Los campos de internamiento suenan mucho a siglo pasado, a la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a día de hoy aún existen algunos de estos campos en diferentes lugares del mundo. En Xinjiang, región de China, se internan a musulmanes uigures para combatir el supuesto extremismo existente en la población
China es el país con el mayor número de población en todo el mundo. En él se encuentra Xinjiang, una Región Autónoma situada en el noroeste del país que compone su subdivisión administrativa más extensa con 1.600.000 km2. Aquí vive una de las minorías étnicas reconocidas oficialmente por Pekín: los uigures. Se caracterizan por profesar la religión musulmana, tener un idioma propio perteneciente al túrquico de las lenguas altaicas y por ser considerados el grupo nativo de Xinjiang.
De izquierda a derecha, niños en el comedor del campo, adultos en fila en el patio y mapa con los distintos centros de reeducación en la región de Xinjiang. Fuente: infobae.com y Wikipedia
A inicios del siglo XX los uigures declararon una independencia que no duró demasiado, pues desde 1949 Xinjiang queda subordinada al poder del Gobierno chino, que al inicio muestra respeto por la cultura que desde varios siglos atrás se asentaba en el territorio. Sin embargo, con el paso de las décadas esta tolerancia se fue perdiendo, generando tensiones constantes entre la población uigur y la china. La represión del gobierno central hacia los uigures fue aumentando, hasta el punto de que en la década de los noventa se difundieron ideas que relacionaban el secesionismo de los uigures con el terrorismo islamista. Esta represión no pudo evitar enfrentamientos entre ambos bandos, ocurridos en 2008, unos meses antes de la celebración de los JJ. OO. en Pekín y en 2009, con una brutal lucha armada en la que murieron 200 personas y resultaron heridas 1.700. Estos enfrentamientos se han ido sucediendo, intercalando épocas de relativa paz y épocas de mayor tensión.
La acusación de China es tal que asegura que los uigures conspiran para poner bombas y realizar sabotajes, comparando la región como «la Siria de China». Además, la etnia china se ha apropiado de la región y de la actividad económica de la misma, dejando a muchos uigures sin empleo y confiscando sus tierras de cultivo para urbanizarlas.
La filtración del Partido Comunista Chino
En diciembre de 2019, se produjo una gran filtración de documentos gubernamentales desde el interior del Partido comunista chino. De esta manera, The New York Times publicaba 403 páginas en las que se revelaban que bajo las órdenes del presidente chino, Xi Jinping, se estaba realizando una fuerte campaña de represión en Xinjiang. Además, días más tarde el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) demostraba que se estaba adoctrinando a la minoría uigur en unos «campos de reeducación».
Según informes oficiales, estos campos funcionan fuera del sistema legal, pues muchos uigures han sido internados sin juicio o cargos presentados contra ellos de manera previa. El propósito con el que retienen a los miembros de estas minorías es combatir ese extremismo y supuesto terrorismo con el que se relacionan. Se promocionan como campos con fines de reeducación, escuelas del partido comunista u ordinarias. Sin embargo, en unos vídeos publicados por la revista Bitter Winter puede observarse que las instalaciones se asemejan más a una cárcel que a una escuela. Los uigures viven vigilados por las fuerzas armadas o la policía especial, con torres de vigilancia y puertas del tipo de una prisión.
Más de un millón de uigures ha sido internados en alguno de los campamentos que forman estos campos de reeducación, que ascienden, según fuentes oficiales como la agencia Reuters o la Fundación Jamestown, al menos a 78 centros.
Calificación de genocidio y el papel de la ONU
En julio de 2019, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU firmó, junto a 22 países, entre ellos Reino Unido, Canadá, España o Francia, una carta en la que se instaba a China a cerrar los campos de Xinjiang. En contraposición, 37 estados firmaron una contra-carta que apoya la política que ejerce el Gobierno chino en Xinjiang, entre ellos Rusia, Siria, Corea del Norte o Sudán.
A inicios de 2021, el Newlines Institute for Strategy and Policy, organización formada por expertos no partidistas, publicó un documento en el que se destacaba la «responsabilidad de China de cometer genocidio en su trato a los uigures en la región de Xinjiang».
En determinado informe, se afirma que China ha violado todos los actos prohibidos recogidos en la Convención sobre el genocidio emitida por la ONU en 1948. “Las personas y entidades que perpetran los actos de genocidio arriba indicados son todos agentes u órganos estatales, que actúan bajo el control efectivo del Estado, que manifiestan una intención de destruir a los uigures como grupo en el sentido del artículo II de la Convención sobre el Genocidio» publica el informe.
Actualmente, el Partido Comunista chino niega los abusos contra la población uigur. Su ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, afirmó el 7 de marzo que las acusaciones de genocidio son absurdas y sin fundamento. “Tales acusaciones incendiarias se montan por ignorancia y prejuicio, son simplemente exageraciones maliciosas y políticamente impulsadas y no podrían estar más lejos de la verdad”.
Además, Wang realizaba una invitación a la ONU para que comprobasen de primera mano que no se están ejerciendo abusos contra la minoría étnica, algo que dista de lo que muchos uigures que han logrado escapar de estos campos de reeducación declaran. Jarkenbek Otan, superviviente de uno de estos campos, declara que «piensan que tienes algo que no funciona en tu cabeza, te envían a un centro para arreglarlo, para transformarte«. La peor parte se la llevan las mujeres, que son violadas por uno o varios hombres casi a diario. Incluso algunos reclusos son obligados a participar de los malos tratos y violaciones por parte de los policías. Otra víctima declara a la BBC: «No puedes contarle a nadie lo que pasó, solo puedes recostarte en silencio. Está diseñado para destruir el espíritu de todos».