Juan de Dios Mellado fue elegido Director General de RTVA en 2019. Desde entonces ha impulsado la modernización de Canal Sur para poder competir en el ámbito digital con otros medios de comunicación. Hablamos con él sobre su opinión del periodismo actual y el futuro de la cadena autonómica más reconocida en España
En primer lugar y para conocerle un poco mejor, ¿qué le llevó a estudiar Ciencias de la Información?
En mi casa es por tradición familiar. Tanto mi abuelo como mi padre y algunos de mis tíos son periodistas. Desde pequeño he vivido el periodismo en casa y, de hecho, mi padre era redactor jefe del Sol de España, un periódico legendario de la provincia de Málaga. Los fines de semana, en vez de irme a jugar al fútbol, iba con mi padre y me tiraba allí todo el día jugando en la rotativa, en los cuartos oscuros que había antes de fotografía, con los teletipos… Me he criado desde pequeño en una redacción, lo tenía tanto por herencia familiar como en la sangre. Desde pequeño tenía claro que quería estudiar periodismo.
Fue enviado especial al llamado Genocidio de Ruanda, la guerra civil que hubo en 1994. ¿Qué puede contar de su experiencia allí?
Pues es de las experiencias profesionales más gratificantes sin duda, pero también muy dura. En toda España, y concretamente en Málaga, hubo un movimiento de recogida de fondos para enviar ayuda tanto médica como alimentaria por parte de varias ONG’s como Médicos del Mundo, Cáritas o UNICEF. Por ello se decidió enviar a una serie de periodistas que contaran cómo llegaba la ayuda humanitaria. Entonces me presenté voluntario en el periódico y estuve catorce días en la ciudad de Goma, al lado del Lago Kivu, cubriendo el mayor desastre humanitario que ha habido en los últimos años en el mundo.
Me enseñó la parte mala del ser humano, pero también su bondad. Muchas personas desinteresadas dejaron de lado su comunidad para ayudar a un país que estaba en Guerra Civil y en descomposición. Como periodista fue apasionante el poder mandar crónicas de lo que estaba pasando allí y contárselo a Europa. Encontrar los medios para transmitirlo era complicado —estoy hablando de un año donde no había móviles ni casi Internet—, tenías que buscarte la vida.
Apostó por la renovación digital cuando dirigió La Opinión de Málaga, ¿por qué es importante para el periodismo adaptarse a la era digital?
Yo me incorporé en 1999 como uno de los fundadores del periódico del grupo Prensa Ibérica. En aquella época las páginas web de los periódicos estaban en periodo de efervescencia, pero aún no se veía la potencia de hoy en día. En 2013 decidimos hacer la transformación digital del periódico porque vimos que las formas de consumo estaban cambiando y que la venta de los periódicos en kioscos bajaba.
Hicimos un plan para integrar la redacción digital, que estaba apartada en una esquina de la redacción, y ya empezamos a trabajar para volcar la información en Internet. Fue una experiencia muy interesante, porque veníamos de la prensa escrita tradicional de toda la vida, con unos ritmos y una forma de trabajar diferente. Se cambió la forma de trabajar del periodista, sobre todo por la inmediatez. Con eso aprendimos que el futuro del periodismo estaba también en la web.
Existe la opinión de que el periodismo de papel está muriendo, ¿cómo cree que se adaptarán los medios cuando esto ocurra?
Hubo tres factores que caracterizaron la entrada de los periódicos tradicionales en la web. En primer lugar, la carrera para ver quién difundía mayor contenido y de forma gratuita, con el afán de ganar muchos usuarios. En segundo lugar, se cambiaron los titulares a unos más frívolos, es decir, nada periodísticos para captar a la audiencia. Y en tercer lugar, teníamos pocos conocimientos del tema, a diferencia de los periódicos nativos nacidos en Internet. Hubo una carrera desquiciada para tener presencia en Internet, aunque se hizo sin tener una estrategia clara de cómo comercializar esa información.
Nunca ha habido en nuestro sector un acuerdo entre las editoriales —si uno pone un muro de pago y el otro no, la audiencia se va al que no—. Ahora se ha revertido y ya se están instalando muros de pago o suscripciones con ciertas ventajas que establecen un modelo de negocio. Esto permitirá que el periodismo digital deje un poco esa frivolidad para ganar audiencia.
En cuanto al papel, aquel que siga haciendo productos de calidad no va a desaparecer porque va a ser un periodismo más analítico, sosegado y reflexivo. Hay muchos que hacen versiones digitales semanales potentes y los fines de semana dan una oferta buena en papel. Por tanto seguirá, pero ya no como lo concebimos: se buscará el por qué y no el qué.
Como profesional de la comunicación, ¿qué opina acerca del desprestigio que tiene en España esta profesión?
El periodismo en España es fruto de la sociedad que tenemos. Actualmente hay una polarización entre la izquierda y la derecha, y los periodistas se han situado en una u otra trinchera. Esto hace que se pierda la esencia del periodismo de ver, oír y contar y no posicionarse en lo que está pasando. Esta polarización, que cada vez es más agresiva, se ha llevado también al periodismo y esto pasa factura.
La sociedad hoy es más madura y, afortunadamente, los ciudadanos se dan cuenta de cuándo una información está caducada, les intentan mentir o manipular. Es muy difícil que el periodista pueda engañar al ciudadano. Pero aun así creo que el periodismo goza de buena salud, porque con los nuevos medios y soportes, se puede tener buena información.
¿Cree que esas críticas hacia la profesión son acertadas?
Hay que distinguir entre la buena y la mala praxis periodística. En las redes sociales abundan las fake news y muchos periódicos tienden a captar al lector con titulares cebo. Pero no todo vale. El buen periodismo es reconocido por la gente y tiene su recorrido. La pregunta que yo me hago es quién dejó antes a quién, ¿el periodismo a la ciudadanía o la ciudadanía al periodismo? Los periodistas tenemos que reivindicar nuestro papel como prescriptores de noticias verdaderas porque si no, los ciudadanos no nos verán como útiles y se informarán donde circulan bulos. Ahora prima la inmediatez, cuando es mejor dar una noticia bien contrastada y con cantidad de información. También la ciudadanía tiene que aprender a profundizar en la información y no leer solo los titulares porque, al final, tendrá un conocimiento fragmentado de la realidad.
¿Qué cambios ha introducido en RTVA?
Ahora tengo el reto de transformar digitalmente RTVA para que pueda ser competitiva en el futuro. Estamos creando nuevos soportes como una plataforma de consumo bajo demanda, que estará operando en octubre o noviembre. En ella se van a introducir algunos contenidos históricos más los que estamos haciendo ahora expresamente, que permitirá que los contenidos de Canal Sur no se vean solo en Andalucía. Gracias a esta plataforma, va a haber una labor de difusión del patrimonio cultural de Andalucía. En radio también hemos creado una plataforma de podcasts que ya está en marcha. Estamos intentando que RTVA alcance también los nuevos hábitos de consumo y es un reto apasionante.
Después renovar e impulsar la empresa, queremos reafirmar que pretendemos seguir siendo RTVA con todos esos cambios. Canal Sur entrará en este año, 2021, en la carrera por los nuevos hábitos de consumo tanto de televisión como de la radio.
Canal Sur está siempre muy analizada por otros medios, ¿cómo gestiona esa presión que existe sobre la empresa?
Al ser una empresa pública financiada con dinero público es normal que se nos pidan explicaciones sobre qué hacemos con ese dinero. Ahí no hay problema. Lo que sí veo es que hay un excesivo foco sobre cualquier cosa que hace Canal Sur, tanto por parte de otros periódicos como de las clases políticas. Creo que habría que dejar trabajar a los profesionales de Canal Sur —no solo a la dirección general— porque están cuestionando todos los días lo que se hace aquí.
Si bien es cierto que a pesar de ser contenidos trabajados con mucha profesionalidad, hay información malintencionada que le hace daño a la reputación de Canal Sur. Cuando llegué a este puesto dije que me gustaría que Canal Sur dejara de ser noticia para empezar a dar las noticias. Pero me he dado cuenta con el tiempo de que seguirá siendo objeto de noticia porque hay mucha gente pendiente de lo que pasa aquí. Esto no se va a cambiar. Respeto las opiniones de todo el mundo, no comparto algunas, intento aislarme de ellas y seguir con la hoja ruta que nos hemos marcado para intentar avanzar en la gestión de RTVA.
Teniendo en cuenta la situación política actual y la continua amenaza de la disminución de recortes, ¿cree que Canal Sur podría lidiar con un menor presupuesto que el actual?
Todas las televisiones públicas están mal financiadas. Si un gobierno autonómico, nacional, en Europa, quiere tener un servicio público, eso significa un coste. Ahora, se puede tener con poco presupuesto o con uno que permita cumplir con el servicio público. Lo veo como una doble inversión: cada euro que destina el gobierno de turno a cualquier televisión consigue, por un lado, cumplir con el servicio público que tiene encomendado y, por el otro, desarrollar toda la industria audiovisual.
Canal Sur —como cualquier otra cadena— cuando hace un programa, o lo hace con recursos propios, o recurre al mercado o hace una producción mixta. Por tanto contrata a una productora, con sus debidos empleados, que lo mismo contrata a otra empresa para poner la seguridad en su programa, por ejemplo. Hay un empleo directo e indirecto que ya cumplía con un objetivo, que era el del servicio público y, a la vez, desarrolla la industria audiovisual. Canal Sur es uno de los máximos artífices para que el cine andaluz pueda ser competitivo y que los directores puedan rodar películas gracias a su aportación.
Por tanto, están mal financiadas y encima se nos exige competir con las televisiones privadas en cuestiones de audiencias, con la limitación que tenemos respecto a cierto tipo de publicidad, como el de loterías y juegos de azar que no admitimos aquí, o respecto a los recursos para nuestros programas, que son menos espectaculares. Las televisiones públicas estamos en un momento difícil. Si el gobierno quiere tener una televisión pública, la tiene que financiar.