Tras la dimisión de Manuel Merino, Francisco Sagasti llega al cargo «por la estabilidad política del país»

Tras 27 horas con un vacío de poder, ayer, 16 de noviembre, el Congreso nombraba a Francisco Sagasti como nuevo presidente interino de Perú. Sagasti, ex funcionario del Banco Mundial y perteneciente al Partido Morado, llega al cargo, según las propias palabras de los que le dieron apoyo, «Por la estabilidad política del país», «por la tranquilidad y la paz», «para que se acaben las protestas», «por la reconciliación nacional…» La tarea de Sagasti será ardua: deberá encargarse de otorgar estabilidad al país, poner fin a las protestas que llevan sucediendo varios días y mediar la reconciliación nacional hasta las próximas elecciones de abril.
Hace escasos días, el entonces presidente de Perú, Martín Vizcarra, fue destituido por el Congreso de Perú, lo que desencadenó en una ola de protestas en todo el país andino. Desde 1985, todos los presidentes que han pasado por el gobierno peruano han sido procesados o investigados (menos Valentín Paniagua, presidente constitucional durante 8 meses entre el año 2000 y 2001) por supuestos delitos de corrupción. Vizcarra, presidente desde 2018 hasta 2020, era destituido del cargo el pasado lunes 9 de noviembre por supuestos pagos irregulares. Concretamente, por “incapacidad moral”, según palabras de la propia Cámara. Actualmente, de las 130 personas que componen el Congreso, 68 están siendo investigadas por la Fiscalía por diferentes delitos.
Estos presuntos actos de corrupción de Vizcarra se remontan al periodo comprendido entre 2011 y 2014, cuando el expresidente era gobernador de la región de Moquegua. El pasado 18 de septiembre se filtraron informaciones procedentes de ‘aspirantes a colaborador eficaz’ en las que se confirmaban los presuntos delitos de corrupción del hasta entonces presidente. Vizcarra habría cobrado algo más de 548.000 euros para financiar el Hospital de Moquegua, entre otras cuestiones. Estas afirmaciones aún permanecen bajo investigación. Muchos ciudadanos peruanos entendieron la destitución de Martín Vizcarra como un golpe de estado y tomaron las calles.
Por consiguiente, la ciudadanía rechazó la toma de posesión de Manuel Merino, centroderechista de 59 años, elegido para relevar a Martín Vizcarra. Las manifestaciones fueron multitudinarias y fuertemente reprimidas por la policía. Decenas de miles de personas se concentraron en Lima y en otras ciudades del país. Tras seis días de continuas protestas, el pasado sábado se producían las primeras víctimas mortales, además de dejar a su paso casi un centenar de heridos. Dos jóvenes manifestantes de 22 y 24 años presentaban heridas de armas de fuego.
Tras estos dos asesinatos a manos de la policía peruana, el presidente que llevaba apenas cinco días en el cargo, Merino, dimitía. “En este momento en que el país atraviesa una de las más grandes crisis políticas, presento mi renuncia al cargo de presidente de la república”, declaraba en un mensaje emitido por televisión a la nación. “Creo en la lucha frontal con la corrupción, los corruptos no pueden representarnos, creo que el poder es para servir a los demás y no a poderes subalternos”, añadía. «Estos sucesos (los asesinatos de los manifestantes) deben ser profundamente investigados para determinar responsabilidades», concluía.
Con la llegada de Francisco Sagasti, Perú ha tenido un total de 4 presidentes en los últimos cuatro años. Dos de ellos en menos de una semana. Con Sagasti en el cargo, la Fiscalía seguirá investigando a Manuel Merino por homicidio doloso.
Esta nueva crisis política tiene lugar en plena pandemia, que deja ya un rastro de más de 35.000 personas fallecidas y casi un millón de contagios en el país. Los ciudadanos peruanos ejercerán de Gran Hermano: vigilarán los pasos de sus dirigentes políticos y no dudarán en tomar de nuevo las calles. Faltan 5 meses para las próximas elecciones.