con tanta riqueza y cultura, los patios cordobeses son un lugar de convivencia y reunión. La ciudad se engalana para acoger a todos los visitantes que busquen entrar en este ambiente tan acogedor, con unos patios propios de cuento. Aunque la realidad muestra un inagotable esfuerzo y dedicación de los vecinos por mantener esta tradición tan importante y que con tanta ilusión acogen todos los años.

Rincón de uno de los Patios de Córdoba. Rosario Ostos.