The Dig, una ventana intertemporal con vistas al tesoro de Sutton Hoo

El pasado viernes 29 de enero se estrenó en Netflix The Dig (La excavación), basado en la novela homónima de John Preston, a su vez, basada en una historia real sobre uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes para la historia británica.

La película dirigida por Simon Stone (conocido por películas como The Daughter) se convierte en un producto bastante interesante, “una golosina” para todo aquel que consiga conectar con él.

Inglaterra, 1938, Edith Pretty (Carey Mulligan) contrata los servicios de Basil Brown (Ralph Fiennes) un arqueólogo experimentado para que comience a explorar unos montículos funerarios situados en uno de sus terrenos. Enmarcado en un contexto de tensión internacional a las puertas de la II Guerra Mundial; esta película se acoge a un discurso “existencialista” que materializa las diversas maneras de afrontar la muerte del ser humano.

Narrativamente podemos separar la película en dos partes. Una primera parte bastante íntima que focaliza la atención en la relación entre Edith y Basil, una relación basada en el respeto y la lealtad; además cuenta con un discurso bastante profundo sobre el tema por excelencia de la película, el afrontamiento de la muerte. Y no solamente por el hecho de que el descubrimiento en cuestión sea una cámara funeraria, sino que este conflicto también aparece representado de forma latente en el personaje interpretado por Carey Mulligan, una mujer viuda con una salud bastante pobre.

En esta primera parte también centramos nuestra atención en un gran Ralph Fiennes que interpreta a un “excavador” -tal y como su personaje se califica independientemente de sus cualidades- cuyo éxito enterró la sombra de la II guerra mundial, pero de esto hablaremos más adelante.

Fotograma de la película Fuente: Netflix / Larry Horricks

En la segunda parte aparece una gran Lily James interpretando a Peggy Preston, una joven arqueóloga cualificada que entra en la excavación. Esto le aporta a la película un enfoque más juvenil y no tan complejo como en la primera parte.

La presencia de tales personajes crean una especie de cimientos a base de subtramas que evitan que la película caiga en la monotonía que puede provocar la trama principal, únicamente centrada en el transcurso de la excavación de Sutton Hoo. 

No obstante, es una película bastante bien cohesionada, de hecho, en el clímax final las tres tramas confluyen bajo un monólogo dulce, infantil e inocente de uno de los personajes más jóvenes, produciendo un efecto casi mágico y puramente emotivo.

Cuenta además con una fotografía de Mike Eley llamativa cuanto menos, creando una estética bastante agradable que incluso llega a contrastar un poco con el discurso general y con la propia historia en cuestión que no deja de ser un drama. También presenta un montaje bastante limpio aprovechando, como tónica general de la película, diferentes recursos que permiten mostrar varias historias a la vez, o anticipar la propia trama que estamos viendo.

Fotograma de la película Fuente: Netflix / Larry Horricks

No hay que olvidar, tal y como anticipé anteriormente, que uno de los principales objetivos de la película es dar crédito de forma póstuma a Basil Brown, el propio excavador. Esto se deba a que el museo británico se lo apuntó como un hallazgo propio como ha ocurrido con otros descubrimientos. Considero que se consigue hacer honor a este personaje perfectamente, ya que es uno de los engranajes clave de esta película pero, ¿por qué es tan importante este acontecimiento?

En 1939 no solo apareció en uno de los montículos un barco funerario con un tesoro de gran valor, su importancia va mucho más allá. Lo que realmente importa de este hallazgo es la gran cantidad de información que aportó sobre los denominados “Años Oscuros”. Período de transición entre la antigüedad romana y la alta edad media del que no hay una gran variedad de información.

Se pensaba que la cultura anglosajona, a la cual se atribuye este tesoro, era una civilización bárbara, pero se equivocaban. Este hallazgo demostró que realmente era una cultura bastante diferente, encontrando conexiones con civilizaciones extranjeras y, por supuesto, inquietudes con respecto a la vida y la muerte. 

Fotografía de la excavación real, año 1939 Fuente: El País

Ligándose este aspecto a la temática de la película, encontramos un potentísimo mensaje y reflexión sobre el miedo y la forma en la que cada persona trata su fin; bien desde una perspectiva esperanzadora que se apoya en la huella humana permanente en el paso del tiempo; o bien desde una demoledora perspectiva que se resiste a dejarlo todo atrás, todo en el contexto en el que jóvenes e inocentes mueren en una de las guerras más sangrientas de la historia de la humanidad.

Valoración

Puntuación: 4 de 5.

Bastante compacta empleando subtramas como colchón de la trama principal; ritmo rápido; bastante agradable y emotiva.