¿Sufres Luz de gas?

Nos hemos esforzado mucho para reconocer con mayor facilidad cuando una persona sufre violencia de género física, pero ¿tenemos los conocimientos suficientes para saber identificar cuando una persona está sufriendo violencia psicológica?

El nombre Luz de gas proviene de la traducción en español del término Gaslighting, el cual deriva del melodrama del novelista Patrick Hamilton de 1938, Gas Light.

Gas Light es una obra en el que un hombre seductor es presentado al principio como un héroe romántico, pero a lo largo de la obra se muestra que no todo es lo que parece. Este hombre casado humilla a su mujer delante de los sirvientes, coquetea con la criada y se propone conducir a su esposa a la locura.

Por lo tanto, Luz de Gas es un tipo de violencia de género psicológico en el que los maltratadores y maltratadoras hacen creer a las víctimas que no son capaces de diferenciar entre la realidad y lo ficticio. Esto produce en las víctimas una desconfianza en sus criterios para poder así manipularlas.

Fuente: Pexels / Rodnae.

Según los psicólogos Gertrude Zemon Gass y William Nicols, es un proceso en el que se tiene como intención hacer pensar a una persona que está perdiendo el juicio. Esto lo hacen a través de la negación y descalificación de sus sentimientos y percepciones; manipulando las emociones para provocar en las víctimas culpa sobre sí mismas en cuanto a la problemática de la pareja o trasmitiéndoles la sensación de que están perdiendo la sensatez.

Además, sostienen que el fenómeno puede ocurrir de mujeres a hombres, pero que debido a las “características de la crianza” es mucho más común que se produzca a la inversa, y que sea una de las violencias de género más comunes.

Frases más usadas por estos maltratadores

El artículo publicado por Kate Abramson expone algunas las frases más comunes que utilizan estos maltratadores:

“Estás loca”

“Eres demasiado sensible”

“Son imaginaciones tuyas…”

“No seas paranoica”

“¡Solo estaba bromeando!”

“Eso nunca ocurrió”

“Creo que estas exagerando”

“Creo que no estas bien mentalmente, no eres una persona estable”

«Son imaginaciones tuyas»

«Estas loca«

Señales de manipulación

Existen determinadas fases que hacen que la víctima se vaya debilitando:

  1. Desconfianza: Se trata de una fase inicial en el que la víctima aún cree en su propia percepción y creencias, y a pesar de que le gustaría tener la aceptación del abusador, no produce un desequilibrio entre los dos.
  2. Defensa: La víctima siente que debe protegerse. Se enfrenta al maltratador intentando demostrar que se equivoca, se resiste y lo intenta rebatir. Este es el momento en el que las discusiones se alargan sin llegar a alguna conclusión. La necesidad que tiene la víctima de aprobación por parte del abusador es mayor.
  3. Depresión: Aquí la víctima está muy afectada en cuanto a la autoestima y a la autonomía. Esta empieza a dudar en todo y tiene miedo a la crítica por haberse equivocado en algo. Trata de justificar al maltratador dándole la razón, ya que así considera que obtendrá su amor y aceptación.
Fuente: Pexels / Rodnae
Como actúa un maltratador
  • Constantemente dice las frases más comunes que hemos señalado anteriormente.
  • Realiza el abuso, consigue darle la vuelta a las situaciones y el maltratador da a ver que es la víctima de todo lo que hace la persona que realmente es la afectada.
  • La persona abusadora convence a la víctima de que es la culpable de que todo salga mal.
  • Este consigue que la víctima tenga la sensación de irrealidad o despersonalización, lo cual no ocurría antes de conocer al maltratador.
  • Siempre trata de llevar la contraria en todo tipo de temas, aunque no sean de gran relevancia.
  • El maltratador arremete contra la víctima física y verbalmente en cosas que tienen valor para esta.

“Creo que no estas bien mentalmente, no eres una persona estable”

Consecuencias de ser una víctima de gaslighting

Las mujeres que sufren de este tipo de violencia de género padecen el síndrome de la mujer maltratada. Estas mujeres se van sintiendo poco a poco mas inferiores, menos válidas que el abusador, como hemos mencionado anteriormente estas sienten que son las culpables de todo, las que lo hacen mal.

Atención directa a estas víctimas

Si al leer este artículo has podido identificar algún caso a tu alrededor o piensas que estas sufriendo este tipo de violencia psicológica, puedes llamar gratuitamente:

Al teléfono nacional de atención a la violencia de género 016

Al teléfono para personas con discapacidad auditiva y/o del habla 900 116 016

Este servicio está disponible las 24 horas del día durante todos los días del año y obtendrás atención gratuita y profesional. Las llamadas que lo requieran serán directamente derivadas al teléfono de emergencias 112.

Además, la persona que llame puede utilizar este servicio para informarse sobre recursos y derechos de las víctimas en materia de empleo, servicios sociales, ayudas económicas, recursos de información, de asistencia y de acogida para víctimas de la violencia de género.

También puedes acudir o ponerte en contacto con cualquiera de los centros provinciales o municipales de lugar donde vivas.

Contacto

Teléfono nacional de atención a la violencia de género: 016

Atención online: 016-online@igualdad.gob.es

Atención por WhatsApp: 600 000 016

Teléfono para personas con discapacidad auditiva y/o del habla: 900 116 016

Accesibilidad para personas con discapacidad auditiva y/ o del habla:

SVIsual: http://www.svisual.org

Telesor: https://www.telesor.es

WhatsApp: 600 000 016 (este número solo admite WhatsApp, no admite llamadas de teléfono)

Correo electrónico: 016-online@igualdad.gob.es

DTS o teléfono de texto: 900 116 016

Apps para teléfonos móviles

Injusticia y desorden

Hace no mucho, reflexionaba sobre una frase de Goethe que se convirtió tiempo atrás en un tópico popular. La frase, en su traducción literal, reza así: “prefiero cometer una injusticia antes que soportar el desorden”. El tópico, fue construido a través de una reformulación de esta frase en la forma: “prefiero la injusticia al desorden”. Esta afirmación es un interesante punto de partida para reflexionar acerca de los sucesos desencadenados por la condena de Pablo Hasél.

Johann Wolfgang von Goethe. (1749-1832).

Los hechos en los que nos movemos son ya conocidos. Esta última semana, distintas ciudades de España han vivido concentraciones, pacíficas y violentas, debido a la sentencia condenatoria al rapero Pablo Hasél por un delito de enaltecimiento del terrorismo. Este hecho, como ya es costumbre, ha dividido a la sociedad española en dos bandos que se enfrentan desde posiciones diametralmente opuestas.

La realidad acontecida tiene varios puntos merecedores de análisis. ¿Por qué la frase de Goethe? La respuesta en las calles, visibilizada e incluso defendida, ha sido aquella a la que Goethe se refería: desorden. El desorden como respuesta a una injusticia. ¿Es el desorden, entendido como violencia, una respuesta coherente a la injusticia? Sobre ello nos reflexiona Goethe.

Mossos d´Esquadra y manifestantes se enfrentan en el quinto día de protestas. Fuente: EFE.

La violencia es en sí misma injusta, no solo es, de ella nace injusticia. Injusticia que no existía hasta que la violencia la hizo aparecer. Josep Pla, en su Diccionario Pla de literatura, dedica unas palabras a la frase de Goethe. Para Pla, la violencia amenaza con extenderse fatalmente a una gran masa de personas inocentes, mientras que la injusticia es limitada, puntual. Este es el sentido de la frase de Goethe.

La violencia nunca ha sido, ni será, la mejor solución para una injusticia. Hay personas que argumentan que algunos logros se han conseguido gracias a la utilización de violencias de distinto tipo. Se olvidan de que nuestra sociedad no debe aspirar a avanzar a toda costa, debe aspirar a avanzar a través del mejor camino para todos; a través del camino más justo, de valores aceptados y reconocidos por todos. Preferir la injusticia al desorden, como Goethe, significa sufrir y luchar con medios justos y no entregarnos a la violencia solo porque creemos que el fin la justifica.

Manifestación en Madrid pidiendo la libertad de Pablo Hasél. Fuente: elPaís, Olmo Calvo.

El segundo punto merecedor de análisis es el de las valoraciones políticas. Los españoles ya deben estar acostumbrados a que, cuando un suceso sacude la opinión pública de este país, los partidos se lanzan a por la carne, aún fresca, para aprovechar al máximo lo acontecido. Esta vez no ha sido menos. En estas circunstancias, la España de los dos bandos vuelve a definirse. Quizás no es adecuado escribir volver, quizás la definición es permanente.

Los partidos, y en general la gente, ve imposible tomar una postura propia, una postura crítica. O estás de acuerdo con que Hasél entre en la cárcel y además condenas la violencia, o estás en contra de que entre en la cárcel y además no condenas la violencia (al menos explícitamente, en público). La posición que toma Podemos es digna de reflexión.

Podemos es gobierno, es poder ejecutivo, sea de coalición o no, es cabeza de un estado. La posición que Podemos adopta como cabeza de un estado es delirante. Hay una reflexión de Platón en su diálogo Gorgias que perfila esto con una exactitud que sorprende. Platón, en boca de Sócrates, critica a aquellos gobernantes que dicen preocuparse por los temas de la ciudad, como dirigirla adecuadamente, pero cuando llega la ocasión, la acusan de perversidades, culpabilizan a los demás de cuestiones que dependen de ellos.

Podemos lleva años cuestionando las actuaciones policiales en el control de concentraciones de personas y la falta de libertad de expresión en este país. Es legítimo que lo hagan, por supuesto, pero llegan al gobierno y las iniciativas brillan por su ausencia. No elaboran un plan para cambiar lo que critican, no presentan propuestas, no sacan a la luz este tipo de problemáticas; hasta que llega el momento en el que un suceso se puede politizar. Cuando esto ocurre, aprovechan el momento para criticar lo que llevan meses o años obviando. Es en ese momento culmen cuando merece la pena brillar. Posteriormente, el momento mediático termina, la polémica se aleja, olvidando el tema actual.

La policía depende del poder ejecutivo, del Ministerio del Interior, de su gobierno. Y, por otra parte, los Mossos dependen del gobierno catalán, otro gobierno que toma la posición delirante de Podemos. Gobernantes que no asumen responsabilidades, que se dedican a hacer propaganda más que política, o quizás es que la política actual es en esencia propaganda. Los demás partidos presentes, estos son, el PP, Ciudadanos o Vox, poco o nada les separa de lo criticado a Podemos.

Estos días puede que haya ocurrido una injusticia, quizás Hasél no debiera ingresar en prisión, no es lo que se comenta aquí. Pero la violencia no puede ser una respuesta vanagloriada en nuestra sociedad. A veces es difícil evitar la violencia, al fin y al cabo, no son muchos los que participan de los altercados. Pero jamás debemos alabar estos actos, ni mucho menos endiosarlos. No deben ser motivo de orgullo. Goethe no quería decirnos que debemos soportar las injusticias, quería decir que no todo vale para combatirlas.

4 de diciembre de 1977: la manifestación que marcó Andalucía

El día 4 de diciembre de 1977, Andalucía pidió «tierra y libertad» saliendo a la calle para reivindicarse como autonomía. Ese día, andaluces de toda etnia y edad, transmitieron su deseo de lucha para tener una identidad propia y de formar autogobierno tras la represión franquista. Un día importante para muchísimos andaluces, cuya hazaña traería consigo, para el 28 de febrero de 1980, el referéndum que definió la iniciativa autonómica de las ocho provincias
Los malagueños manifestándose con la bandera de la autonomía. Fuente: Público

Las manifestaciones del 4D surgieron en las distintas principales ciudades andaluzas. La bandera blanca y verde hondeaba al viento mientras los griteríos, voceríos y cantares andaluces llenaban las manifestaciones. “Libertad, amnistía y autonomía” era uno de los lemas que alzaban a viva voz.

Por lo que verdaderamente luchaban era por dejar atrás ese mundo agrario durante el régimen para ofrecer a las provincias vías hacia la innovación y el desarrollo de las mismas. Esta conciencia política ardió en el momento en el que se disolvió el Partido Andalucista (PA) tras la pérdida electoral. Sin embargo, estas revueltas y disturbios trajeron consecuencias: las provocaciones por los grupos extremistas y la reacción agresiva de la policía estallaron el caos.

Manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 en Andalucía. De fondo suena el pasodoble de Carnaval de Los Piratas, dedicado al 4D en el COAC de 1998. Fuente: YouTube (Pepe Guzmán)

Manuel José García Caparrós, joven malagueño de 19 años, murió asesinado por un disparo policial. Lo que era una marcha memorable se convirtió en una tragedia en Málaga. Así lo asegura Rosa Burgos, investigadora y secretaria judicial para el diario Público: “Manuel José García Caparrós va, el 4 de diciembre del 77, a una manifestación que discurre pacíficamente hasta que llega a la Diputación. Después hay golpes, carreras, provocaciones, detenciones, lesionados, un herido por bala, Miguel Jiménez Ruiz, y un muerto, el propio Manuel José. Durante los dos días siguientes prosiguen los golpes, las carreras, los incendios y hay, incluso, malos tratos dentro en el cuartel de la Policía Armada”. Desde ese día, Caparrós fue un símbolo para los andalucistas que sigue presente a día de hoy.

El entierro de Manuel José García Caparrós. Fuente: Público

Años después, todavía el caso no ha sido resuelto ni ninguna investigación terminó favorablemente para la familia de García Caparrós. Las movilizaciones transcurrieron con la violencia suficiente (pelotas de goma, armas de fuego…) para cobrarse una víctima. Todo esto por el andalucismo. Y a día de hoy, tras la lucha, nos preguntamos: ¿habrá valido la pena?

Los movimientos sociales son núcleos que se han conectado entre sí. Normalmente son transversales y de duración corta o larga. Relativamente el andalucismo se sigue luchando, aunque quedó oculto debido a los movimientos independentistas de Cataluña y País Vasco. Sin embargo, estas manifestaciones están intentando volver a un ámbito institucional. Según el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Jaén, Salvador Cruz Artacho, para el diario La Vanguardia, “la identidad política se ha vinculado con el ámbito socioeconómico representado por la izquierda” y el nacionalismo andaluz quedó desactivado tras conseguir su autonomía. Andalucía no quería una independencia. Tenía otro objetivo: reivindicar su estatuto de autonomía mediante el artículo 151, que le conducía a su unión por vía rápida y de las que solo se habían beneficiado de ello las comunidades de Galicia, País Vasco y Cataluña. El resto de comunidades, incluida Andalucía, debería de esperar unos cinco años en los que se renovarían estatutos y se ampliarían las competencias por el capítulo 143 de la Constitución.

Pintadas tras el funeral de García Caparrós. Fuente: Diario Sur

Estas manifestaciones, no obstante, se siguen celebrando a día de hoy. Andalucía requiere de su representación institucional tal como lo otorgan a Cataluña y en País Vasco en el Congreso debido a los grandes movimientos independentistas. Su motivo de reivindicación aún existirá mientras haya una desigualdad entre el resto de autonomías.

“La identidad política se ha vinculado con el ámbito socioeconómico representado por la izquierda”

Salvador Cruz Artacho, catedrático de Historia Contemporánea

Es por ello que las ocho provincias querían llegar de lleno a las instituciones en plena transición democrática. Plasmar su autogobierno en España y llegarse a reconocer. Aunque el discurso perdure a día de hoy, nunca se llegó a completar. Adelante Andalucía ha sido uno de los partidos que más ha recobrado su mensaje en su agenda política y por el que aún reivindica.

Los andaluces, desde entonces, han pedido el cambio que se proclamó el 4 de diciembre de 1977. Ahora, todavía es incógnita si ese cambio llegará algún día a las instituciones para modificar la percepción de los andaluces desde fuera. O como dice el himno: “volver a ser lo que fuimos…”.

Ataques machistas con ácido sulfúrico

Las agresiones hacia la mujer con ácido sulfúrico no son casos aislados ni exclusivos en los países orientales. A raíz del caso reciente de violencia de género ocurrido en Cártama (Málaga), es preciso cuestionarse si las víctimas de este tipo de ataques tienen suficiente voz en los medios. ¿Es esta una nueva práctica o ya eran comunes estas agresiones en el pasado?

El ataque con ácido sulfúrico, nítrico o clorhídrico consiste en arrojar sobre la piel de la víctima dichas sustancias. Algunos de estos líquidos son fáciles de adquirir en muchos países. Con ellos, el agresor tiene como finalidad torturar, matar o desfigurar.

Fuente: Luciana Peinado
¿Dónde situamos el punto de partida?

Para conocer sus inicios como fin de hacer daño a la mujer, hay que trasladarse a finales del siglo XIX. Concretamente a los países occidentales de Francia e Inglaterra. La razón por la cual se justificaba la Vitrioleusse (así se denominaba a este acto), se basaba en que las mujeres eran infieles a sus maridos, aspecto considerado como crimen en la sociedad de la época. Algunas mujeres de clase Media o Burguesa lo usaban contra sus maridos, por la misma razón.

A partir del siglo XX y la llegada del siglo de las guerras, los crímenes con este ácido disminuyeron, ya que era necesario para la guerra y/o el avance del movimiento feminista. El papel de la mujer comenzó a cambiar en la sociedad.

«El suceso ilustrado». Fuente: Público
Visión internacional actual

Tras la disminución de los casos, observamos que en la actualidad la violencia machista con este ácido esta aumentando sobre todo en países asiáticos como Bangladés, India, Pakistán, Camboya, Nepal, etc.

A pesar de la búsqueda de estadísticas o datos en nuestro país sobre víctimas que han sufrido este tipo de agresiones, no se encuentran apenas estudios. Acid Survivors Trust International (ASTI) es una asociación especialiazada en este tipo de violencia machista vinculada con la ONU. Sus estudios confirmaron que al año se realizan unos 1500 ataques de los cuales el 80% corresponden a mujeres. En su página web se señaliza que estos ataques a parte de ser sufridos por mujeres, también lo son por niñas. Es decir, las menores tampoco se libran de este tipo de violencia machista.

Como se ha mencionado anteriormente, los mayores casos se dan en los países del continente asiático. Si nos acercamos a estos países, los datos ofrecidos no corresponden con lo que ocurre realmente, ya que muchos países no contabilizan los datos reales. Por tanto, la estadística que nos ofrece la ONU debemos interpretarla como orientativa. En el continente latinoamericano destaca el caso de Colombia, en el que se dan unos 100 ataques al año. O el caso de Uganda en el continente Africano con 384 casos en 2011.

Los datos ofrecidos anteriormente son de países que los solemos catalogar como subdesarrollados o en vía de desarrollo. Pero, esta realidad la tenemos más cerca de lo que pensamos. En dos países vecinos como Gran Bretaña e Italia también existen datos sobre estos ataques. En el primero, las víctimas suelen ser hombres y en el segundo las afectadas frecuentemente son mujeres. En Italia la tendencia está siendo al alza. La ultima cifra que se tiene sobre este territorio es del año 2016 cuando se dieron 27 casos.

Los países con mayores víctimas. Fuente: ASTI

Esta asociación afirma que el 60% de estos casos no se suelen denunciar, una de las principales causas es el miedo de las víctimas a represalias. Dando lugar a no obtener datos suficientes, reales y fiables.

Distintas soluciones para un mismo problema

A pesar de ser un problema a nivel mundial, la legislación se basa en medidas preventivas y punitivas. Las primeras, en algunos países como en Bangladés, reconocen este producto como un arma, pero en otros no. Esto es debido a que el ácido sulfúrico se usa para otros fines. Para que se pueda usar o adquirir se deberá tener una licencia, aspecto que favorece la creación del mercado negro, disminuyendo de ese modo la eficacia de estas medidas.

Las medidas punitivas son aquellas que conllevan un castigo a la persona que realiza el delito. Este delito en muchas ocasiones no es visto por los códigos penales de los distintos países como violencia doméstica ya que se suelen realizar fuera del domicilio de los particulares. Por lo tanto el castigo en estos casos sería leve. Sin embargo en países donde la situación es critica se endurecen las legislaciones, como es el caso de Bangladés que ha introducido la posibilidad de usar la pena de muerte o cadena perpetua si la situación de la víctima es grave. En la legislación Iraní también se incluye la posibilidad de la pena de muerte en estos casos. En la India se da la posibilidad de cadena perpetua y el agresor puede llegar a sufrir el daño que él mismo provoco a la víctima.

A pesar de presentar una reforma de medidas endurecidas, los casos en estos países siguen siendo muy elevados.

Mujer víctima de una agresión con ácido sulfúrico. Fuente: ASTI
Una agresión que va más allá de lo físico

Las consecuencias de estos ataques, si la víctima sobrevive, no son solo afecta físicamente (deformación facial) sino que también conlleva a consecuencias psicológicas. Fernando Acosta, psicólogo de la Secretaría de Salud Departamental afirmó para el medio El País: «La persona va a tener que hacer un duelo frente a la imagen que ha tenido de sí misma. Todos vivimos en un duelo permanente, pues todos envejecemos, pero cuando ese deterioro es de un momento a otro la persona cumple las etapas de duelo de no aceptación, rabia… y finalmente depresión» Además los efectos serán mayores si la persona que realizó el ataque tenia una relación estrecha (pareja) con la víctima.

«La persona va a tener que hacer un duelo frente a la imagen que ha tenido de sí misma. Cumple las etapas de duelo, de no aceptación, rabia… y finalmente depresión»

Fernando Acosta, psicólogo

Fuente: El País

Aunque su presencia en medios de comunicación se den como casos aislados, este tipo de violencia esta presente en la sociedad, y puede que más de lo que pensemos. La falta de datos y el miedo de las víctimas, da lugar a un silencio social. Este tipo de ataque aporta otro grano de arena a la violencia machista. Conocer los datos y saber su evolución debe ser importante para minimizar los casos y continuar la lucha contra la violencia de género.