La envenenadora Giulia Tofana, ¿asesina o salvadora?

En la Italia del siglo XVII, Giulia Tofana fue una empresaria que estuvo detrás de uno de los complots de asesinatos más notorio de la historia: acabó con la vida de 600 hombres. En efecto, su negocio se basaba en vender veneno. Podría catalogarse como una leyenda debido a los numerosos aspectos desconocidos de esta historia, pues en los pocos documentos que aún se conservan, la cantidad de interpretaciones diversas y contradictorias es abrumadora.

Se estima que esta noble italiana vivió de 1620 a 1659, y que, pasando gran parte de su infancia entre boticarios que elaboraban sus pociones, inventó el agua tofana, un veneno letal. Aunque, por otro lado, existe una interpretación diferente que apunta que se trataba de un negocio heredado. Ascendiendo por el árbol genealógico de la familia, se especula que Tufania de Palermo era propietaria de una tienda de cosméticos que vendía polvos con base de arsénico. También es famosa Teofanía di Adamo, supuesta madre de Giulia, que según muchos es quien realmente inventó el acqua tofana.

Se desconoce la fórmula exacta de este brebaje, aunque muchas fuentes coinciden en que entre los ingredientes, se encontraban el arsénico y la cimbalaria. Las italianas de la época recurrían a este método porque se trataba de un líquido insípido, inodoro y transparente, por lo que la víctima no se percataba de su ingestión. 

Arsénico, sustancia nociva para la salud. Fuente: Consenso Salud.

No solo era discreta esta primera parte del envenenamiento, sino que también lo eran sus efectos, pues quien lo administraba podía premeditar las dosis, calculando el momento exacto de su muerte. El veneno provocaba la aparición de síntomas y deterioro de forma progresiva, aunque en ocasiones tan solo aceleraba los efectos de alguna enfermedad latente. El asesinato era limpio: la clienta actuaba como considerase oportuno para no levantar sospechas, y el agua tofana no dejaba rastros detectables en el cadáver.

Pero aún había más. El embalaje de la sustancia también era ingenioso. En la época, existía un artículo doméstico popular, “Maná de San Nicolás de Bari”, un aceite curativo que se encontraba con facilidad en el tocador de una mujer. Por tanto, si bien Tofana comenzó a ser conocida como “amiga de mujeres con problemas”, no podría ser acusada puesto que, aparentemente, se dedicaba a la fabricación de simples productos cosmetológicos.

De izquierda a derecha. Frasco con grabado de San Nicolás de Bari. Fuente: amantes de la historia. | Ilustración de San Nicolás de Bari. Fuente: Wikipedia. | Ilustración de frasco de «Manna di San Nicola di Bari», aceite que, según se creía, supuraban los huesos del santo y curaba todo tipo de dolencias. Fuente: El Español. | Ilustración de Santa Claus, actual figura por la que se conoce a San Nicolás. Fuente: Nosotros

El negocio de Giulia perduró cerca de 20 años. Sin embargo, era muy arriesgado, por lo que decidió desentenderse de este cuando la clientela aumentó y con ella, sus problemas. Según algunas versiones, se mudó a Trastévere y comenzó a mimetizarse con la alta sociedad. Hasta que un día, volvió a comercializar su producto cuando una buena amiga, víctima de maltrato, requirió su ayuda.

Pero, como toda historia, esta “carnicería silenciosa de maridos” — como dijo el cardenal Pallavincini en Vida de Alejandro VII — debía tener su desenlace. Existen dos versiones distintas, aunque ambas coinciden en la conclusión: Giulia fue delatada. Una, cuenta que la envenenadora suministró su ponzoña a una clienta, y lo mismo hizo ella con su esposo. Pero cuando este fue a ingerir el agua tofana disuelta en su plato, la mujer se retractó repentinamente y lo detuvo. Como era de esperar, esto levantó las sospechas de su cónyuge, quien la obligó a confesar dónde lo había conseguido.

Otra versión es que vendió el veneno a Maria Aldobrandini, la condesa de Ceri, que, ignorando las instrucciones de Giulia, vertió toda la botella en la sopa. Esto provocó la muerte inmediata del marido. De nuevo, las sospechas de los familiares no tardaron en aparecer. 

Una de las hipótesis sobre la muerte de Mozart (1791), es que fue envenenado con agua tofana. Mozarts letzte Tage, de Hermann von Kaulbach (1873). Fuente: ABC.

«Alguien me dio agua tofana y calculó el momento preciso de mi muerte»

Wolfgang Amadeus Mozart, 1791.

Tampoco es conocido el final exacto de Tofana. Una teoría con buena acogida, dicta que cuando quisieron arrestarla huyó a una iglesia, donde se refugió. Le concedieron el asilo en sagrado, ley medieval basada en la antigua costumbre de hospitalidad que enunciaba que cualquier perseguido por la justicia podía acogerse a la protección de iglesias y monasterios.

A pesar del apoyo de lugareños e instituciones como la mencionada, corrió como la pólvora un rumor que alegaba que Giulia envenenó el agua de Roma, lo que provocó que las autoridades irrumpieran en el santuario y la arrestaran. Tras ser torturada, confesó haber matado aproximadamente a 600 hombres. La veracidad de esto es cuestionable, pues la comercialización del veneno fue extensa y, por lo que cuenta la Historia, bajo tortura se dice cualquier cosa.

Finalmente, se decidió su condena. No solo ella, sino también su hija y otras tres colaboradoras del negocio, fueron ejecutadas en la horca. Su cuerpo fue arrojado a la zona del convento que la protegió. También se condenó a pena de muerte a algunos proveedores y clientes, aunque muchos cómplices pertenecientes a la alta sociedad fueron condenados a las mazmorras del Palazzo Pucci.

Unas pocas gotas bastaban. Fuente: El Reto Histórico.

Concluyendo, la ética de esta historia es muy discutida. En la inmensa mayoría de culturas está prohibido el asesinato, pues por sentido común se considera una mala obra. Pero, como contaba Antonio Machado a través de Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo), “(…) el Demonio, a última hora, no tiene razón; pero tiene razones”. En pleno siglo XVII, las mujeres eran obligadas a contraer matrimonio a una edad temprana. Además, solía ser por intereses, lo que no garantizaba precisamente una relación de amor y cuidados: el maltrato, tanto físico como psicológico, por parte de los maridos, estaba tan normalizado como respirar. 

No existía ley que amparase a estas mujeres atrapadas en el maltrato. Tal vez Giulia tenía un sentido de la sororidad muy desarrollado, o a lo mejor, solo era una mujer de negocios. ¿Fue una asesina? ¿Una simple facilitadora de crímenes? O ¿echaba una mano a las mujeres sin escapatoria de sus esposos abusivos?

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