La pandemia, el descenso de la población ocupada y el auge de las compras a través de plataformas digitales, nos lleva a preguntarnos si esto provoca la destrucción de más puestos de trabajos
Como bien sabemos, esta actual realidad que asola a toda la población mundial ha propiciado que la ciudadanía se haya visto obligada en muchos casos a recurrir a la compra a través de Internet. Esto obtiene como resultado que el 50% de los españoles hayan acudido menos a realizar compras en tiendas físicas (a excepción de los supermercados), según indican análisis de mercados. Motivado esto por los confinamientos perimetrales que impiden el acceso a ciertos comercios por encontrarse en un municipio distinto al de residencia, el confinamiento domiciliario o el cierre de toda actividad no esencial en ciertas zonas, a lo que hay que añadirle el miedo a acudir a tiendas físicas, primando la seguridad ante un posible contagio en estas.
El hecho de que en la contemporaneidad casi todas las empresas cuenten con la posibilidad de hacer envíos a domicilio, además de ser una herramienta que da gran comodidad a los compradores al poder adquirir los productos en cualquier momento ahorrándose las largas colas, se ha convertido en una necesidad.
Nos encontramos con que han experimentado un gran crecimiento no solo las ventas online de productos no esenciales (como la ropa), sino también los productos básicos como la alimentación, los sanitarios o de higiene personal, hasta entonces no tan usados.
Este comercio electrónico, además de facilitar la adquisición de productos que no se encontrarían en la tienda física por falta de stock y que, sin embargo, en la web encontraríamos una amplia gama de estos, también ha contribuido a la compra de artículos que por tabúes sociales no nos arriesgaríamos a adquirir ante las miradas curiosas de otros compradores. Asimismo, es otra forma de poner en conocimiento al consumidor de todas las ofertas disponibles y de incluir descuentos para próximas compras a modo de fomentar estas compras.
Pero no debemos obviar que en estas compras online no todo es positivo y bueno: un porcentaje de la población (en especial los más mayores) aún se muestra reticente a realizar compras a través de este canal por la desconfianza ante posibles robos y fraudes al tener que introducir los datos de la tarjeta de crédito, sin tener la certeza de que no estás facilitando estos datos a un posible estafador cibernético.
Este cambio en nuestra forma de comprar, en la que todo apunta que se quedará aun pasada la pandemia, no supone una destrucción del empleo a diferencia de esta creencia generalizada. Se trata más bien de una oportunidad de negocio para compañías debido al potencial de crecimiento de este canal, que alienta la competencia y la eficiencia.
Este mercado digital solo hace que se produzca un cambio en algunos puestos de trabajo. La mayoría de las empresas, siguen contado con sus establecimientos físicos, solo que ahora se requieren empleados en otros puestos que surgen de esta forma de venta como son las personas que realizan el proceso de empaquetado, los transportistas, etc.
Este cambio en nuestra forma de comprar no supone una destrucción del empleo, sino una oportunidad de negocio