21 años y un segundo disco, con argumentos personales y musicales de peso. La carrera de Aitana desde su paso por el programa de televisión Operación Triunfo no ha dejado indiferente a nadie. Se ha hecho un hueco en el panorama del pop nacional (e incluso internacional) y ha lanzado así su segundo álbum, que ya se atreve a catalogar como “el disco de su vida”.
Hace ya casi un año de la presentación del que sería el primer adelanto del disco: + (MÁS), colaboración conjunta con el dúo colombiano Cali y El Dandee. A nivel profesional, el single marcaba una puerta abierta a base de tocar al timbre. Desde su participación en OT 2017, Aitana ha mantenido el pie en el acelerador y ha tomado los desvíos correctos para llegar a este punto y poder así decorar su nuevo disco con artistas de gran renombre.
A esta lista de colaboraciones se suman además (por orden de aparición en el disco) Álvaro Díaz, Pole, Beret, Sebastián Yatra y Natalia Lacunza, su excompañera en el reality musical. Al final, compañeros de lujo para que la artista pudiese desarrollar a placer tanto temática como musicalmente su proyecto.
En este último especto, el disco retrocede, en palabras de la propia artista, a “un sonido muy de los 2000”. En un momento en que las tendencias están marcadas por temas más electrónicos o latinos, que son los que verdaderamente dominan el panorama, Aitana se reivindica como estandarte del pop español. Es un paso arriesgado que por otro lado reafirma su condición musical, su camino y su carrera profesional como artista.
No sorprende que Aitana ya sienta este álbum como el definitivo. La carga emocional y personal que transmite traspasa la objetividad, la perspectiva y cualquier otro factor externo que pueda nublar esa sensación. De la primera a la última canción se desarrolla una historia de desamor y estancamiento, una relación tóxica que la artista no puede ni quiere superar. Experiencias negativas que causan discos tan personales como este. Ya sea surgiendo por puro desahogo tras la ruptura o, quizá, como una obligación personal de buscar, encontrar y dejar escritos los motivos por los que pasar de página es la opción correcta.
Sí que sorprenden sin embargo los títulos de algunos de los tracks que componen el disco: el ya mencionado + (MÁS), u otros como – (MENOS), X (POR), % (DIVIDIDO) o = (IGUAL). Nombres de cuentas que Aitana ha ido realizando en su vida personal, cuentas que no salen, que no le dan la respuesta emocional que necesita, que no llegan a ninguna parte y que han terminado dando de resultado 11.
Y es que la única crítica posible al disco reside, precisamente, en la propia carga emocional que lo caracteriza. Da la impresión de que la situación personal de la artista ha llegado a cegar la visión comercial o profesional, cargando el álbum con canciones que, aunque buenas, se hacen monotemáticas. Pese a que la canción que cierra el disco conexiona las anteriores dando un sentido conjunto a la obra, el significado de las otras diez canciones parece similar.
En cualquier caso, Aitana se quita de encima el posible estereotipo de producto televisivo y se arma, aún más, con el de artista de futuro.