El pasado 19 de septiembre, después de 50 años, el volcán de La Palma volvió a rugir de nuevo. Desde entonces, se ha llevado numerosas viviendas, plantaciones e incluso pueblos enteros. Por el momento, no hay víctimas mortales pero sí que ha dejado importantes heridas más allá de la piel. Esta situación ha provocado graves consecuencias psicológicas para los habitantes de La Palma.
Fuente: El periódico
Las secuelas psicológicas
La explosión del volcán de La Palma, ubicado en Cumbre Vieja, fue observado con fascinación y curiosidad por el mundo entero. Los medios de comunicación informaban sobre sus movimientos, por muy pequeños que fuesen. Las imágenes del desastre natural se viralizaron con gran rapidez, tanto así como las declaraciones de todo tipo de expertos.
Pero la lava llegó a pueblos y destruyó hogares. Los palmeros que vivían en la zona se vieron obligados a huir de sus casas casi a destiempo. Algunos no pudieron ni siquiera volver para recoger sus cosas. El hecho de ver perder sus bienes más preciados y que tanto trabajo les ha costado ha provocado secuelas psicológicas que podrían durar años. Es por ello, que los expertos han avisado de la importancia de proporcionar ayuda psicológica urgentemente para evitar el agravamiento en la salud mental de las víctimas.
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La situación actual de los afectados
El estrés postraumático ocasionado por las consecuencias del volcán de La Palma ha hecho saltar la alarma entre los psicólogos. Muchas personas se encuentran en estado de shock. Se han llegado a detectar ideas suicidas entre los vecinos perjudicados. La alcaldesa de los Llanos de Ariadne, Noelia García, quien es además psicóloga, ha explicado que algunos ya lo han intentado.
El psicólogo Rafael Santandreu explicó a Efe Salud cómo este tipo de eventos naturales provoca estrés postraumático, que es capaz de ocasionar cuadros de ansiedad, ataques de pánico y depresión secundaria. Es recomendable acudir a un psicólogo que pueda ayudarles. Sin embargo, hay quienes sienten vergüenza o culpabilidad a la hora de pedir este tipo de apoyo. Este hecho se debe a los sentimientos de rabia, tristeza y angustia que experimentan.
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La ayuda psicológica ofrecida a los afectados
El convenio del Servicio de Urgencias Canario (SUC) con el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife (COPTF), vigente desde 2016, procura que profesionales del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) intervengas de forma voluntaria en este tipo de casos. Gracias a esto, un centenar de psicólogos ofrecen su ayuda gratuita, tanto por llamada telefónica como en persona.
Su objetivo es conseguir sobrellevar la situación de incertidumbre y las emociones que esta provoca. Su ayuda se centra, sobre todo, en los grupos más vulnerables. Estos son los niños , persona mayores o aquellos que se hayan visto afectados más directamente con la catástrofe. Aunque, debido a que este problema se está prolongando más de lo esperado, el cansancio está afectando a estos profesionales de la salud mental.
Desgraciadamente, las consecuencias de la erupción del volcán de La Palma van más allá de la modificación geográfica de la isla. La lava ha sido capaz de destruir vidas de una manera atroz y con una grandísima rapidez. Una situación realmente difícil de asimilar y dolorosa para cualquier persona. Es por ello que hay que recalcar, ahora más que nunca, la necesidad e importancia del cuidado de la salud mental para los palmeros afectados. Proporcionar, entre otros recursos, ayuda psicológica para evitar que su estado empeore.
Rozando el límite en medio del caos. Sumisos a pensamientos que fustigan la mente. Al borde del abismo. Una lucha diaria bajo desolación e impotencia desgasta a miles de personas por todo el mundo. Un estigma inextinguible les impide pedir ayuda. Consumidos por la ausencia de respuesta, cada dos horas y media, una persona se quita la vida en España. El suicidio es un problema social oculto tras el tabú y el silencio.
Unas 800.000 personas al año mueren en el mundo por suicidio según la Organización Mundial de la Salud. En España, el Instituto Nacional de Estadística notifica una media de más de diez suicidios al día. Alma lo intentó varias veces durante años. Este no es su nombre real. El verdadero no será desvelado por respeto a sus familiares, que hoy aún sufren su marcha. En mayo de 2018, acabó quitándose la vida.
Una joven sentada en mitad de un túnel. Fuente: Bezzia
Alma fue víctima de su propio yo. La desesperada y fallida búsqueda de una solución fugaz que trajera la calma la llevó a tomar esa fatal decisión. Finalmente, consiguió callar todo ese ruido que retumbaba en su ser. Signos de desesperanza, falta de motivación, vergüenza o incluso reproche son algunos de los sentimientos que comparten estas personas. Según Estrella Cubiles, psicóloga y colaboradora de Voz Nueva, las autopsias psicológicas que se han realizado de las notas que han dejado personas que se han suicidado desvelan características comunes en la personalidad de estas, como incapacidad para enfrentarse a los problemas o sensación de pérdida de control.
La culpa aún ataca a la familia de Alma. No soportan el pensamiento de que podrían haber evitado lo ocurrido. Sentir esto es algo común. Es cierto que el entorno de estas personas cumple un papel fundamental, pero no por ello son responsables de lo sucedido. No obstante, no se trata de buscar culpables, sino de evitar que se repita.
¿Cómo ayudar – te?
El bloqueo generado por el miedo suele frenar la capacidad de reacción. La evidente falta de información no es de ayuda en absoluto. Por ello, Estrella, la psicóloga, nos ha aclarado qué se debe hacer al detectar algunas de estas actitudes. “La mejor forma de actuar en los casos que se presente alguna de estas situaciones es ofrecer ayuda psiquiátrica y psicológica en la mayor brevedad posible, además de, en la medida de lo posible, retirar del alcance de la persona todos los materiales que pueda utilizar para llevar a cabo el suicidio”, comenta.
Mano ofreciendo ayuda. Fuente: Pexels
Pero, ¿y si es en ti mismo en quién detectas tales actitudes? El momento en que llegamos a tal punto de desesperanza o pérdida de control para encontrarnos en esta tesitura es bastante complicado que la propia persona actúe. Por eso es muy importante que antes de llegar a tal situación tomemos medidas a tiempo. La psicóloga asegura que “lo más recomendable es que en el momento en que sintamos que nos encontramos en una situación para la que nos faltan herramientas, acudamos sin dudarlo a un profesional. Debemos comenzar a hacernos conscientes de que la salud mental es una prioridad y no un capricho”.
La historia de Alma
La prima de Alma no ha dudado en dar voz a una de las historias más espeluznantes de su vida. Su muerte la marcó para siempre. Un inevitable brillo en sus ojos aparece al recordarla.
Fotografía artística. Fuente: Pexels
“Su historia comenzaba en 2013, a raíz de la separación de sus padres. Mi prima tenía 16 años. No supo gestionar la situación y notábamos en ella actitudes extrañas. Creo que no lo superó.
Un día nos llamó su novio y nos dijo que mi prima estaba en el hospital. Pensábamos que se autolesionaba para llamar la atención de su madre. Lo intentó varias veces. Incluso llegó a salir en los periódicos locales. Teníamos miedo.
Un año más tarde llegó ese día. Era 4 de mayo de 2018. Al salir de clase vi a mi vecino. Se acercó y me dijo: “Espera aquí a tu hermano e iros los dos para casa”. A las seis de la tarde mi padre vino a casa y me lo contó todo. No me lo podía creer. Siempre pensé que ella conocía los límites y no los pasaba. “Tu prima al final ha conseguido lo que quería”, me dijo. En ese momento no me salían ni lágrimas porque entré en shock.
El sábado llegué al tanatorio. Mi tía no asimilaba todo aquello. Cuando llegó el cuerpo, la vi y pensé: “Es ella, es mi prima. Es verdad. No puede ser”. No paraba de preguntarme a mí misma por qué habría hecho aquello. Aún no me lo creía. Recuerdo que tenía que estudiar para la EBAU, pero no me moví de su lado en todo el día. Estuve con ella.
Llegó el domingo y yo quería ir a despedirme de ella. Era el Día de la Madre, pero también el día de su entierro. Cuando llegamos al cementerio vivimos momentos muy duros. Aquello me rompió el alma. Todo acababa ahí.
Nosotros pasábamos por alto todos los intentos que hizo. Creo que llegamos incluso a acostumbrarnos. Realmente pienso que su cabeza no estaba bien. Ahora analizamos todos sus movimientos y lo vemos muy obvio, pero en aquel momento no lo ves. Nunca crees que sea capaz de hacerlo. Es más, dos días antes de que ocurriera, creó un grupo de WhatsApp con sus hermanos por parte de madre. Añadió a su madre y propuso ir a comer el Día de la Madre todos juntos. Sus hermanos no podían quedar ese día y ellas les contestó: “créeme que sí vamos a poder reunirnos”. Y así fue. Al final nos reunió a todos ese día. Parece que avisaba. Fue brutal”.
Tabú
La DGT lanza cada cierto tiempo una campaña de concienciación para la prevención de accidentes de tráfico. El Ministerio de Igualdad pone en marcha a menudo campañas contra la violencia de género. Pero, ¿y el suicidio? Las instituciones no incluyen la prevención del mismo entre sus objetivos. Los medios de comunicación no lo mencionan por miedo al efecto imitación. Las conversaciones más cotidianas de la ciudadanía no conciben incluir el temido término. Este es el gran olvidado entre los problemas sociales más graves existentes. No cabe duda de que hemos convertido a este en un tema tabú.
Primera edición del libro Las penas del joven Werther, de Wolfgang Von Goethe (1774). Fuente: National Geographic
Para entender el origen de esta especie de veto social hacia el suicidio es preciso remontarse al siglo XVIII. En 1774, el escritor Goethe publicó la novela Las penas del joven Werther: el protagonista se suicidaba por amor al final de la obra. Su éxito fue de tal magnitud que desencadenó una oleada de suicidios. Por miedo a la repetición de tales hechos, se dejó de hablar de ello. El sociólogo David Phillips elaboró un estudio meses más tarde en el que demostraba que el número de suicidios aumentaba en Estados Unidos después de que el New York Time publicara algo relacionado con un suicidio. A esto lo llamó efecto Werther.
Han pasado siglos y aún seguimos rigiéndonos por el mismo efecto. Esta mala consideración hacia el acto se ha transmitido generación tras generación hasta hoy. En la actualidad, tenemos tan arraigado el estigma hacia el suicida que ni siquiera nos planteábamos el por qué de este tabú. Esconderlo no soluciona nada. Silenciarlo ayuda. Es primordial tomar conciencia de que dar voz al suicidio podría salvar vidas. La desinformación es aún más peligrosa que la información.
El estigma hacia el suicida sigue presente entre la sociedad. Fuente: Pinterest
Acercando este tema al entramado social actual, Celia Espada, estudiante de Sociología y Ciencias Políticas además de colaboradora de Voz Nueva, comenta: “Tendemos a tratar en un ámbito privado los temas más preocupantes. Además de con el suicidio, pasa también con la violencia de género o con el bullying, por ejemplo. Trasladamos estos problemas a lo privado por el sistema en el que vivimos, en el que no se comparten los miedos”.
Todo lo relacionado con la privacidad no quiere hablarse. Estas dinámicas generadas por el miedo al juicio provocan que se traten los casos de una forma individualizada y que se estigmatice a la persona que se suicida. Consecuentemente, se invisibilizan las causas que le han llevado a tomar tal decisión. Celia considera que “la mejor solución sería politizar y colectivizar los dolores; los sufrimientos. No debemos individualizar los problemas, pues al fin y al cabo vienen dados por una causa estructural y social”. Tomar la íntima y personal decisión y acción de suicidarse depende de factores sociales, no solo de la propia persona.
«La mejor forma de actuar al detectar comportamientos suicidas en una persona es ofrecerle ayuda psiquiátrica y psicológica en la mayor brevedad posible»
Estrella Cubiles, psicóloga y colaboradora de Voz Nueva
Mitos
Dispuestos a romper un tabú, el primer paso es deshacerse de estereotipos y prejuicios que no se acercan la realidad. Desmentir mitos supone destruir en gran parte el estigma. Seguro que alguna vez has escuchado algunos de estos:
“El intento de suicidio es una llamada de atención”
Pronunciar estas palabras resta importancia a este problema social. Los psicólogos aseguran que los intentos de suicidio son manifestaciones del sufrimiento que sufre una persona. De cada diez suicidas, nueve manifestaron sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones.
“Si realmente quisiera hacerlo no avisaría”
Avisar de algún u otro modo puede tratarse de un grito de auxilio. Estas personas tienden a pensar que la única solución es el suicidio, por lo que en algunos casos la desesperación les lleva a pedir ayuda mediante discretos avisos.
“Solo las personas con trastornos mentales se suicidan”
Una profunda infelicidad no guarda relación con un trastorno mental. Es cierto que los enfermos mentales se suicidan con más frecuencia que el resto de la población, pero no necesariamente hay que padecer un trastorno para hacerlo.
“Las personas que se suicidan son cobardes (o valientes)”
El nivel de sufrimiento de estas personas no equivale a echarle valor a la vida o rendirse ante ella.
Cada cuarenta segundos se suicida una persona en el mundo. Cuarenta segundos que dejan en evidencia la necesidad de cambio. Miles de historias como la de Alma ponen punto y final en ese mismo instante, dejando de por vida recuerdos desgarradores en la memoria de sus seres queridos. Este desatendido problema social necesita visibilidad. Mientras tanto, el silencio, el tabú y el estigma seguirán ocultando a todo aquel que luche contra sí mismo a diario. El suicidio es prevenible, solo necesita ser escuchado. Tomemos conciencia para salvar vidas.
Rosario Porto ha aparecido muerta esta mañana en su celda de la cárcel de Brieva (Ávila). Los funcionarios del penal la han encontrado colgada de un cinturón de tela atado a una ventana. La madre de Asunta Basterra había sido condenada 18 años por asesinato.
Rosario Porto ante el Tribunal. Fuente: Diario de Navarra / EFE
En el recuento rutinario de la mañana, los funcionarios echaban en falta a la reclusa, por lo que decidieron acudir a su celda. Tras hallar su cadáver, llamaron a los servicios de emergencia del 112. Sin embargo, tras practicarle maniobras de reanimación, solo han podido corroborar su fallecimiento.
Rosario tenía toda la celda recogida, incluyendo sus pertenencias. Estos detalles apuntan a que la decisión de suicidarse ya la tenía premeditada, según apuntan las fuentes penitenciarias.
La abogada cumplía una pena por homicidio: asesinó a su hija adoptiva en 2013. Había sido condenada, junto a su marido Alfonso Basterra, a 18 años de cárcel por la Audiencia Provincial de A Coruña, el Tribunal Supremo y el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Ya habían cumplido 7 años de condena en tres prisiones diferentes: A Lama (Pontevedra), Teixeiro (A Coruña) y en esta última, Brieva (Ávila).
Otro intento de suicidio
No es la primera vez que la gallega intenta quitarse la vida. Ya tuvo un intento de suicidio en noviembre de 2018 cuando, estando en la ducha, se enroscó un cordón alrededor del cuello. En ese momento, alertó a su compañera de celda a gritos de lo que estaba haciendo por lo que los funcionarios la detuvieron al instante. También había intentado autolesionarse en febrero de 2017, llegando a estar ingresada en el hospital tras ingerir un medicamento que tenía prescrito por un médico.
A raíz de estos episodios, se intensificaron los protocolos de prevención de suicidios y se le asignó una nueva interna de confianza. En esta última prisión ha estado en la enfermería siempre acompañada de una reclusa. A pesar de esto, no se pueden mantener estas medidas continuamente porque supondría estar en la enfermería la mayor parte del tiempo y un castigo añadido a la privación de libertad.
Caso Asunta
El matrimonio adoptó a Asunta Basterra en China, cuando apenas tenía algunos meses. Según las sentencias, cuando la pequeña tenía 12 años, le suministraron en varias ocasiones un medicamento que contenía principio activo del Lorazepam, que probablemente fuera Orfidal.
El 21 de septiembre de 2013, además de darle una nueva dosis aún más intensa, la asfixiaron en su domicilio en la localidad de Mountouto (Teo). Tras asesinarla, su cadáver fue trasladado a una cuneta cercana donde fue hallada al día siguiente.
A pesar de que la madre de la niña ha intentado probar su inocencia en varias ocasiones, incluso acudiendo al Tribunal Constitucional, su recurso no fue admitido a trámite “por no apreciar en el mismo la especial trascendencia constitucional”.