Irina Antonova, la dama de los museos rusos muere a los 98 años

El pasado 30 de noviembre falleció Irina Antonova en Moscú a sus 98 años por problemas cardíacos agravados por el COVID-19. Considerada la matriarca del arte ruso, crítica e historiadora del arte, autora de cientos de publicaciones (artículos, catálogos, álbumes…) y directora durante más de cincuenta años del Museo Pushkin de Bellas Artes, convirtiéndose así en la primera mujer en dirigirlo, la «Gran dama de los museos rusos» deja atrás un legado imborrable en la historia del arte ruso y mundial.

Antonova brindó oportunidades al arte «no oficial» en años de censura del estado soviético, abriendo las puertas a grandes artistas del panorama internacional como Matisse o Leonardo Da Vinci. Llevó a cabo conferencias más allá de Rusia y permitió la entrada de exposiciones extranjeras en el museo. En 2013, abandonó el puesto de directora del Pushkin, convirtiéndose en la curadora en jefe de los museos estatales de Rusia. Ese mismo año, el Museo Pushkin creó el cargo de Presidente para que ella lo ostentara.

Irina Antonova. Fuente: The New York Times

Irina Antonova fue una mujer polifacética que no se limitó al mundo artístico: también se interesó por la música, fundando en 1981 junto al pianista Svyatoslav Richter, fundó el festival de música y pintura de las noches de diciembre que se celebra anualmente. Antonova también ejerció de enfermera durante los años 40 en hospitales de Moscú, donde trataba a gran cantidad de soldados soviéticos y perteneció en 2011 a la Cámara Pública de la Federación de Rusia.

Irina Antonova. Fuente: Alchetron

La «Gran dama de los museos rusos» nos abandona en 2020, dejando en la historia del arte de Rusia y del mundo entero la huella perenne de una mujer que vio más allá: valiente, innovadora y decidida.

Historia del Arte con nombre de Mujer

Historia del arte con nombre de mujer. Así titula el escritor, profesor e historiador del arte sevillano, Manuel Jesús Roldán (1980), su nuevo libro.

El pasado mes de octubre, la editorial hispalense El Paseo, lanzaba al mercado esta «pequeña enciclopedia del arte femenino» que hace un recorrido por toda la historia del arte, desde el mundo antiguo hasta el S.XX, en el que abarca gran cantidad de obras de ciento veinticinco mujeres artistas, tanto pintoras como escultoras y fotógrafas.

Manuel Jesús Roldán. Fuente: ABCdesevilla (Pasión en Sevilla)

La mayoría de los manuales y libros de historia del arte cuentan con una extensa presencia de artistas masculinos, lo que plantea las siguientes cuestiones: ¿Por qué no aparecen las mujeres en los libros de Historia del Arte? ¿Es que no había mujeres artistas o, simplemente, no triunfaron?

El viernes 20 de noviembre, en un directo desde su cuenta de Instagram, Manuel Jesús Roldán respondió a todas estas preguntas y a muchas más en la presentación de su libro, que a su vez daba presencialmente a sus alumnos de bachillerato del IES Albero.

El escritor afirma que la ausencia de la presencia femenina en la Historia del Arte no se debe a la falta de éxito que estas cosecharon en su momento ya que, por ejemplo, la sevillana Luisa Roldán (1652-1704), más conocida como «La Roldana», escultora de cámara del rey Carlos II y de Felipe V, y la francesa Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun (1755-1842), que según el autor «alcanzó la mayor popularidad y prestigio de la Francia del S.XVIII», fueron conocidas y recibieron retribución por sus obras. Se podría decir entonces que el silencio que sufrieron las artistas fue posterior a ellas.

Desposorios místicos de Santa Catalina de Luisa Roldán. Fuente: El País
Autorretrato (1782) de Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun. Fuente: The National Gallery

Roldán reconoce como principales culpables de esta omisión a los académicos del siglo XIX, quienes llevaron a cabo una elección de obras únicamente masculinas. Esta selección coincide con la creación de los museos y de los grandes manuales de historia del arte, lo que hace que este gusto excepcionalmente masculino lleve al olvido a tantas artistas femeninas. Además, el siglo XIX fue una época en el que la mujer estuvo especialmente relegada al ámbito doméstico, lo que la limitó y apartó del mundo artístico. Aún así, numerosas mujeres se dedicaron al arte en estos años. Entre ellas pintoras como Amalia Lindegren (1814-1891) o Julia Alcayde Montoya (1855-1939), fotógrafas como Julia Margaret Cameron (1815-1879) o Gertrude Käsebier (1842-1934) y escultoras como Camille Claudel (1864-1943).

Fotografía I wait (1872) de Julia Margaret Cameron. Fuente: El Cuadro del Día

Por otra parte, las mujeres que se dedicaban al arte se enfrentaban a una mayor serie de trabas que los hombres. Las mujeres debían representar detalles anecdóticos (bodegones, camafeos, floreros…) ya que una gran cantidad de temas estaban prohibidos para ellas, juzgando así sus obras como «arte menor».

Asimismo, la hegemonía masculina, que las limitaba al hogar y a la familia, también hacía que se las consideraran mujeres indecorosas e indecentes por el hecho de trabajar. Esto último podría explicar la existencia de tantos autorretratos femeninos, ya que era la manera que tenían de reivindicar y dignificar su imagen. También a la hora de historiar a las artistas, sus obras han sido infravaloradas con respecto a su vida personal, dándole más importancia al «cotilleo» que a la producción y calidad de sus obras. Un claro ejemplo es Rosa Bonheur (1822-1899), más conocida por su orientación sexual que por sus logros y creaciones. Similar es el caso de Tamara de Lempicka (1898-1980), cuya adicción a la cocaína y bisexualidad acaparaban más la atención que su implicación en el Art Decó.

Feria de Caballos de Rosa Bonheur. Fuente: El Cuadro del Día
Autorretrato en un Bugatti verde de Tamara de Lempicka. Fuente: Grada Archivo

Actualmente, mantenemos los esquemas de los manuales y libros de Historia del Arte que nacieron en el siglo XIX. Además, los museos siguen sin exponer a gran cantidad de artistas cuyo valor y cualidad es similar a la de los artistas masculinos que si se encuentran entre sus paredes, perpetuando de esta manera la omisión del arte femenino y mostrando una realidad histórica incompleta.

Hoy por hoy, hay muchos cambios por los que luchar y Manuel Jesús Roldán con Historia del Arte con Nombre de Mujer se une a la batalla para hacer justicia por todas aquellas mujeres acalladas con el tiempo. Con este libro las valora y reconoce, abriéndoles el camino que se merecen. Como el autor dice «no porque fueran mujeres, sino porque eran grandes artistas».

Autorretrato (1908) de Gabriele Münter. Fuente: Historia Arte

«Se olvida con demasiada facilidad que una mujer puede ser una artista creativa por sí misma, con un talento real y original»

Gabriele Münter (1877-1962)